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Imperdibles fotos del caótico funeral de Arafat, 15 años atrás.

Recordamos la descripción de su singular funeral en Ramallah, que escribimos en aquel momento. 

Fotos: Ariel Jerozolimski

   Reproducimos aquí la nota que escribimos aquel viernes de noviembre del 2011 en el que se dio sepultura al líder palestino Yasser Arafat en la Muqataa, en Ramallah. Nos parece que la descripción enseña mucho sobre sentimientos, forma de pensar y encare general del tema liderazgo en la sociedad palestina. Recordemos: para Israel, era un terrorista con el que se había intentado hacer la paz, mientras que para la mayoría de los palestinos, era el único líder que habían conocido, que muchos veían como "el padre de la nación".

 

Todo estaba organizado y bien planeado, con guardia de honor, una marcha fúnebre digna y respetuosa y el féretro con los restos de Yasser Arafat, expuesto en la sala central de la Muqataa, su cuartel general en Ramallah, para recibir el último adiós de las figuras oficiales que llegasen al entierro. Pero de hecho, el programa quedó totalmente alterado por el verdadero caos que reinó en el lugar.

  La multitud palestina que irrumpió a la explanada al aproximarse los dos helicópteros egipcios, uno de los cuales traía el féretro, complicó el propio aterrizaje e hizo imposible retirar siquiera el ataúd en calma .Todos querían acercarse al cuerpo del “rais” o “por lo menos tocar el helicóptero”, tal como contó a esta cronista un joven de 25 años ,admitiendo luego que “fue un error, porque casi muero ahogado”.

   La intención original era no permitir la entrada de los miles al complejo mismo de la Muqataa, por temor a un aglomeramiento. Pero rápidamente quedó claro que los policías palestinos apostados a las varias entradas del cuartel, no podrían evitarlo. En determinado momento, llegaron inclusive a revisar las armas de algunos jóvenes que pretendían entrar, devolviéndoselas tras una revisación cuyo significado resultaba incomprensible, dado que de inmediato, los jóvenes volvían a cargarlas y reiniciaban su marcha hacia adentro.

  Decenas de miles de palestinos comenzaron a llegar ya desde la mañana a la Muqataa, provenientes de numerosos pueblos de los alrededores y de la propia ciudad de Ramallah, así como de toda Cisjordania y la Franja de Gaza.  Más de 250 ómnibus de transporte colectivo fueron autorizados por Israel a trasladarse hacia la ciudad para participar en las exequias. La indicación era inclusive no revisar siquiera las cédulas de identidad de los pasajeros en dichos autobuses, cuando llegaran a los retenes del ejército, contrariando así la norma general, pero adoptado esa línea a fin de cumplir con lo prometido de facilitar las cosas lo más posible a los palestinos en su día de duelo.

  Bajamos del automóvil en el que llegamos a Ramallah, por el sur, la aldea Bitunia, en la Plaza Manara, centro mismo de la ciudad. Nos mezclamos en una multitud que iba creciendo metro a metro, en la que marchaban más que nada hombres de todas las edades, observados desde las veredas por familias enteras , con pequeños niños con posters de Arafat y bebés a los que sus padres habían puesto una típica “kefía” como vincha en sus frentes.  Un joven subido en hombros por uno de sus compañeros, entonaba rítmicamente cantos de loas a Arafat y promesas de memoria eterna y “lucha por siempre”, que todos repetían al unísono, sin ningún tono que se exceda desorganizadamente de la perfecta rima.” Ia Sharon, bárra bárra”, gritaban todos en árabe, ordenando al Primer Ministro israelí “fuera, fuera”. Y en medio de los gritos por el “jetiar” (el anciano), como muchos llamaban a Arafat, estaban también quienes agregaban al duelo, el cántico que el propio líder palestino había encabezado al frente de coros de visitantes, en su sitiada Muqataa: “A Jerusalem, marcharán, suicidas, a millones”.

   Los controles de seguridad en las entradas de la Muqataa se desploman totalmente. Los palestinos colman cada centímetro del lugar  y cada uno busca su mejor ubicación. Se suben a muros, edificios y todo tipo de estructura que crean pueda soportarlos. Una base de madera se desmorona, causando un estruendo que en un primer momento suena como una pequeña explosión.”Son demasiados, no se puede , es peligroso”, había advertido poco antes un policía palestino al ver a sus compatriotas trepándose. Nadie le hizo caso.

