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MiSinai

Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 45. Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

No. 43
Shemini
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 17/04 17:59
Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

¿AMAMOS DEMASIADO?

Por Yanki Tauber

cortocircuito: Electr. Circuito que se produce accidentalmente por contacto entre dos conductores de polos opuestos y suele ocasionar una descarga. (Real Academia Española)

¿Amamos demasiado?

Aparentemente si. Muchos matrimonios fracasan por falta de amor, y un igual número son sofocados por una sobreabundancia del mismo.

Tan deseosos estamos de conexión, tan hambrientos de comunión con otro ser humano, que olvidamos que para que el amor perdure debe ser complementado con una medida igual de contención. Tan ansiosos estamos de dar de nosotros mismos a aquel que amamos, sea el cónyuge, un hijo o un amigo, que frecuentemente damos sin considerar las necesidades y deseos del recipiente de nuestro amor.

Cuando la pasión está mitigada con un poco de inhibición, cuando la intimidad se atempera con cierto grado de reserva, el amor florece. Pero cuando se traicionan todos los límites, el amor se consume.

De este modo, una relación de amor puede ser comparada con un circuito eléctrico. En un circuito, la atracción entre las cargas positivas y negativas crea una corriente de energía que une a los dos; la corriente encuentra un cierto grado de resistencia al pasar a través del circuito, delimitando su intensidad. La tendencia natural de esta atracción es buscar la ruta más corta posible, llevando la carga más alta posible, para unir las cargas atraídas. Pero si esta tendencia se permite, si la “resistencia” falla, el circuito se “corta”: la corriente escala, hasta causar en última instancia la destrucción del circuito y la falla de la misma conexión que la corriente busca crear.

El Libro de Levítico habla de la trágica muerte de los dos hijos mayores de Aharón, Nadav y Avihu.

Luego de muchos meses de trabajo y anticipación, el Santuario ha sido finalmente construido en el campamento israelita y la Presencia Divina ha venido a morar en él. En medio de las alegres ceremonias de dedicación “Nadav y Avihu tomaron sendos braseros, le echaron fuego y les pusieron incienso; y ofrecieron ante Hashem un fuego extraño que no se les había ordenado. Entonces emergió un fuego de Hashem que los consumió y murieron ante Hashem” (Vaikrá 10:1-2).

En su comentario de la Torá, el gran sabio y místico Rabí Jaim ibn Atar explica que Nadav y Avihu murieron de una sobredosis de amor.

Una vez al año, en Iom Kipur, el Sumo Sacerdote entraba en la cámara más interna del Santuario, el Santo de los Santos, para ofrecer ketoret (incienso) a D-os. Esta ocasión, en la que el ser humano más espiritual realizaba el servicio más sagrado en el lugar más sagrado del mundo en el día más sagrado del año, era el punto de mayor intimidad con D-os lograda por el hombre. Nadav y Avihu eran sacerdotes, pero no Sumos Sacerdotes (a pesar de que lo hubieran sido si hubieran vivido para suceder a su padre en el oficio); se trataba de una ocasión muy especial, marcada por ofrendas especiales a D-os, pero no era Iom Kipur. Pero su sed de intimidad con D-os no podía ser satisfecha con nada menos que lo máximo. Querían acercarse aunque “no se les había ordenado”.

La vida humana es un romance entre el alma y su D-os. Nuestra pasión por la vida es un anhelo por la “chispa de Divinidad” implícita en cada una de las creaciones de D-os; el última instancia, todo lo que hacemos está motivado por el deseo de nuestra alma de acercarse a su Fuente. Tan poderoso es este deseo, que nos puede llevar a hacer cosas que son contrarias a la voluntad de D-os, cosas que violan los límites de nuestro amor y lo destruyen.

Para que nuestro matrimonio viva y prospere, debemos alimentar nuestra pasión por la vida; pero también debemos saber cuando refrenarnos. Como en toda verdadera relación de amor, debemos aprender a amar en la forma en que nuestro amado necesita y desea ser amado.

PEZUÑAS PARTIDAS

[D-os le ordenó a Moisés que le diga al pueblo judío, “Sólo pueden comer animales] cuyas patas estén [no sólo parcialmente] partidas sino completamente partidas en [al menos dos sub-] patas.” (Vaikra 11:3)

La primera señal de un animal kósher son sus pezuñas partidas. Los pies tocan la tierra y nos separan de ella. Por lo tanto esto alude a la idea de que en nuestro involucramiento con el mundo físico, debemos permanecer separados de él, distantes en nuestro trato con lo material. El hecho de que la pezuña debe estar partida alude a la idea de que debe haber una apertura en esta barrera: debemos asegurarnos de que la luz de la santidad permee incluso los aspectos más mundanos de la creación, y asegurarnos de que retenemos la consciencia Divina incluso cuando estamos ocupados en los aspectos mundanos de nuestras vidas.

