Es el mensaje de los miembros no judíos del Centro Recordatorio del Holocausto del Uruguay.
La labor del Centro Recordatorio del Holocausto es una forma de aportar a una mejor ciudadanía. Comparten el desafío todos sus educadores. Lo que probablemente no tods sepan, es que entre ellos hay varios educadores no judíos, miembros de la Comisión Directiva del centro.
Tienen claro que combatir el antisemitismo y enseñar sobre el significado de la hecatombe que fue la Shoá para la humanidad, es clave no sólo para el pueblo judío, sino para toda sociedad que desea mantenerse sana y cuerda.
Es por eso los profesores de historia Oscar Destouet y Andrés Serralta, la abogada e Inspectora de Derecho Mónica Barbazita y la profesora de Literatura Andrea Blanqué, así como también Fabián Álvarez y la bibliotecaria del Centro Recordatorio, Silvina Cattáneo, aceptaron gustosos a pesar de sus múltiple ocupaciones, cuando les pedimos esta entrevista grupal.
El lugar clave para darnos cita era la casa de Rita Vinocur, nervio motor del Centro Recordatorio, no sólo por su hospitalidad sino por el singular espíritu de su dedicación y la amistad que a través suyo los une a todos.
Estos son los testimonios de los amigos no judíos de la Directiva del Centro Recordatorio del Holocausto, sobre el por qué y para qué de su participación en dicha institución, con la que honran a la colectividad judía uruguaya y al país todo.
La pregunta central: ¿por qué el antisemitismo es un problema de la sociedad en cuyo seno se manifiesta, no solamente de los judíos?
Andrea Blanque
Yo siento que el antisemitismo es una herida en el corazón de la humanidad. Yo no me siento “otra” con respecto a los judíos, me siento muy cerca del pueblo judío. Soy hija de españoles y soy muy consciente de lo que pasó y de la catástrofe de Sefarad. Y cuando enseño literatura del “Siglo de oro”, debo explicar la tragedia que significó para un gran porcentaje de la población española tener que abandonarlo todo o convertirse, cambiarse el nombre, tal como ocurrió en la Inquisición y la expulsión de los judíos de España. Siempre que lo enseño tengo una mirada de gran empatía hacia el judío y jamás explicito si soy judía o no.
Luego está la historia de España. Yo siempre digo que probablemente tengo un judío en las venas, porque…¿cuántos españoles se mestizaron a partir de la conversión de miles y de miles de judíos? En mi familia hay una tradición oral de que se fueron de Barcelona y cuando se aquietó la cosa volvieron convertidos, pero igual los quemaban. Mi padre vivió la guerra civil española, mi abuelo fue combatiente de la república; tuvo a los nazis arriba tirándole bombas. Esos mismos nazis que después crearon Auschwitz… está todo muy relacionado. Mi abuela, cuando estaban huyendo los judíos franceses, los acogía en su librería, mientras conseguían trámites y pasaportes y pagaban el barco. Había en mi familia una gran solidaridad con el tema judío. Mi padre era un hombre con una alerta para el antisemitismo poderosísimo. Era un hombre muy progresista, hijo de un rojo exiliado. Me enseñó eso, junto con mi tío: desde muy chica me entrenaron en lo que era la Segunda Guerra Mundial, lo que fue el holocausto, me hablaron, me mostraron fotos. Siento que formo parte de eso, no es ajeno a mí. Soy siglo XX, soy una persona afectada por ese horror. De hecho, lo que hicieron los nazis no se repitió de la misma manera de ninguna forma en el Río de la Plata en la dictadura, pero ¡cómo les gustaba a los milicos haber tenido un Hitler antes de ellos!
Andrés Serralta
Para combatir el antisemitismo es fundamental el aporte de quiénes no somos judíos . Tenemos que hacerlo en los distintos ámbitos en los que tenemos presencia, donde nos toca trabajar, en nuestras familias, con nuestras amistades. Ante todo hay que aclarar, porque muchas veces el antisemitismo parte desde el prejuicio y el desconocimiento, pero otras veces de una intencionalidad manifiesta de propagar odio. Esta es una manifestación muy importante y ha crecido últimamente de la mano de fenómenos políticos presentes. Está involucrado el conflicto de Medio Oriente pero se enmascara bajo otros términos como antisionismo, antiisrealismo, pero muchas veces se intenta solapar en eso el antisemitismo .