  Se suben por todo aquello de lo que puedan aferrarse: restos de cables, hierros que sobresalen de los muros y hasta alambre de púa que no los amedrenta. Y toman posiciones.Todo, con tal de ver los restos del “rais”. “Abu Amar es el pueblo todo”-gritan centenares al unísono-“y el pueblo sigue vivo”, se responden a si mismos. “También Abu Amar seguirá vivo siempre entre nosotros”- nos dicen todos, hombres y mujeres, adultos y niños, gente de aspecto urbano , bien vestido, y campesinos de aspecto muy sencillo y modesto.

   Y cuando a las 14.15 hora local comienzan a bajar los dos helicópteros egipcios, los presentes se salen de sí. Estamos justo debajo de uno de ellos, cuando se acerca a la Muqataa, levantando la fuerza de las aspas polvo, viento y un torbellino de papeles de las calles. Tememos que alguien caiga de algún techo. Un grupo de enmascarados, vestidos todos de negro, prepara sus rifles.Cuando los helicópteros tocan tierra, la avalancha comienza , así como también los disparos al aire, que luego, no cesan durante toda la tarde. Un chico subido a un árbol, hace malabarismos para maniobrar entre la rama que parece a punto de romperse y su deseo de ver de cerca el féretro de Arafat, cubierto con la bandera palestina.

Aún no está claro cómo no hubo  en la Muqataa, por lo menos decenas de heridos-si no muertos-por los disparos al aire, que los palestinos sostienen son “karam”, señal de respeto, por su líder muerto. Entre dos y nueve heridos, dijeron fuentes palestinas en la Muqataa a esta cronista, al preguntárseles si alguien se vió afectado por esa costumbre. “No hubo ningún muerto, gracias a Alá”- afirmó un oficial palestino. Alá, evidentemente, hace milagros.

  Cuando los helicópteros egipcios estaban por aterrizar en la Muqataa, comenzó la orquesta. Desde todos los extremos, dentro y fuera del cuartel general del líder palestino en el que se le dió sepultura, comenzaron los disparos. Los pilotos egipcios, en determinado momento, parecían preocupados de no poder tocar tierra o de verse luego imposibilitados de partir, si alguna bala perdida hacía blanco en sus aspas.

  Es que los palestinos armados, algunos de ellos sumamente jovencitos, disparaban para cualquier lado. Había de todo, fuera de los policías y diversos efectivos de seguridad: enmascarados, sólo con kefía alrededor del cuello, de negro, de camouflage, con revólveres y rifles. En general disparaban  hacia arriba, o un tanto de costado, tendiendo sí hacia el cielo. El problema es que no parecían tener extremo cuidado, a veces abrían fuego mirando hacia el costado y el ángulo de inclinación del rifle cambiaba un poco, lo cual colocaba potencialmente en su mirilla por la que nadie miraba, a numerosas personas que estaban agolpadas sobre los techos .

   Lo que más choca es la naturalidad con la que los hombres armados, sin uniforme, evidentemente miembros de distintos grupos radicales o simplemente de bandas desordenadas, se movilizan en medio de la gente. Los niños, a veces, corren detrás suyo, como admirándolos.Ellos, se mantienen siempre serios.

   Durante casi media hora, es imposible abrir siquiera el helicóptero.Dos policías palestinos disparan al aire para amedrentar a la multitud que se aproxima, pero sus intentos de advertencia se mezclan con los disparos de centenares de enmascarados o simplemente de jóvenes armados, algunos de los cuales nos explican luego que “es por respeto alPresidente”. “Les dije que es peligroso, que hay mucha gente en los techos, pero no me escuchan”- nos comenta Tony , un paramédico que llega desde Nablus para estar en el funeral.

