Estoy feliz de haber conocido a Javier Artigas. En un mundo de tantos egos y falsos espejos, cuando sentimos que alguien es auténtico y tiene amor para dar al Universo, es como ganar el Cinco de Oro.
La entrevista fue en el cierre de la conferencia de Marketing del IAB. Javier es el héroe mediático de nuestros días , ya que tiene una empresa valuada en millones de dólares, cuya capitalización se logró mediante un comentario en una reseña en Airbnb de Hernan Casciari.
Lo impactante no es la historia de los acontecimientos, sino que Javier no quiere vender la empresa sin saber cuál será el destino de sus más de 150.000 clientes, que hoy pueden viajar seguros de encontrar un lugar para dializarse.
Por poco me caigo del sofá, cuando con un café en vaso descartable, Javier me dijo el porqué de su negativa a vender la empresa: “lo que me importa es la gente”. “No necesito dinero, yo tengo suficiente para vivir”.
Terminó la conferencia dirigida a gente de marketing , diciendo que lo importante es actuar con el corazón y no con la cabeza. Que la vida no se trata de competir por likes ,sino de tener empatía. “No quiero sonar cursi”, dijo Javier y a mí se me caían las lágrimas.
Mi psicóloga siempre me habló de la existencia de una frecuencia para vivir en el mundo donde hay muchos Javier y que mi misión debería ser buscarlos y relacionarme con ellos. Son gente que se levanta con la alarma del celular y trabaja en infinidad de tareas. Se diferencian del resto con un chip instalado en sus emociones. Cada vez que conozco a alguien así, mi interior se agita.
Respecto a mí, yo no habría actuado como Javier. Yo vendería esa empresa valuada en casi 50 millones de dólares. Para sentirme segura, no sé de qué, pero el dinero en el banco me daría la seguridad que diez años de terapia no me dio.