Defendió la causa de Israel desde el Semanario Hebreo impreso que él fundó.
Estas líneas requieren una aclaración, que para los lectores de siempre de la edición impresa de “Semanario Hebreo”, que se publica desde 1960, es innecesaria.
Dado que este portal digital cruza fronteras mucho más allá de la comunidad judía uruguaya- que fue siempre el público principal de “Semanario Hebreo” - al publicar estas palabras en memoria de papá, siento que probablemente lleguen a quienes no conocen la historia de este medio de prensa.
Fue él, José Jerozolimski (z”l), quien fundó a fines de 1960 “Semanario Hebreo”, dos años después de haber lanzado “Voz de Sion en el Uruguay”, un programa radial de dos horas diarias, tribunas de esclarecimiento sobre la causa de Israel y de amistad uruguayo-israelí. También tuvo durante cierto tiempo, en Canal 10, el "Programa de Amistad Uruguayo-Israelí".
Cuando papá falleció, sentí que yo debía tomar las riendas del Semanario Hebreo, a fin de que no se pierda la obra a la que había dedicado su vida. Y aquí estoy, tratando de honrar su memoria también a través de este emprendimiento, en el cual claro está que también juegan un rol central la pasión periodística y el deseo de esclarecimiento y de contar la verdad.
Compartimos públicamente estas líneas, porque sin papá, no existiría hoy Semanario Hebreo. A los 15 años de su fallecimiento, que se acaban de cumplir, amerita compartir estas línea con quienes siguen hoy también a SemanarioHebreoJai.
Cuando papá, de bendita memoria, dejó de respirar, aquel shabat 31 de julio del 2004, no podíamos ni concebir mirar 15 años hacia adelante. Parecía imposible seguir sin él.
Pero la vida es fuerte y empuja hacia adelante. Y es justamente lo que él habría querido, porque él mismo era así. Seguimos viviendo y trabajando. Disfrutando de las cosas hermosas de la vida. La familia siguió creciendo y a todos los nietos que no lo conocieron les hablamos de su “zeide” con toda naturalidad.Y al primer bisnieto que acaba de nacer, ya le contaremos más adelante sobre él…y por qué es emocionante que lleve su nombre.
Estas líneas son ante todo, un homenaje personal, una combinación de gran orgullo y profundo dolor. Orgullo por haber tenido un padre así y dolor por no poder ya tenerlo físicamente a nuestro lado. Sólo físicamente, ya que de hecho, siempre está con nosotros. Nunca nos dejó y no pasa un día sin que pensemos en él.
Y escribimos aquí estos párrafos, por la dimensión pública de su figura, porque estas páginas no existirían de no ser porque papá se puso una causa al hombro.
Para él, defender la causa de Israel, su derecho a vivir en paz y seguridad, era un objetivo primordial.
También luchar contra el antisemitismo. Esclarecer contra la discriminación. Destacar los valores del judaísmo. La importancia del diálogo interreligioso, que en Uruguay vivió personalmente a través de sus vínculos con la Confraternidad Judeo-Cristiana.
No fue fácil. Le dolía cuando sentía que con tanta facilidad se distinguía entre un espacio publicitario en Semanario Hebreo y la conveniencia comercial. Y no simplemente porque necesitaba los fondos necesarios para mantener este emprendimiento periodístico. Le dolía porque realmente no entendía cómo se puede ser indiferente al apoyo de una causa común, clave a sus ojos para el pueblo judío.
Pero los ideales y las fuertes convicciones tienen mucha fuerza. Y eran su nervio motor.
Pasan los años y por un lado parece que papá no se fue nunca. La gente lo sigue recordando. Pero uno puede recordar muchas cosas y a mucha gente. A papá se lo recuerda de forma singular, con una hermosa combinación de cariños, admiración y respeto.
A nosotros, su familia, lo que más nos importa es que se lo recuerda como una persona de bien, íntegra, justa, noble, solidaria.
A mí personalmente, que desde su fallecimiento decidí tomar las riendas de Semanario Hebreo para que no se pierda aquello a lo que dedicó su vida, me es cada vez más claro cuán admirable era su labor. Hizo todo esto en tiempos en los que no existían las facilidades tecnológicas que existen hoy. Lo recuerdo sentado en la silla de la punta de la mesa en el comedor de casa, escribiendo con birome sus notas, con esa letra inolvidable. Ni computadoras, ni celulares, ni internet. Su cabeza. Y su corazón. Eran sus herramientas principales.
Papá nunca terminará de morir, porque es imposible olvidarlo.
Bendita sea su noble y hermosa memoria.