La llegada, juntos, del Dr. Tabaré Vázquez y el Dr. Luis Lacalle Pou a la asunción del Presidente argentino, fue un uruguayismo ejemplar.
Las imágenes recorrieron el mundo. Desde la Casa Rosada hasta el periódico norteamericano “The New York Times”, pasando por un hermoso tuit de Daniel Castro que acompañando el video de Tabaré Vázquez y Luis Lacalle Pou llegando juntos a saludar a Alberto Fernández en su asunción, escribió: “¿Hace falta decir algo?”.
No. Los uruguayos lo entendemos bien, sin palabras. Pero hay que decirlas, porque lo bueno debe ser destacado. Nunca está de más.
Ver al Presidente saliente Dr. Tabaré Vázquez, llegar del brazo del joven futuro Presidente Luis Lacalle Pou, que será su sucesor desde el 1° de marzo, a saludar juntos al flamante Presidente de Argentina, es un mensaje muy uruguayo, sobre lo que es posible aún en medio de serias discrepancias. Sobre lo que necesitan muchos sitios más en América Latina.
Esto no hace desaparecer discusiones, mutuas críticas que seguramente debe haber entre estos dos políticos, de mucha experiencia uno, bastante menos el otro, pero no con menos responsabilidad.
A nuestro criterio, el Presidente electo es digno de este hermoso gesto de Tabaré. O sea, lo planteamos en esta forma sin haber averiguado, claro está, cuáles fueron los pormenores de la visita conjunta. Estimamos que para concretarla, la invitación del Presidente de la República era imprescindible. Digno, decimos, porque consideramos que la campaña electoral de Lacalle Pou fue ejemplar, sin agravios ni insultos, con altura.
Lo que agrega emotividad a la escena, es saber que Tabaré está enfermo. Suponemos que le habrá significado un esfuerzo el viaje. Desde aquí, le deseamos fuerza y salud.
Ese saludo conjunto al nuevo presidente argentino, no habría podido concretarse de no ser por una actitud de gran altura del Presidente saliente y el entrante en nuestro país. Claro que depende de los protagonistas. Pero deriva de algo más de fondo, que evidentemente corre por las venas de la idiosincrasia uruguaya, aún en tiempos en los que nos ponemos escépticos tras ver violencia, vandalismo y creciente delincuencia. Es un republicanismo sencillo y directo, un verdadero orgullo de este pequeño gran Uruguay, que esta semana, en Buenos Aires, dio un ejemplo al mundo.