Combatir el antisemitismo es una acción no solo de solidaridad con el pueblo judío, sino también de protección de nuestros propios derechos porque todos los ciudadanos que permitimos que se propaguen delitos de odio, de cualquier naturaleza, podemos ser en algún momento víctima de los mismos. Todos sabemos que los delitos de odio cuando empiezan a ser tolerados en distintas sociedades, tienden a propagarse y a abarcar cada vez más colectivos. Eso nos trae a la memoria aquello que dijo el pastor alemán Martin Niemöller: "Vinieron a buscar a todos, y un día cuando hubo que defenderme a mí, no hubo nadie para hablar en mi favor".Las personas tienen que ser conscientes de que propagar los delitos de odio no es algo que afecta sólo a otros, sino que tarde o temprano va a ser un boomerang que probablemente se vuelva contra ellos mismos. Van a habitar en una sociedad con cada vez más pérdidas de derechos y eso nos afecta colectivamente, pero también individualmente tarde o temprano los va a terminar lesionando.
Fabián Álvarez
Para mí no existe un "otros", sino que un gran "nosotros". Creo que los problemas que afectan a un colectivo nos afectan a todos. Yo realmente como estoy vinculado al tema desde muy joven, tengo muchas amistades judías porque este tema me parece apasionante y realmente no siento o no veo esa diferencia que a veces las personas quieren hacer ver entre nosotros. Podemos ser diferentes por tener una religión distinta, por tener una orientación sexual diferente, por opciones políticas que tenemos en nuestra vida cotidiana o por quién votamos. Pero este problema no me es ajeno y me tengo que involucrar, como cuando existen otros problemas de discriminación también me involucro.
Se equivoca quien piensa que el tema del antisemitismo terminó con la Shoá. El antisemitismo está lejos de estar muerto, sigue muy vivo, y sigue habiendo manifestaciones cotidianas, sobre todo en redes sociales, pero también en distintos ámbitos disfrazadas.
Para tener una sociedad democrática de verdad y plural tenemos que combatir y erradicar el antisemitismo.
Yo considero que saber del holocausto, de la Shoá, es fundamental a la hora de poder captar los efectos nocivos que tiene la discriminación, el racismo, la xenofobia, etc. Pero creo que el tema tiene aún raíces más profundas en la historia, con sentimientos de rechazo hacia el judío por sentimientos viscerales que no se pueden erradicar solamente con una clase de historia sobre lo que ocurrió en la Shoá.Creo que hay muchísimo más antisemitismo del que pensamos que hay.
Creo que los jóvenes y los jóvenes que se politizaron en mi generación, sobre todo en el sector del centro y centro-izquierda, tienen una visión que ve todo a través del tema del Estado de Israel que es muy sesgada, muy negativa y que escudan en esa visión un antisistema, anticapitalista, antimilitar, un montón de cosas y de exigencias que no le ponen a otros estados. Son estándares morales que le exigen a Israel, mucho más altos que a otros, y que son imposibles de cumplir en la situación en la que Israel se encuentra. Si pasa algo en Israel que no les gusta, ya culpan a los judíos en general, algo que no pasa a otros niveles.
Mónica Barbazita
En primer lugar, yo voy a hablar desde una postura de educadora, sobre todo, porque toda mi vida la consagré a eso y la educación no se puede sustituir con nada. Creo que desde el Centro Recordatorio del Holocausto, los que no somos judíos y también los que sí lo son, podemos hacer un gran trabajo. Pero aclaro que el ser humano es uno y hay que tratar de borrar esas barreras que nos dividen. Creo que a eso aposté yo, en particular, cuando me integré en este proyecto que me da muchas satisfacciones. Creo que toda esa gente que recibimos, que van desde ser chicos muy chicos, hasta chiquilines que están terminando el preparatorio y tienen cerca de 17 y 18 años, es fundamental. No solo para la educación, sino que es fundamental para la sociedad, porque nosotros siempre tendemos a algo más.
No es simplemente una narrativa de lo que sucedió durante el período de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Europa, en Alemania, con el surgimiento de Hitler. Eso lo trasladamos a lo que es para el ser humano estar dividido, ir contra el otro por cosas que en realidad somos todos diferentes; no podemos decir que porque esta persona es diferente de color o por diferente opción sexual, otra es diferente por la religión, todos los seres humanos somos diferentes.
Lo esencial es la aceptación del otro. Desde el momento en que uno trabaje en la aceptación de las diferencias entre los seres humanos, cada persona es mejor y cada persona es más persona. Cuando trabajamos en el Centro Recordatorio, apostamos a que los chiquilines entiendan a través de la historia y a través del sufrimiento del pueblo judío, esencialmente el holocausto, a lo que puede llegar el ser humano.
