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A propósito de la vuelta de Los Padres Terribles, una entrevista a Alberto Zimberg (director) y Sergio Muñoz (actor)

Por Fabian Alvarez

El pasado sábado 3 y domingo 4 de agosto el elenco de Los padres terribles volvió a las tablas en dos únicas funciones en festejo de los diez años de su gran éxito en cartel, con más de 10.000 espectadores, presencia en giras por el interior de Uruguay, Brasil, Argentina y México, presentándose en Sala el Bardo de Espacio Teatro 2009/2010, dos temporadas en Teatro El Galpón, Teatro La Candela y Teatro Solís (Sala Muñiz), obteniendo tres premios Florencio (Mejor Espectáculo, Mejor Dirección y Mejor Actriz de Reparto –Carla Moscatelli-) y un premio Iris.

Los padres terribles (1938) es una obra de teatro francesa, del escritor Jean Cocteau cuyo argumento le permite ser, al montarse en escena, ser un espectáculo tragicómico de enorme actualidad y con el que el espectador puede sentirse identificado.

El argumento se basa en la vida de una pareja madura (Ivone y Jorge) que comparte su apartamento con su hijo Miguel de 22 años  y la hermana solterona de Ivone, Leonor. Luego aparecerá Magdalena, la mujer disputada. Juntos conforman una familia disfuncional, ácidamente mirada por el dramaturgo Cocteau (1889-1963) donde debido a confusión, celos e infidelidad se crea una farsa que une a todos los personajes.

Relaciones tóxicas, familias que nos asfixian en sus vínculos y enfrentar a nuestros propios demonios son situaciones con las que todos nos podemos identificar, aunque no lleguemos a los extremos que nos muestran los actores y que nos hacen reír aunque sembrando la semilla de mirarnos a nosotros mismos y cuestionarnos un poco todo.

Tras asistir a la función del domingo, sabiendo que había sido un muy buen espectáculo pero yendo por la amistad que me une a Sergio decidí que quería entrevistarlo a él y al director del espectáculo para conocer más a fondo los entretelones de esta esperada vuelta.

Sergio y Alberto gracias por conceder la entrevista, como primera pregunta querría consultarles ¿qué hace tan especial a Los Padres Terribles que decidieron volver a traerlos a las tablas?

S.M.: La decisión de traerla diez años después fue grupal. Desde el texto original de Cocteau, luego la versión que realizó Alberto Zimberg con Leonor Svarcas sobre la versión de Apolo, los ensayos en plena búsqueda del elenco, y por último el éxito de público fue la confirmación de que lo que se hace con disfrute, convicción y confianza, tiene sus frutos. Todo esto hizo que el cumplir los diez años de su estreno fuera la excusa perfecta para volver a retomar esta hermosa obra teatral que demuestra la afinidad artística y humana de todo el equipo, y se ve reflejada en el producto final: una pieza teatral que es un placer hacerla una y otra vez.

A.Z.: Además hemos conformado a partir de esta puesta, el grupo Terribles Producciones con quien he venido realizando como director  proyectos como Anhelo de Corazón de Caryl Churchill, El Rey se muere de Ionesco, La Boda de Brecht. Puntualmente respecto a la obra, es una obra que llega a todo público, habla de los vínculos familiares  que no nos  es ajeno a ninguno de nosotros , sumado a que se tocan temas terribles con un  humor descacharrante y una propuesta desde la actuación, estética y puesta en escena que gusta y  mucho. Mucha gente la vio, mucha la ha querido volver a ver y otra ha escuchado de la obra se quedó con las ganas.  Todo esto sumó a la hora de volver a representarla.

¿Cómo se gestó la vuelta de Los Padres Terribles? 

A.Z.: Como grupo seguimos conectados, si bien cada uno hemos seguido trabajando en otros proyectos, al cumplirse los 10 años surgió por parte de todos las ganas de celebrarlo.

S.M.: Las ganas de todos LOS TERRIBLES por juntarse a vivir esta experiencia que se llama “hacer Los Padres Terribles” fue el impulso principal. Los vínculos que se generaron en el equipo es lo fuerte; la obra es el dispositivo que permite que el encuentro suceda. Luego de esta obra el mismo elenco, con algunas incorporaciones posteriores, siguió trabajando en otros proyectos. El contacto siempre estuvo. Algunos otros detalles que rodean la posibilidad de hacerla, que tiene que ver con logística y producción, se me escapa por estar viviendo en Buenos Aires.

Sergio ¿Qué significa para vos el personaje que interpretas en la obra? ¿Cuál fue el impacto de este trabajo en tu carrera y en cómo fuiste desarrollándote como artista, sea como actor o en tus otras facetas? 

