Por Gerardo Stuczynski
El próximo 14 de abril al conmemorarse un año de su fallecimiento, el Likud filial Uruguay quiere expresar su más profundo dolor y reconocimiento a su fundador, líder y guía Mauricio Oberlander.
Sentimos la necesidad de brindarle un más que merecido homenaje a quien fue, sin lugar a dudas, uno de los dirigentes más importantes e influyentes de la centenaria historia de la comunidad judía del Uruguay.
Desde niño su inteligencia y sagacidad lo hicieron destacarse y ya en su temprana juventud no rehuyó la responsabilidad de dirigir a su amado movimiento juvenil Betar. Allí afloraron sus características como conductor y compañero que lo hicieron transformarse en un auténtico líder.
Dedicó su vida entera al servicio de la comunidad judía desempeñando diferentes responsabilidades como presidente de la Federación Juvenil Sionista, del Jerut y Likud uruguayo y latinoamericano, miembro del Comité de Acción Sionista Mundial, integrante de diferentes comisiones de la Agencia Judía y vicepresidente del Likud Mundial, alcanzando logros extraordinarios.
La comunidad que lo vio nacer se benefició en muchas oportunidades de sus estrechos vínculos con personalidades y gobernantes de Israel, sin que muchos llegaran a conocer sus exitosas y decisivas gestiones.
Por mencionar las más destacadas, cuando por razones presupuestarias Israel incluyó al Uruguay en una lista de posibles países donde suprimir su embajada, Mauricio no claudicó hasta que convenció a las autoridades, que un país tan amigo e importante como el Uruguay y su comunidad judía no podían quedar carentes de su representación diplomática.
Tras la crisis económica en Argentina en 2001, Mauricio tuvo la iniciativa de solicitar para los emigrantes uruguayos los mismos derechos especiales que la ley israelí otorgaba a los argentinos. Meses después cuando nuestro país impactado por su vecino sufrió la grave crisis de 2002, el proceso ya estaba iniciado y todos los compatriotas que decidieron emigrar a Israel se vieron beneficiados con una excepcional ayuda económica.
Mauricio era un idealista y jamás persiguió su beneficio personal o la trascendencia mediática. Era un entusiasta y ferviente sionista y un profundo amante del pueblo, la historia y la Tierra de Israel.
Era honesto, leal, decidido, austero y pícaro. De inquebrantable tesón, con una asombrosa memoria y una mente brillante sin jamás levantar la voz imponía orden y respeto. Encarnaba lo que los discípulos de Zeev Jabotinsky denominamos “Hadar” que es una manera de comportarse con hidalguía, nobleza y honor.
El tratado de Ética judía Pirkei Abot dice: “buscate un rabino, hazte un amigo y juzga a los demás con benevolencia”. Rabino se refiere a un maestro del que aprender. Mauricio fue sin dudas mentor y referente de muchos de los principales dirigentes de la comunidad judía del Uruguay y su reputación trascendió fronteras. Infinidad de dirigentes de distintas comunidades judías alrededor del mundo acudían a él en busca de su experiencia, sabiduría y consejos.
Como amigo era entrañable y sincero, y sabía escuchar como pocos. Emitía sus opiniones luego de analizar exhaustivamente la situación, para romper el silencio sólo si consideraba que podía contribuir a ayudar.
En el transcurso de este año en diversos congresos y seminarios sionistas, continentales o mundiales se le tributaron homenajes honrando su memoria y reconociendo la enorme influencia y la marcada huella que Mauricio dejó en tantos y tantos compañeros alrededor del mundo.
Poco tiempo antes de su desaparición física pudo concretar uno de sus mayores anhelos que abrazó con fervorosa pasión: vivir y ser ciudadano del Estado de Israel.
Aunque nuestro convulsionado mundo cambia vertiginosamente y más aún en las últimas semanas, ante cada acontecimiento o evento nacional o internacional, resuenan en nuestra memoria sus sabias posturas y acertados conceptos.
Su partida nos entristeció el alma y nos dejó un inmenso vacío. Su ejemplo, enseñanzas y acciones, su nombre y recuerdo quedarán grabados por siempre en nuestras mentes y corazones. Su familia, sus hijos Martín y Verónica y sus nietos, deben sentirse orgullosos de su inmenso legado.
Querido amigo y javer, sea tu recuerdo bendito.
יהייה זכרו ברוך