En comunidad

Reflexión: A propósito de la película israelí Somos Nosotras

Por Fabián Alvarez

Cuando gentilmente Janet Rudman me invitó a ver Somos Nosotras, parte de la programación de la última edición del Festival Internacional de Cine Judío que se celebra en Montevideo todos los años, y le agregó simplemente que me iba a gustar la película, yo ya sabía que se trataba de una pieza artística especial. Todos los años asisto al Festival a ver al menos una de las películas que proyectan porque sé que allí me voy a encontrar no sólo con dos horas de entretenimiento sino con un aprendizaje, una reflexión y una multiplicidad de preguntas para responderme.

Decidí asistir a esta película con una amiga que no tiene una postura amigable para con Israel pero que de buena gana aceptó ir a ver una película de “propaganda israelí”. En su defensa, yo ni siquiera le pasé el nombre de la película ni quienes actuaban ni de que se trataba salvo que era una historia sobre unas mujeres palestinas.

Llegamos y de comienzo a fin ambos quedamos hipnotizados con lo que transcurría a lo largo de la película. De repente entramos en un mundo diferente. Ni ella, ni yo, somos ajenos a imágenes de paisajes de Israel y ambos tenemos una conexión particular y personal con la comunidad judía. Sin embargo, en esta historia, lo relevante pasa por otro lado. Al menos para mis ojos.

Somos nosotras (Bar Bahar), de producción franco-israelí y escrita y dirigida por MaysalounHamound (1982), joven directora húngaro-palestina, en su ópera prima nos relata la historia de tres mujeres palestinas en su juventud, momento en el que cualquiera está construyendo su porvenir. Ellas residen en Tel Aviv, elemento clave para el desarrollo de la historia. Magistralmente interpretan a estas tres mujeres palestinas las actrices MounaHawa, ShadenKanboura y Sana Jammelieh y nos muestran tres maneras radicalmente diferentes de ser. De ser mujeres, de ser palestinas, incluso de cómo vivir sus vínculos afectivos y sexuales tanto en términos de libertades frente a visiones más conservadoras religiosamente hablando como también en su orientación sexual.

La película se desarrolla con una mirada femenina y feminista y con sensibilidad nos muestra la historia de un momento crucial en la vida de tres mujeres que podrían no haberse nunca cruzado, que pertenecían, a simple vista, a círculos distintos. En muchos casos a los uruguayos nos pasa de que por pertenecer a una comunidad solo nos vinculamos con gente de ese tipo, o por cómo vivimos una identidad religiosa u orientación sexual nos vinculamos con pares. Sin embargo, vincularnos en la diversidad, cuando existe el respeto que estas mujeres se tienen la una a la otra, por más diferentes que sean, nos hace más ricos y más fuertes. Y en el caso de estas tres mujeres, más empoderadas porque cada una de ellas, a su manera, toma las riendas de su vida en momentos en los que podría haberse dejado llevar por los prejuicios y por las estructuras patriarcales, por la violencia o por el miedo.

Estas mujeres conviven y son diferentes entre sí siendo palestinas pero también coexisten en un Israel que frecuentemente es descripto como hostil hacia los palestinos en el mundo. Con profunda sencillez, en pocas escenas y diciendo mucho sin decir demasiado, Somos nosotras muestra cómo se coexiste sin resultar “una propaganda pro-israelí”.

La película no le esquiva a las dificultades de los prejuicios, a la oscuridad de modelos sociales, basados en preceptos religiosos y culturales que para algunos ya caducaron y que no son las reglas bajo las cuales quieren vivir. Pero frente a esas dificultades nos muestra distintas reacciones, distintas formas de ser, incluso en los varones, aunque no sean el centro de esta historia.

Tampoco ignora la complejidad de lo afectivo. El corazón y los sentimientos son de los aspectos más intrincados del ser humano, y Somos nosotras en 103 minutos de solidaridad femenina y feminista nos invita a liberarnos de aquellos vínculos tóxicos y que nos frenan en quienes queremos ser y como queremos vivir.

Este film no es para cualquiera y supone un desafío. A modo anecdótico mi amiga me comentó, al salir de la sala, que algunas señoras estaban aliviadas de que sólo hubiese durado menos de dos horas.

La estética, las tomas, el constante humo de cigarrillo, las escenas violentas en términos de consumo, de fiestas y hasta de abuso sexual con acceso carnal son mostradas de una manera diferente y personal de esta directora, que ya había explorado el tema del consumo del cigarrillo su cortometraje Sense of Morning, basado en el libro Memoria para el olvido (1987) del célebre poeta palestino MahmoudDarwish, en el cual el poeta se esfuerza por continuar su rutina diaria de café y cigarrillos en el último día del sitio de Beirut.

No sorprende que esta película ganase los premios a Mejor Actriz (ShadenKanboura) y Mejor Actriz Secundaria (MounaHawa) otorgados por la Academia Israelí de Cine y que ganase Mejor Ópera Prima en el Festival de Haifa y Mejor Película en el Festival de San Sebastián y aunque ya no esté en cartelera invito a cualquier amante del buen cine, a cualquier persona que desee cuestionarse y aprender algo nuevo, a cualquier persona que quiera hacerse nuevas preguntas, responderlas y que de allí le vuelvan a surgir más reflexiones y preguntas, que busque y mire esta gran obra de arte.

 

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