Queridos amigos, desde hace más de 40 años que estoy escribiendo sobre Israel y Medio Oriente, principalmente. En todo este largo período, nunca he criticado al gobierno israelí. No creo que sus gobernantes sean perfectos y no hayan cometido errores. Si no existe el hombre perfecto, menos aún podrá existir el gobierno perfecto.
Esta limitación autoimpuesta, ha regido independiente de la corriente política del Primer Ministro de turno. Categóricamente, esta actitud no ha sido por ocultamiento. Hay razones poderosas que han marcado mi actuar. Entre las más importantes, puedo mencionar 1.- Por muy interiorizado que trate de estar de la vida del israelí, encuentro inmoral tratar de hacer valer mis puntos de vista, que son desde una perspectiva lejana, sobre lo cotidiano de la vida de israelíes. Un gobierno no sólo tiene que preocuparse de su propia defensa y sobre esto, es difícil encontrar otro pueblo con tantas dificultades, en sus cortos 71 años desde su renacer. Todo lo relacionado con el diario vivir, es tanto o más importante que lo primero. Entonces, ¿cómo desde Chile y en base a opiniones de terceros, podré pretender saber mejor que el propio israelí, que es lo que más le conviene? Es su vida, su porvenir y todo lo en ello involucrado, lo que me impide pretender contradecir desde la distancia.
2.- No hay país en el mundo que reciba más críticas que Israel. Sus enemigos brotan como la mala hierba. Por razones políticas o, simplemente de antisemitismo, las críticas y condenas, son el pan de cada día. Sólo recordemos como los organismos internacionales han condenado a Israel más que a la totalidad de los otros países del mundo juntos.
Con tanto enemigo y condenas justas o mayoritariamente injustificadas, no seré yo el que agregue más leña al fuego. Es por eso, que solicito encarecidamente, que lo que sigue en el presente comentario, no sea tomado como una crítica al gobierno, a la oposición o al ciudadano israelí. Simplemente, es mi ansiedad al contemplar la división que se está dando en lo político, lo que ya llevó a realizar dos elecciones desde abril hasta septiembre, con la posibilidad cada día más probable, de una tercera elección en diciembre, que seguramente, dará los mismos resultados.
Creo que salvo los instantes inmediatamente posteriores al 14 de mayo de 1948, nunca Israel se había enfrentado a situaciones tan peligrosas como las actuales. Un Irán a punto de lograr armas nucleares (si es que ya no las tiene) y que posee un arsenal impresionante, con cohetes de largo alcance, cada vez más precisos. Hezbollá poderosamente armado y beligerante, por obra y gracia de Irán, Hamás con un rencor acumulado irrefrenable y una Autoridad Nacional Palestina cada vez más acogotada por su corrupción e inoperancia, significan para Israel una verdadera pesadilla.
Es indiscutible que Israel posee un ejército muy bien apertrechado y con soldados de excelencia mundial, lo que da una relativa tranquilidad, pero, ¿sería capaz de responder al envío de cientos de cohetes disparados en su contra, simultáneamente y desde tan distintos puntos?
Ante esta realidad, sin lugar a dudas, la división política a la que se enfrenta Israel, es más que preocupante. Voy a emular al Presidente Piñera cuando ha repetido que unidos los chilenos, logramos salir adelante por adversa que sea la contingencia, pero desunidos, sólo nos espera el fracaso. Lo mismo es válido para Israel.
El pueblo judío ya tiene experiencia en las graves consecuencias de la división. A la muerte del Rey Salomón, su reino se dividió en el reino de Israel y el de Judá. El primero no se demoró mucho en desaparecer. El segundo, con altibajos, pudo mantenerse hasta que los romanos lo conquistaron y los sobrevivientes que no fueron esclavizados, tuvieron que dispersarse por el mundo, durante 2.000 años.
Sé que existen legítimas aspiraciones personales que no logran conjugar una coalición que pueda dirigir los peligrosos destinos actuales de Israel y su gente. Tengo claro que es muy fácil pedir la unidad, desde miles de kilómetros de distancia y, principalmente, tengo claro que es muy improbable que este comentario llegue a oídas de los dirigentes partidarios israelíes, pero, debo descargar mi conciencia, formulando un ferviente llamado a dejar de lado las ideas o ambiciones personales, para sentarse a negociar la unidad de Israel, hoy más necesaria que nunca.
SI ESTO SE DIERA, LOS DISTINTOS PROTAGONISTAS DE LA ACTUALIDAD ISRAELÍ, PODRÁN PASAR A LA HISTORIA COMO LOS VISIONARIOS QUE DEJARON TODO LO PERSONAL, POR EL BIEN COMÚN Y, FINALMENTE, PRIMÓ EN ELLOS SU AMOR A ISRAEL. De lo contario, podrían ser recordados como los ambiciosos que no les importó el bien común.
EN ESTA FECHA TAN IMPORTANTE PARA EL PUEBLO JUDÍO, EN QUE CELEBRAMOS LOS IAMIN NORAIM, ROGEMOS A DIOS, QUE EL RESULTADO FINAL, SEA LO PRIMERO.
David ben Jaim.