Por Fabian Schamis
Hoy estuve reflexionando, seguramente por la posibilidad ahora de parar y hacerlo, sobre las diferentes variables y urgencias que plantea esta irrupción de lo nuevo, lo súbito, lo inesperado...
Es claro que hay una primera dimensión que es la que nos golpea en la cara como una piedra, fuerte y seco. Esa dimensión es la sanitaria. La urgencia inicial y es lógico que así sea, es la que está vinculada a la supervivencia inmediata. Lo que debo hacer en definitiva para salir vivo de esta locura. Para ello aprendemos de memoria y con ayuda de los medios de comunicación y las redes un menú constante de recomendaciones dónde no queda ser humano en este mundo que no sepa que debemos lavarnos las manos, no tocarnos la cara, tratar de salir lo menos posible a la calle, usar alcohol en gel y otras tantas que se suman a las básicas.
Luego hay otra dimensión que se está presentando con bastante urgencia también aunque con menos fuerza que la primera: debemos sobrevivir también en el sustento. O sea, si logramos salir bien en lo que a salud física refiere de la pandemia, deberemos tener con que lograr viabilidad económica que nos permita seguir teniendo techo, educación, alimentación, medicina y otras necesidades básicas que precisan de la generación de capital (ya sea en forma privada o por parte del estado en los casos que lo que prima es la asistencia). Dicho fácil y pasado a menudos: si sobrevivo tengo que poder trabajar para que mi vida y la de mis dependientes se vea afectada lo menos posible luego que el agua baje...
La tercera dimensión, de la cual algún atisbo hay ya en el inconsciente colectivo pero que aún no es primera necesidad porque sucumbe a las dos primeras, es la que refiere a la parte psicológica. Es duro, pero en el fondo todos sabemos que no seremos los mismos una vez que esto pase. Que todas las certezas que una vez creímos que tuvimos, hoy deja lugar a una única certeza que es que nada sabemos de como será el mañana. Esto que parece simple es sumamente complejo. Nos destruye todos los mecanismos psicológicos tradicionales que apuntan a la generación de certidumbre. "Si trabajo fuerte y mí empresa crece, tendré sustento para mí familia", "si tengo amigos y familia, puedo verlos cuando desee", "cuando extrañe, me tomo un avión y voy a verlos" y así una por una esas seguridades están dando lugar a la mas profunda incertidumbre, y el ser humano es muy malo en esa materia...nuestra psique tradicional se desmorona y comenzamos a escuchar frases que apuntan a todo lo que haremos cunado esto termine, los mates que beberemos, los cafés y los asados que haremos, los abrazos que daremos...y así por delante. Que nos impedía hacerlo antes si no lo hacíamos? Nada. Y si lo hacíamos pero en forma automática, por qué no le dimos valor y supusimos que siempre los amigos y nuestros familiares queridos iban a estar a una distancia física asequible? Ahora sabemos que no es así. Nada es automático, nada es "per se". Aprenderemos a valorar? Algunos si, otros no. Eso está vinculado a la esencia y eso no lo cambia una pandemia.
La última dimensión
Este lugar queda reservado para algo que definitivamente salvo en círculos especializados, no figura en las tertulias actuales. La dimensión social.
Las formas en las que la gente se vinculó hasta hace pocas semanas han cambiado de forma irreversible. La tecnología ha ocupado (en el buen sentido) lugares a los que jamás pudo llegar antes de esta situación. Más y más abuelos no ven a sus nietos salvo por medio de alguna aplicación (Skype, zoom, hangout, etc), hacemos comidas vía aplicaciones, vemos que podemos estar solos, o sin esas personas que pensamos que no sobreviviriamos ni un segundo sin, de la misma manera que sentimos profunda falta de gente que no creíamos que podíamos sentir dicha falta. Revalorizamos o perdemos interés en lo físico. Jerarquizamos una y otra vez cada vinculo. Todo nuestro entorno se está moviendo en nuestra mente. Ese objeto externo o persona cercana que tenía una representación fija en mi cerebro, juega ahora en la bolsa de valores vincular, de dónde puede salir mejor o peor parado. Y yo en la mente de los demás estoy en el mismo bolillero. Por lo tanto se produce un cambio de forma y contenido vincular. Se escribirán miles de textos científicos sobre la pandemia explicando el virus y su comportamiento, centenas de libros sobre la economía post coronavirus, decenas de ensayos y estudios sobre los mecanismos psicológicos en época del covid19, pero no les quepa duda que mucho también se hablará sobre las nuevas formas de socializar. Nada será lo mismo y esto es en definitiva una oportunidad maravillosa de: aprender a cuidar nuestra salud y la de los demás. Darnos cuenta que la salud económica y financiera es algo impredecible y que probablemente lo que considerábamos que era de una forma, no lo es. Entender que el ser humano vive en la más profunda incertidumbre y que cuánto antes la aceptemos, mejor funcionará nuestra cabeza. Y por último, que nuestras relaciones sociales no son un compartimiento estanco, por lo cual debo hacer lo necesario en el momento correcto por aquellos que son importantes para mí, y que si alguien me dan un lugar preponderante en su vida, debo hacer para merecerlo. Reflexiones de domingo...