Con Silvina Cattaneo, la bibliotecaria del Centro Recordatorio del Holocausto en Montevideo
(Fotos: Natan Vareika)
Silvina Cattaneo está comprometida con el Centro Recordatorio del Holocausto y el hecho de no ser judía, no le quita ni un ápice de su convicción al respecto. Al contrario.
También ella está emocionada por la ampliación y renauguración del museo. Este es su testimonio.
“El recuerdo de la Shoa no es un asunto de ‘ ellos’ y ‘nosotros’, de judíos y no judíos”.
P: Silvina, está reinaugurándose al ampliado Museo de la Shoá y para ti, me animo a decir, esta es una vivencia especial. Hace años trabajas como la bibliotecaria del Centro Recordatorio del Holocausto y por ello estás compenetrada con el tema más allá de cerca. ¿Podés recordarme ante todo cómo llegaste a todo esto? Algo me dice que no alcanza ser buena bibliotecaria sino compenetrarte con el tema.
R: Estudié Comunicación Social y desde pequeña los temas relacionados a derechos humanos estuvieron muy instalados en casa. A esa experiencia se suma conocer a Rita Vinocur en una congregación Adventista en 2015 y hacerle una pregunta clave:“¿Cómo podemos ayudar al Centro Recordatorio del Holocausto?” Rita no dejó pasar la oferta y comencé como voluntaria. También es una forma de honrar a Frederico Raijas, un amigo brasilero hijo de sobrevivientes que falleció en 2013.
P: ¿Quién se acerca a la biblioteca del Centro Recordatorio? ¿Viene gente a consultar?
R: Es muy variado el tipo de público que recibimos. Docentes, estudiantes de posgrado extranjeros y gente que me dice “una amiga me recomendó tal libro” y viene a buscarlo. En diciembre esperamos a una investigadora argentina y hace unos meses llegó una adolescente por una monografía para el Liceo, e hizo una investigación muy rigurosa. Fue conmovedor.
P: ¿Cuáles son los “tesoros” de la biblioteca?
R: Sin lugar a dudas, cada cedé que guarda el testimonio audiovisual de los sobrevivientes de la Shoá en Uruguay. Ese material es irreemplazable. A nivel académico, las enciclopedias, son de uso en sala, pero al ser muy costosas y específicas, es difícil que alguien las compre o las consiga en otra biblioteca.
P: ¿Cómo se vivió desde adentro todo el largo proceso hasta el jueves 28, cuando será el acto, que despierta por cierto para todo el equipo del Centro Recordatorio gran emoción?
R: Se vive con mucha adrenalina. Fueron años, la renovación del Museo fue hecha a pulmón, con donaciones de dinero pero especialmente de tiempo. Para todo el equipo es un momento muy emotivo, ojalá podamos transmitir en el acto del 28 la felicidad y la solemnidad que significó todo el proceso.
P: ¿Qué es lo que más te conmueve del nuevo museo?
R: El diseño, que está orientado a crear complicidad con el visitante y no busca un golpe de efecto. La línea de tiempo, que es una herramienta pedagógica indispensable y la última donación que recibimos hace apenas algunos días: una estrella de David original, todavía tiene alguno de los hilos con los que estaba cosida a la ropa. Al verla pensé que me iba a largar a llorar. Desprenderse de ese objeto implica una enorme confianza en el Museo y en el equipo. No hay palabras para expresar la gratitud.
P: Una de las particularidades del equipo del Centro Recordatorio es que varios de ustedes no son judíos. ¿Qué importancia tiene esto en tu opinión?
R: Es fundamental para dejar en claro que este no es un tema de “ellos” y “nosotros”. Son muy enriquecedoras las reuniones porque todos aportamos desde miradas diferentes y esta convivencia del equipo de trabajo coincide con el mensaje de integración que queremos darle a los alumnos que nos visitan.
P: ¿Algún mensaje con el que quieras terminar?
R: Una pequeña confesión. Cuando trabajo hasta tarde termino compartiendo el tercer piso con clases de rikudim. El pasillo se llena de mochilas y zapatillas de jóvenes que llegan apurados y se ponen bailar. Yo dejo la puerta abierta para que entre la música y no paro de sonreír, porque esa aparente contradicción me llena de ternura. Nosotros trabajamos para que las próximas generaciones puedan bailar en paz. Así de simple. Así de sagrado.
P: Qué emotivo y fuerte lo que acabas de decir. Gracias mil Silvina.
R: A vos Ana.