Nunca creí que lo diría, yo que siempre estoy pensando cuándo puedo ir a Uruguay.Pero ahora sí: por favor, cierren fronteras. No dejen entrar a nadie, venga de donde venga, a menos que vaya a cuarentena domiciliaria por 14 días. Sí, claro, se preguntarán todos cómo cerciorarse de que se cumple. Es cuestión de organizarse y de destinar personal (protegido), si es necesario, a hacer un seguimiento. Y quien lo viole, altísimas multas. Y a quien tiene síntomas, examinar de inmediato. En Israel, les cuento, hay inspectores dedicados al tema-probablemente no suficientes-y ha habido algunos casos de detenidos por violar la cuarentena.
Claro que eso debe ir precedido de una campaña pública de concientización, para que la población comprenda lo imperioso de medidas drásticas.
Es excelente que habiendo “sólo” unos pocos casos confirmados, ya se haya comenzado a tomar medidas como la suspensión de espectáculos públicos y el cierre parcial de fronteras. Pero no alcanza. Hay que cerrar las fronteras en forma hermética, anunciar medidas que minimicen la exposición de la gente a otros que puedan quizás pasarles el virus, cerrar restaurantes, cafés, gimnasios, todo. Y no basta con anunciar que quienes falten a clase no tendrán falta. El problema acá no son las faltas, sino el contagio.
Aislamiento social le llaman. Suena horrible. Pero peor será llegar a un punto en el que el virus se dispara en forma incontrolable y las camas de los hospitales no alcanzan para atender a los casos graves que lo requieran. Eso aumentaría el índice de mortalidad. Y se puede evitar a tiempo.
Hay que entender la base del problema. Y aclaro que no escribo estas líneas de atrevida, ya que no soy ni médica ni científica, sino en base a la experiencia que se está aplicando en Israel, a entrevistas diversas que he realizado con gente especializada en la materia y a lecturas de material profesional fundamentado que explica en detalle cuáles son los riesgos.
Si bien está claro que ya ahora hay nerviosismo, también hay seguramente quienes se dicen que “hay sólo 4 casos”, aunque el Secretario de Presidencia Álvaro Delgado ya dijo que hay casos sospechosos en varios departamentos. Lo indudable es que hay, en todo el mundo, diferencia entre los casos confirmados y los reales. Y no hay ninguna razón para que esa no sea la situación también en Uruguay.
En gran medida eso se debe al hecho que la mayoría de los síntomas son como los de una gripe común y quienes lo sufren ni van al médico y puede que esperen a que se les pase. Y también al hecho que la sintomatología en muchos casos es muy leve y uno puede ya tener el virus sin sentir nada, pero ya contagia. Este punto es clave. De más está decir que hasta que se confirma que una persona está enferma de Covid-19, puede haber contagiado a miles. La cadena de contagio es exponencial y se multiplica rápidamente hasta que se pierde el control.
En las redes sociales, como ya todos saben a esta altura, se bromea sobre el caso de una mujer que vino de Milán –no sé si es cierto que inclusive tenía ciertos síntomas- y participó en un casamiento con 500 invitados. No da para bromas sino para condenas por la irresponsabilidad.
Pero las instrucciones precisas deben venir del gobierno, que no sólo debe concientizar sobre la importancia de la prevención sino también tomar medidas drásticas que minimicen el riesgo antes de que sea demasiado tarde.
Los tiempos, eso es clave. Corona ya está en Uruguay y es indudable que no pocos ciudadanos han estado expuestos a alguien enfermo o portador, sin saberlo. Imponer limitaciones y restricciones duras ya ahora, no matará al virus ni lo eliminará. Pero enlentecerá el ritmo de contagio y con ello hará posible que el sistema de salud pueda lidiar con los enfermos sin desmoronarse. Si el contagio es masivo y no existe la posibilidad de atender a todos aquellos que lo necesiten, aumentará el índice de mortalidad. Si llega a los hospitales gradualmente una cantidad controlable de contagiados y el sistema logra atenderlos, más gente sobrevivirá y saldrá sana del Corona.
Cabe recordar que en más del 80% de los casos, la manifestación de la enfermedad es leve. El grupo de riesgo es más que nada la gente de edad-hay quienes dicen a partir de los 70 años, pero también se habla de los 60 en adelante- y quienes tienen problemas de defensas bajas, problemas cardíacos y/o respiratorios, diabetes y otras enfermedades crónicas. Hay diferencia entre la situación en la que un hospital tiene suficientes camas y personal para todos y otra muy distinta en la que no hay más remedio que colocar a gente en los pasillos y las enfermeras demoran horas en acercárseles por la cantidad de pacientes a la que hay que atender.
Les cuento qué medidas están en vigencia en Israel, donde por ahora no ha habido muertos y hay algo menos de 200 contagiados, de ellos 2 graves. Si no se hubiera tomado medidas tan temprano, la situación ya sería peor.
- Prohibición de entrada al país a todo aquel que llegue del exterior, sea de donde sea , a menos que vaya directo a cuarentena por 14 días. Si el turista no tiene cómo demostrar que tiene posibilidad de hacerlo, no puede entrar.
- Se cierran absolutamente todos los sitios de ocio: restaurantes, cafés, centros comerciales, teatros, cines, salas de conciertos.
- Tan solo unos días después de haberse anunciado el cierre de escuelas, secundarios y universidades, se agregan las guarderías y jardines de infantes. También se clausuran las clases para niños y jóvenes con necesidades especiales.
- Prohibidas reuniones de más de 10 personas.
- Se exhorta a todas las compañías, empresas, oficinas todas, a minimizar la cantidad de funcionarios en el trabajo y a organizarse para que todos trabajen desde su casa.
- Se recalca la necesidad de mantener distancia de 2 metros entre una persona y otra, en cualquier encuentro.
- Se reitera la necesidad de mantener la higiene personal, de lavarse las manos también después de haber tocado superficies en las que podría estar el virus.
- Por ahora se mantiene el transporte público, pero se está considerando la posibilidad de interrumpirlo.
-Se exhorta a la población a salir de su casa únicamente para lo que resulta imprescindible.
Se altera la rutina. No es fácil. Y en los próximos días habrá más restricciones que quizás signifiquen la paralización total de la economía. Sobre la balanza está ese duro precio a pagar y del otro lado, la obligación de luchar por la vida.
Cuanto antes se lo comprenda, mejor se saldrá de la crisis que en Uruguay recién comienza y que ineludiblemente se irá agravando.
“Antes que todo esté mejor, estará peor”, dijo el Primer Ministro de Israel Netanyahu. Es cierto para todo país que lidia con el Corona. Pero hay grados de “peor”, y su manejo depende de la osadía para tomar las medidas necesarias y de la organización para ponerlas en práctica.
Hay que comenzar ya.