S.M.: Miguel significa alejarme de mí, pero a la vez hacer foco sobre algunos aspectos vinculares con mis padres. Es imposible que no lo haya visto. Este personaje no es un invento, sino la forma que tomo cuando encuentro las circunstancias dadas por el texto, en mí. Es un espejo donde miro y me parece claro que lo vea. Y al aceptarlo, me río, me lo tomo en serio, me divierto. Para que pase a ser una obra de arte y me libere de algún que otro pesar. LOS PADRES que me trajeron al mundo, también son TERRIBLES.

Mi primer estreno fue en 1995 en el teatro Florencio Sánchez del Cerro (Montevideo). Desde ahí comencé a trabajar en distintas piezas teatrales. En el 2006 ingresé a la EMAD y durante esos cuatro años incursioné en el “circuito” de actores profesionales. En el 2009, año de egreso, estrenamos LOS PADRES TERRIBLES. Fue un año muy impactante, no solo porque me recibí de ACTOR sino que cerraba esa etapa con esta obra que me hizo madurar vertiginosamente; por las condiciones en las que fue concebida, la contención humana y el profesionalismo de cada uno del grupo, el respeto por el aporte del compañero y las ganas de divertirnos. Todo el tiempo confiamos en lo que estábamos haciendo. Nunca hicimos para complacer a nadie. Y todo esto fue como un gran examen de egreso a mi nueva etapa donde me consideré, ahí si, un actor que podía sentir que lo era. A partir de ese momento me “aflojé”. Siempre recuerdo que antes de esta obra rezaba para que los directores me llamaran. Tenía hambre de actuar. Luego, dejó de sucederme. Porque mi hambre había sido saciada. Ya no necesitaba que me convocaran; como una especie de desconfianza de no ser mirado como actor. Sabía que había logrado algo irreversible. Podía estar tranquilo. Yo estaba preparado, atento a propuestas.

¿Cuáles fueron los principales desafíos de traer este espectáculo tantos años después y con cada uno de los involucrados participando en distintas actividades? 

A.Z.: En principio Sergio hace unos años que vive en Buenos Aires y desde el vamos tuvimos que organizarnos de forma tal de planificar muchos ensayos sin él y centralizar otros donde estuvieran todos. La obra si bien se hizo durante varios años, habían pasado 10 años donde todos hemos estado involucrados en otros proyectos, el volver al principio implicó recordar texto, movimientos, personajes, pero rápidamente el código que establecimos en ese entonces volvió y sobre todo la energía y el ritmo que la obra requiere.

S.M: El otro desafío, una vez reunido el elenco, era lograr el ritmo que requiere la pieza, la velocidad que hace a la obra. Esto sólo se logra en el encuentro de elenco, los ensayos, volver a vivirla. A latirla.

Sergio ¿Cómo te sentiste al volver a la piel de ese personaje? 

S.M.: Me sentí feliz. Cuando estrené tenía treinta años; una edad extraña porque estas dejando una etapa y entrando en otra. Ahora, con cuarenta años ya hay más distancia y mi mirada sobre el personaje es más concreta. Lo veo con más claridad. Y si bien el personaje no cambió, mi nueva mirada sobre él hizo que fuera fácil traerlo nuevamente en su voz, su gestualidad, su fisicalidad. El aspecto más notorio fue en lo físico, donde no estaba tan seguro si iba a tener un desempeño similar a aquel. Pero para mi sorpresa se mantiene con firmeza la expresividad de Miguel en mí.

Alberto, como director, ¿Cuál fue el impacto de este trabajo en tu carrera?

A.Z.: Con este proyecto en particular se generaron invitaciones a festivales, a dirigir otros elencos de teatro independiente y La Comedia Nacional, más allá de reconocimientos y premios. 

¿Cómo te sentiste al volver a dirigir esta obra?

A.Z: Retomar un código, un lenguaje actoral que hace tiempo no transito como director. Recordar anécdotas, lugares de ensayo donde surgieron algunas de las escenas, recuerdos de las temporadas, viajes. Fue realmente un reencuentro desde el juego y el disfrute con todo el equipo de actores y diseñadores, lugar desde donde siempre trabajamos.

¿Cómo se sintieron respecto a la recepción del público en esas dos funciones? 