   Finalmente, a duras penas, se lograr retirar el ataúd del helicóptero , ante la atónita mirada de figuras palestinas que aún permanecen dentro de la segunda nave, observando cómo resulta casi imposible abrirse paso entre la multitud para trasladar el cuerpo hacia el sitio destinado a su sepultura. Allí, cuentan los palestinos en Ramallah, se coloca tierra de Jerusalem. “Es que es sólo cuestión detiempo hasta que Abu Amar sea trasladado a Al-.Aqsa, como quería, a pesar de la prohibición israelí”, aseguran. Y luego, bastante antes de lo planeado, el entierro, una ceremonia sencilla: una oración fúnebre, versículos del Corán y la sepultura.Todo, como todo este día en Ramallah, en medio de un apretujamiento generalizado, no en la forma planeada por quienes estuvieron pensando días en cómo debía ser el funeral.

   Los palestinos querían estar junto a la tumba .Quien logró llegar más cerca todavía, demasiado cerca, a su pesar, fue el fotógrafo Ariel Jerozolimski, que en medio del intento por tener una buena toma, fue empujado de hecho por la gente hasta que cayó en la fosa que se había cavado para la colocación, más abajo, del féretro. “Ya creí que me sepultaban junto con Arafat”- dijo cuando logró tranquilizarse y hasta poder relatar todo con tono de anécdota. “En determinado momento, vi que alguien acercaba un balde de cemento y no sé de dónde saqué fuerzas para sacar mi bolso con las cámaras del costado, si no, quedaban allí dentro”- agrega.  Y dado que evidentemente nos cuenta el tema desde afuera y no dentro de la tumba de Arafat, recuerda cómo logró salir: “Me sacaron entre varios, haciendo fuerza, para que pueda subir”.

   “Hoy enterramos a nuestro padre , al padre de la nación palestina”- nos dijo Marwan Nofal, director de una escuela cerca de Ramallah.”Hoy sólo debemos pensar en cómo recordarle”. Al preguntársele cuál debe ser su legado, responde sin dudar: lograr la independencia y vivir en libertad. ¿Cómo lograrlo?- insistimos. Un grupo de jóvenes armados, con el rostro descubierto, pasa a nuestro lado y escucha la conversación. “Por las armas, sólo por las armas”-dice uno de ellos. ¿Qué hay con negociaciones?-preguntamos. “¿Negociaciones? ¿Con quién? ¿Con Sharon? No lo creemos”- responde. “Que muestre que las desea y después hablamos.Por ahora, sólo por las armas”.

  Pero afortunadamente, no todas las opiniones son iguales. Si bien numerosos palestinos nos dicen en Ramallah que “hay que combinar las armas y las negociaciones, para hacer respetar nuestros derechos”, inclusive entre los jóvenes hay quienes piensan más a fondo y miran hacia adelante. Nidal, de 18 años, llegado de Jenin, nos dice en tono pausado, tras destacar su dolor por la muerte de Arafat, que “en realidad, para tener nuestro propio estado y vivir en paz, quizás mejor otro tipo de líder, un Presidente que no piense tanto en las armas sino más en la paz, que tenga otro estilo”. Suerte que es una voz joven la que dice eso. No está en posición alguna desde la que pueda ejercer influencia decisiva. Pero seguramente no es el único.Y por su edad, en las próximas elecciones palestinas, podrá votar.

  Es por cierto un enfoque como el suyo, analítico y consciente al parecer de lo perjudicial que la violencia fue para la propia causa palestina-ni que hablar de las víctimas israelíes de los atentados- lo que puede sacar a los palestinos de la seria crisis en la que se hayan.

  Está claro que no basta con la buena voluntad de los nuevos líderes palestinos para que las cosas cambien y que es imperioso que también en Israel el gobierno muestre mente abierta y una actitud inteligente.  Pero si lo que reina en la nueva era, es el enfoque de quienes consideran que “hay que preservar el legado de Arafat y continuar con la intifada”, y no el de Nidal y muchos otros palestinos con los que hablamos, en favor de negociaciones de paz, nada bueno surgirá del cambio.Ni para Israel ni para los palestinos.

 

Recordamos aquel viernes del funeral de Arafat en Ramallah que cubrimos. Aquí, en la Muqataa. Detrás nuestro, un cartel de Hamas rindiendo homenaje a Arafat como líder de resistencia.
Recordamos aquel viernes del funeral de Arafat en Ramallah que cubrimos. Aquí, en la Muqataa. Detrás nuestro, un cartel de Hamas rindiendo homenaje a Arafat como líder de resistencia.

 

Ana Jerozolimski
(11 Noviembre 2019 , 16:41)

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