Yo creo que en ello ayudará inclusive el diseño del museo nuevo que si dios quiere estrenaremos el año que viene: el tema de los espejos. Yo explicaba hace poco a los chiquilines de 3° y 4°de liceo de un colegio católico de Atlántida que lo de los espejos es para entender que nosotros podemos mirarnos en ese espejo y que nosotros podemos parecer lo mismo de lo que sufrió el pueblo judío pero por otras causas, no por ser judío sino por ser diferente. Puede ser por ideas políticas o religiosas o por ser negro o ser mestizo. Eso de mirarnos en el espejo y entender que no estamos libres de nada y que por otros motivos podemos ser perseguidos y sometidos a una situación tan dolorosa y tan injusta, es muy importante. Esa es un poco la misión, como educadora, que yo tengo o que me he propuesto trabajando con la gente de la comisión directiva que es gente realmente que está dada muy al otro.
Oscar Destouet
El antisemitismo es nocivo, estamos muchos de acuerdo, aunque no todos a nivel de la sociedad y no todos en el mundo.Y creo que aunque no seamos judíos, lo sufrimos en carne propia, no familiarmente, sino como parte de la humanidad. Sentimos, valoramos, nos emocionamos por igual. Es una opción, es un sentimiento que también es parte de la voluntad nuestra de emocionarnos. Los seis millones que murieron en el holocausto son seis millones con nombre y apellido de hombres, mujeres, niños y ancianos que son seres humanos igual que nosotros todos. Honramos su memoria con nuestro compromiso colectivo para hacer una sociedad mejor cada vez más humana en múltiples aspectos: sin discriminación racial, discriminación por opción sexual, sin discriminación por nacionalidad, sin antisemitismo.
Yo combato el antisemitismo en primer lugar con mi práctica diaria; en segundo, pensando y accionando en colectivo. La enseñanza del holocausto es una manera de construir una sociedad más respetuosa, que integre a los distintos colectivos por igual.
Silvina Cattaneo
Yo creo hemos fallado en Occidente en lograr interiorizar un concepto, que es uno de los pocos que tenemos en común, la cultura judeocristiana con el iluminismo secular: es el concepto de la fraternidad. El otro es mi hermano, si el otro es mi hermano lo que le pasa al otro me pasa a mí. Lo que le duele al otro, me duele a mí. A partir de no interiorizar ese concepto, nos matamos entre nosotros y nos lastimamos entre nosotros.
Me pasa que veo fotos sobre el holocausto judío y los rostros, las facciones, el color de piel y las expresiones son las mismas de mis parientes europeos cristianos. En esas fotos están mis parientes, que hayan sido judíos o cristianos, en ese momento es irrelevante. Es mi sangre también la que se derramó en ese holocausto. Creo que al no interiorizar esta cuestión de que el otro es mi hermano, hemos llegado a una construcción, y es algo global, el antisemitismo no está navegando en el vacío.
Hay una polarización por la que para sentirme bien conmigo mismo parece que necesito un adversario. Para lidiar con mi frustración y haber caído fuera del sistema, necesito realmente creer que hay una conspiración judía y para considerar que mi piel es más valiosa, necesito que la piel de otro sea menos valiosa. Necesitamos construirnos todo el tiempo a través de un adversario y eso nos lleva a polarizarnos.
Está bien reconocer al otro y construirme en la mirada del otro, pero si a ese otro necesito demonizarlo y convertirlo en un adversario para sentirme bien conmigo mismo, ahí caemos en este resurgimiento del fascismo.
En este contexto, el trabajo del Centro Recordatorio es maravilloso porque me sigue conmoviendo la llegada de los adolescentes y la mirada que tienen.
Termino con una anécdota corta que dice mucho, porque es la esperanza. Llegó un grupo y uno de los chicos preguntó a nuestra compañera Sandra Veinstein, que es hija de un sobreviviente: “Cuando los judíos encontraban a algún nazi, lo mataban ¿verdad?”. Y otro de los chicos, antes de que Sandra pudiera responder, dijo: "No, nos los mataban. Los tendrían que haber matado, pero no lo hacían porque si los mataban, ellos eran iguales".
Entendieron cabalmente que hay que luchar contra el antisemitismo y que hay luchar contra toda forma de violación de derechos humanos para matar al monstruo que nosotros llevamos adentro. Es una cuestión de supervivencia. Yo le tengo más miedo a lo que está adentro de nosotros y no lo que está afuera.
La anfitriona, en el sentido general y puntual de la palabra, Rita Vinocur, resumió el significado de esta singular situación:
"Es un orgullo para nuestra comisión directiva tener gente de este nivel. Para nosotros fue simplemente natural, cuando tuvimos las últimas elecciones, pensar quiénes eran las personas más comprometidas, incluirlos y ellos han colmado con creces todas las expectativas posibles...Son amigos y logran comprometer con esta misión que ellos mencionan, hacer comprometer a los chicos, en los que nos focalizamos, hacer respetar a los otros. Todos ellos son un orgullo increíble para nuestra institución".