En comunidad

Virginia Pavlotzky (95) y su mensaje desde el Hogar Israelita.

“Lo central es vivir. Y aprender”.

(Fotos: Yoni Kurlender)

Dentro de muy poco, a fin de agosto,Virginia Denburg de Pavlotzky cumple 96 años. La enorme mayoría los vivió en Uruguay, habiendo llegado de chica de su Rumania natal. Concretamente,  en 1923, cuando tenía  7 años. Hace poco, en una visita al Hogar Israelita de la calle Burgues donde ella vive hace años, nos sentamos a conversar con Virginia. Hoy lo compartimos con nuestros lectores. Sabemos que entre ellos hay numerosos abuelos, ya que el Semanario Hebreo llega siempre al Hogar.

P: Virginia, tuvieron suerte ustedes al  haber salido de Europa muchos años antes de la gran hecatombe  ¿verdad?

R: Claro. Mis padres, sobre todo mi padre, tenían mucha visión. Papá  era un hombre bastante inteligente, de un nivel intelectual un poco mejor que otros. Y captó que la cosa no venía bien.

P: Aunque en aquel momento aún nadie  podía imaginar el nazismo todavía…

R: Claro que no. Y además, la verdad, de lo que yo sé, pienso que no era una familia muy pobre, porque mi padre tenía un hermano arquitecto, o sea que tuvo estudios….Creo que esa es una señal que había una situación económica bastante buena.

P: Y entonces…¿recordás qué decían tus padres acerca  de por qué se fueron de Rumania y vinieron a Uruguay?

R: Claro. La cosa empezó con los zares, todos los problemas que conocemos de la historia. La situación empeoró muchísimo, ya no había comida para todos…Empeoró para todo el mundo.

P: O sea que no estás hablando necesariamente de antisemitismo.

R: No, no creo. Creo que más bien la situación empeoró cuando vinieron los zares, cuando se crearon esos palacios, esos teatros, todo eso empobreció a los demás, porque de algún lado hubo que sacar.Y la influencia de todo eso llegó también a Rumania.

P: ¿Tus padres habían nacido allí?

R: Mi madre sí. Mi padre era de Rusia.

P: ¿Dónde se conocieron?

R: Mi padre era un aventurero. Se fue a Rumania y ahí conoció a mi mamá. Cuando decidieron salir,  había cupos y les permitían ir para Estados Unidos o para acá y ellos eligieron América del Sur. Primero fueron a Argentina, donde  tenía un amigo que le dijo que fuera porque eso era el oro y el moro. Mi padre, tenía ya un oficio, era aparador de calzado, y mi madre modista. Tuvieron una nena, que es quien habla, que nació en Rumania, de Besarabia se trasladaron con la nena hasta Buenos Aires. La nena creció como pudo, sentada al lado de su madre mirando coser.

P: Original forma de resumir tu llegada al mundo y tus primeros pasos Virginia…¿Cuánto tiempo vivieron en Argentina?

R: Siete años y después vinieron para acá. La nena tuvo tuvo que ir a la escuela…Como era zurda, la dieron tantas palizas en el brazo a la nena que al final escribió con la derecha…y todo lo demás lo hacía con la izquierda. Era ambidiestra, pero la parte nerviosa ya estaba un poquito desecha.

P: Y no te olvidas más de aquello…esas cosas quedan grabadas.

R: Por supuesto. La nena aprendió a leer y escribir como pudo, porque cuando una es ambidiestra aprende con mucha dificultad, porque un ojo mira para acá y el otro para allá, un ojo quedó y el otro se perdió. Entonces, esta nena que cuenta ahora 95 años y por suerte todavía razona, acá está. Entonces…uno se arregla en la vida como puede. Padres que mueren, quedé sola, hija única…

P: ¿Qué edad tenías cuando tus padres fallecieron?

R: Estaba casada ya. Uno se arregla como puede, vive como puede, come lo que quiere y se casa con quien puede.

P: ¿Te casaste enamorada?

R: Muy enamorada.

P: ¿Cómo se conocieron?

R: Había una familia Pavlotzky que era en general una familia de mucho talento, y un poco con el mío se formó una pareja que se llamó Raúl Pavlotzky – Virginia Denburg. Nos conocimos en un baile en la cervecería Yatay. Justo las preferidas de él no pudieron ir y caí yo, pequeña. Lo quise para toda la vida, pero él era muy mujeriego. Su maestro  fue uno de los grandes maestros de acá, Julio Castro, pintor, escritor… Este hombre le captó a Pavlotsky la esencia que tenía, le dijo: “mirá, vos me vas a decorar todas las hojas que hay para las festividades patrias”. Y así fue, banderas, caballos, salían como agua. Se ve que era feliz. La facilidad viene desde muy pequeño.

P: ¿Cuántos años estuvieron casados?

R: 50. él falleció con 80 años hace 20 años.

P: Te llevaba varios años.

R: 10 años.

P: ¿Tuvieron hijos?

R: Tuvimos tres hijos. Tengo dos hijas y un varón, que tienen 72, 65 y 58. Y tengo nietos y bisnietos.

P: ¿Estás muy en contacto?

R: Con los nietos un poco. Con mi hija que está en Israel sí, continuamente, cuando son las vacaciones vienen.

