Video y fotos: Policía de Israel
Este martes se autorizó revelar que el detenido bajo sospecha de haber liderado en condiciones de esclavitud una comunidad compuesta por 50 mujeres y 10 niños de entre 1 y 5 años, es el rabino Aharon Ramati, de 60 años, que encabeza el seminario “Beer Miriam” de Jerusalem en el barrio de los Bujarim. Ocho mujeres sospechosas de haber colaborado con él también fueron detenidas, pero su identidad aún no ha sido revelada. La policía no habla formalmente de una “secta” pero sí de algo “muy parecido”.
“Es todo mentira, difamación, no hubo aquí nada ilegal”, dijo su abogado. El rabino mismo sostiene que son tonterías y que se trata de denuncias vanas formuladas por familiares de algunas de las mujeres del seminario, por conflictos entre ellas y sus parientes. El rabino sostiene que en el pasado ya se alegó contra él que dirigía una secta, se lo investigó y se llegó a la conclusión de que no era cierto.
La verdad es un poco más compleja.
Ya en el 2011 surgieron sospechas que el seminario-que en aquel entonces funcionaba con otro nombre y en otro barrio- había de hecho una secta dirigida por el Rabino , al que figuras centrales y muy respetadas del público haredi ultraortodoxo, incluyendo los hoy ya fallecidos rabinos Ovadia Yosef y Yosef Shalom Eliashiv, acusaban de usar métodos educativos inaceptables, que desconectaban a sus alumnas de sus familias.
Según el portal israelí Ynet, Ramati obligaba a las jóvenes miembros del seminario a vestirse con dos capas de ropas negras, les prohibía viajar en ómnibus y les exigía ponerlo al tanto de lo que hacían en forma constante. El entonces diputado Nisim Zeev del partido haredi Shas, fue citado por Ynet acusando a Ramati de tener una influencia “destructiva” sobre las jóvenes. “Eso llegó a un punto que una de las chicas quiso suicidarse porque pensaba que era un obstáculo en este mundo”, contó. “Él las atemorizaba de modo que llegaban a convertirse en robots”.
Los grandes rabinos impusieron a Ramati serias limitaciones, publicaron en la calle haredi sus acusaciones, pero parece estar claro que él logró maniobrar de modo que siguió el frente del “seminario”, atrayendo jovencitas al lugar.
En el momento, el tema no condujo a nada, pero en los últimos meses llegaron varias denuncias a la policía, incluyendo de mujeres que habían vivido en la comunidad en cuestión y lograron salir.
El lunes, efectivos policiales irrumpieron al lugar, previa coordinación con los expertos del Centro Israelí para Víctimas de Cultos.
“La investigación comenzó cuando la policía recibió informes sobre una comunidad cerrada que estaba funcionando como un seminario para mujeres y niños retenidos en condiciones difíciles y manejado por un hombre que comete serios crímenes contra ellos desde hace años”,decía el comunicado oficial de la Policía israelí a la prensa, antes de autorizarse la publicación del nombre del rabino. “Mientras iba desarrollándose la investigación encubierta, la policía recogió en los dos últimos meses evidencias contra el sospechoso principal”. El portavoz policial agregó que las mujeres que vivían en la comunidad, estaban aisladas de la sociedad y de sus familias. También se sospecha que los niños se hallaban allí en aislamiento.
Según la policía, se sospecha que el hombre castigaba a las mujeres de distintas formas y les robaba dinero.
El primer desafío, además del procesamiento del sospechoso principales y quienes se sospecha eran sus colaboradores, es atender a los menores que estaban recluidos en el lugar. El desafío de por medio es, además, conseguir testimonios fiables sobre lo ocurrido en el lugar, dado que si en efecto se trataba de una especie de secta, el proceso sicológico de fondo es complejo, una especie de lavado de cerebro de las mujeres que formaban parte del grupo.
Según informó el portal israelí Ynet, en el debate llevado a cabo en el Juzgado de Paz de Jerusalem, el representante de la Policía dijo que según los testimonios recibidos “lo que se hacía en el seminario no era el estudio de la Torá”,que “las jovencitas habían aprendido a obedecer al director” y que “las atemorizaban y separaban de a poco de sus familias”.