A.Z.: Fue impresionante, uno tiene expectativas, pero se vieron  superado ampliamente. La sala de 400 localidades de la Vaz Ferreira del Sodre se agotó el día sábado, quedando gente afuera y la del domingo convocó a más de 300 personas. En una sala que se utiliza más para la música  y que recién se está instalando dentro de lo que puede ser el circuito teatral.  Más allá de la cantidad de público, lo  más importante  fue lo que sucedió con el público,  parecía que no hubieran pasado 10 años, la obra sigue más que vigente desde el mensaje que transmite hasta su propuesta escénica. El disfrute, las risas y los comentarios a la salida del espectáculo validaron para todos esta vuelta. 

S.M.: Antes de realizar la primera función, en camarines, les comentaba a mis compañeras que hacer estas dos funciones tenía algo de ‘ritual’, de ‘convocar’. Porque la pieza era la misma; la letra, los vestuarios, las luces, la música, la escenografía. Como todo eso ya era conocido, lo fenomenológico del evento estaba en poder hacer que suceda la obra. No estábamos brindando ninguna novedad. Iban a ver la misma obra de hace diez años. Lo ominoso estaba en que habían pasado diez años. Y en la cabeza del espectador esa cantidad de años es mucho tiempo. Y ahí surgen las preguntas de si es posible que suceda que una obra de teatro siga viva diez años después. Y esto se logró en la primera función. El público maravillado no paró de reírse. Algunos manifestaron que no recordaban que fuera ‘tan, tan, tan’ loca. Otros hablaron de que está más Terrible que antes. El tiempo nos jugó una buena pasada. Creo que estas dos funciones fueron lo que fueron no por lo que fueron mientras sucedieron, sino por el tiempo transcurrido desde aquella etapa, los escenarios recorridos y las risas tensas que motivaron la reflexión.

A pesar de haber sido una obra exitosa en 2009, al haber pasado diez años, es tiempo en el que como actor seguramente hayas desarrollado nuevas herramientas ¿Sentiste que hubo cambios a la hora de encarnar a Miguel? 

S.M.: Sentí que hubo cambios. Muy sutiles, pero en diferentes planos. Luego del estreno en 2009 mi carrera como actor fue en ascenso; EL REY SE MUERE y LA BODA con el mismo elenco me permitió crecer en la técnica, ya que no tenía que preocuparme por lo vincular con mis compañeros de elenco; eso que se construye cada vez que emprendes un proyecto teatral. Luego me fui a la danza contemporánea/performance donde trabajé más en un nivel perceptivo a fondo con el cuerpo y sus posibilidades. La experiencia con TRANS (Juanito Profundo & La Vagina de Laura Ingalls) fue algo sublime porque pude dialogar en las diferentes disciplinas y buscar ese lugar casi innombrable que hace al sentido, y en este caso, no podes definir dónde está el detonante de ese sentido, aunque se termine descubriendo que está en el que mira. Por último incursioné de lleno en la escritura (poesía) y dramaturgia. Y de esta manera volví al arte dramático. Hice un viaje circular para volver, en el hoy, al teatro. Entonces; el cambio no visible fue rotundo. Un cambio de mirada. Fue un refrescarme, que también repercute en mi cuerpo; aspecto que marcaron varios espectadores como herramienta que se mantiene luego de diez años, funcional al personaje.

Un buen entrevistador investiga las redes sociales de los entrevistados y en una de tus publicaciones de Facebook Sergio mencionas, al titular una foto del elenco “(...) volveremos”. ¿Existen planes concretos de continuar con este espectáculo de alguna manera? 

S.M.: Estas dos funciones demostraron que el público quiere ver LOS PADRES TERRIBLES, por las razones que sea. Hay una identificación con la pieza, una verdad que atraviesa con la palabra y la voz a los espectadores. Muchos dijeron que la volverían a ver. Otros no pudieron concurrir con nostalgia de cuando estrenó en el 2009. No puedo dar información, porque no la tengo, pero estamos apuntando hacia adelante con la pieza. Esta obra pide estar en el teatro. Es necesario que pongamos en marcha un plan para extenderla. Muy pronto se sabrá más.

A.Z.: La verdad las ganas están, tenemos que revisar nuestras agendas, cada uno estamos con proyectos en ensayo. En mi caso particular estreno el 17 de Agosto El rufián en la escalera de JoeOrton con el elenco del Teatro El Circular y en Noviembre La función por hacer de Miguel del Arco sobre versión de 6 personajes de un autor de Pirandello. Los padres terribles tienen ganas de seguir, esperamos pronto tener novedades.

Les agradecemos la gentileza a Sergio Muñoz y Alberto Zimberg y mientras esperamos la vuelta de Los padres terribles queda el convite hecho para ver El rufián en la escalera en el Circular y leer Vengo de un lugar, el nuevo poemario de Sergio Muñoz, publicado por Halley Ediciones.

 

 

 

 

 

 

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