P: Hablabas del talento de tu esposo, el reconocido pintor Raúl Pavlotzy ¿Sentís que tuviste una vida feliz con él?

R: Media feliz. Yo le daba mucho tiempo para sus cosas porque era un talento. Me di cuenta enseguida de que me había casado con un hombre muy inteligente. La madre no me quería, los hermanos sí, me llevaba muy bien. Y así pasó la vida.  Y colorín colorado. Él sacaba premios por todos lados, yo lo acompañaba siempre. También estudié un poco, soy maestra… Y la vida pasó.

P: Virginia..hablás con una firmeza muy grande y muy claramente. Decís que fuiste medio feliz…y me imagino que fue porque tu vida, como muchas otras, tuvo sus bemoles. Pero hasta los 120 tenés varios años todavía, ¿te gustaría llegar?

R: ¿Por qué no?

P: Eso ya es una buena señal, porque hay gente que dice para qué…

R: A mí me salta la vida.

P: Tenés un encare positivo. Y si resumís tu vida hasta ahora ¿es un buen resumen?

R Sí. A mí me gusta la vida, me gusta lo moderno, lo otro ya lo conozco todo y lo recuerdo bastante bien. Eso es a grandes rasgos mi vida, lo que me espera ahora no lo sé.

P: ¿Por qué te gusta tanto la vida, que sentís que te da?

R: Quiero ver. Como veo tan poco, quiero oír…

P: ¿Lo decís porque no te podés mover sola?

R: Veo solo con un ojo. Si todavía me quedan 25 años, todavía voy a ver qué pasa. Sé que también pasarán cosas bastante feas.

P: ¿En qué sentís que aprovechaste la vida?

R: Yo aproveché la vida en cada instante. He viajado a casi todo el mundo, me faltaría Rusia, que me da mucha pena no conocerla. Pero ahora ya no se puede. Entonces escucho la radio, miro  televisión…

P: ¿Te gusta leer?

R: No puedo, pero algunos me leen. Acá hay una profesora que viene una vez por semana y ha leído tanta cosa, que estoy empapada de las cosas. No me dejan escuchar la música alemana, pero yo digo que la alemana, la francesa o lo que sea es universal, la música no tiene fronteras, es para todos, para los que tienen ganas de escuchar, ¿por qué limitar a no escuchar esa música porque la escuchaba Hitler? ¿Qué me importa? Ya van a aparecer 20 Hitler más hasta que yo muera, desgraciadamente.

P: Te parece que esas cosas no terminan nunca.

R: Desgraciadamente. Ya está apareciendo, ya están por toda Latinoamérica.

P: ¿Cómo sentís tu identidad como judía uruguaya?

R: Como judía uruguaya me siento muy compenetrada desde que estoy acá. Te cuento que trabajé 18 años en la Shlolem Aleijem, después en la Ivriá, me moví por el mundo judío.

P: ¿Tuviste también mucho contacto fuera de la colectividad?

R: La verdad que bastante menos. Me recibí en el año 45 y trabajé casi un año en Las Piedras con gente gentil, pero luego casi que me volqué para la colectividad. Antes hice algunas suplencias, pero veía que era bastante difícil con dos hijas, había que dedicarse a las hijas si querés sacar algo de ellas. Y, si podés aportar un poco al hogar, mejor.

P: Tenés ímpetu Virginia…estimo que siempre fuiste así…

R: Tengo ímpetu. Antes de irme, que espero que sea bastante, quiero saber. Y el saber me hace hurgar, y para hurgar hay que estudiar. Entonces yo me acerco, todavía un oído oye bastante bien, y me entero.

LA VIDA EN EL HOGAR

Leyendo Semanario Hebreo en el Hogar
Leyendo Semanario Hebreo en el Hogar

 

P: ¿Qué te aporta vivir en el Hogar?

R:   Tranquilidad, no tener que hacer prácticamente nada que me saque tiempo para poder estar informada. No tengo que lavar la ropa, no tengo que cocinar…

P: Te sentís cuidada.

R: Exactamente.

P: Hay iniciativas de la comunidad de jóvenes de los movimientos juveniles, de las escuelas y liceos, que vienen a estar con los abuelos. Es algo que empezó hace ya varios años. ¿Qué significa eso para ustedes?

R: A mí me parece fantástico, porque son jóvenes y traen la juventud encima. Nosotros ya estamos inmersos en la vejez, eso es conocimiento, pero eso ya pasó, se puede leer en los libros…Hay tantos…

P: ¿Es bueno estar acá?

R: sí. Me gusta tanto el Hogar…le puedo agradecer casi tres cuartas partes de mi vida, aunque estoy acá hace sólo 9 años. Estoy bien atendida. Me he echado en los brazos del Hogar y hacen por mí lo que pueden. El Hogar está abierto a todos, eso es muy bueno. Y yo vine, porque quise.

Y para terminar…

P: Virginia, has acumulado experiencias. ¿Qué  pensamiento o qué experiencia compartirías conmigo para resumir la entrevista?

R: Vivir. Interesarse, por los viejos y lo nuevo sobre todo, porque si no, vas a quedar en blanco. Hay que ir viviendo y aprendiendo.

 

Vale la pena escuchar y aprender de la experiencia de los abuelos
Vale la pena escuchar y aprender de la experiencia de los abuelos

 

Ana Jerozolimski
(26 Julio 2019 , 16:32)

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