La otra señal de un animal kósher es que sea rumiante. Esto alude a la necesidad de reflexionar antes de ocuparnos de los aspectos mundanos de la vida. Primero, debemos sopesar nuestras intenciones, asegurándonos de que son sólo para elevar al mundo, depurándolas de cualquier deseo de gratificación sensual por sí misma. Segundo, debemos sopesar los métodos que empleamos para elevar el mundo, asegurándonos de que están de acuerdo a los lineamientos establecidos en la Torá.

Likutei Sijot, vol. 1, págs. 224-226.

 

Levítico (Vaikrá)  6:1 – 8:36

La tercera sección del libro de Levítico comienza con la descripción del octavo (Sheminí en Hebreo) y último día de los rituales de instalación. A continuación describe los animales que están permitidos para el consumo judío.

Pirkei Avot Capítulo 1

ERRORES BÁSICOS

Sucedió en Rusia. Una pareja deseaba fervientemente tener un hijo. Eran discípulos del Alter Rebe. Oraron durante años y viajaron al Rebe para pedir una bendición. Al año tuvieron un pequeño encantador. No sólo era un niño gracioso; poseía un intelecto fuera de lo común.

El muchacho aprendía muy rápido, y pasaba todo el día en su cuarto estudiando. Una tarde el padre entró al cuarto de su hijo y miró lo que estaba estudiando. Para su alarma, el muchacho estaba leyendo libros que desacreditaban la Torá y la tradición judía. Con su voz llena de amor le preguntó: "¿Qué estás leyendo, hijo?"

"Papá, estoy leyendo esto porque necesito saber qué responder a la gente que me pregunta". El padre no dijo nada. La próxima vez que lo encontró leyendo literatura similar, su reproche fue más fuerte. Poco a poco, los padres notaron un cambio en su inteligente hijo. Un día el joven entró en la cocina y anunció: "Voy a la universidad de Berlín a estudiar matemática y ciencia". Sus padres no pudieron proferir una palabra.

Después de varios años de estudio en la universidad de Berlín, escribió dos originales tratados científicos que estaban por ser publicados. Además, encontró a una muchacha con quien deseaba casarse.

Recordó a sus ancianos padres, y sintió que debía obtener su bendición para su matrimonio. También quería mostrarles sus manuscritos y mostrarles su éxito. Pero ¿Cómo mis padres, totalmente incultos en materias seculares, entenderían la profundidad de mis estudios? Tuvo una idea. Se detendría en Liozna en su camino a casa.

Allí mostraría sus manuscritos al Alter Rebe, hombre de gran erudición que apreciaría la profundidad de sus trabajos. Sus padres oirían hablar de él de una fuente con la que estaban familiarizados.

El joven viajó a Liozna y se presentó en la casa del Rebe. Al rato ya estaba sentado frente al Rebe. El Alter Rebe y el joven permanecieron en el estudio durante varias horas. El estudioso finalmente salió del cuarto, su cara roja, las manos le temblaban. Sostenía los manuscritos nerviosamente, mirándolos fijamente. Entonces, tomó los papeles y los arrojó al fuego.

El Rebe había mirado la primera página del primer manuscrito, hizo algunas anotaciones, y rápidamente miró las páginas restantes. Hizo lo mismo con el segundo trabajo. Cuando terminó, me miró con sus ojos penetrantes y dijo: '¡Joven, su libro está muy bien escrito, sólo que no es veraz pues hay errores en sus premisas básicas!'

"Me asusté. Había pasado años perfeccionándolos. Empecé a sostener mi punto de vista pero me detuvo. No podía refutar sus objeciones a las declaraciones que había marcado. Dejé el cuarto avergonzado, y repasé en mi mente la crítica del Rebe. Deseé justificarme, pero comprendí que no podía. Por eso tiré mis preciosos manuscritos al fuego."

El joven permaneció junto al Alter Rebe quien personalmente le enseñó Torá. Pocos años después, el muchacho falleció. El Rebe explicó que su alma era una reencarnación de Rabi Eliezer ben Durdaia, que había vivido en la época del Talmud. "Cometió todos los pecados", pero había vuelto a D-os con todo su corazón. Había tenido varias reencarnaciones, y esta completó su arrepentimiento. Su alma se fue preparada para descansar en paz.

LA CUENTA DEL OMER

Luego de dejar Egipto el primer día de Pésaj, contamos 49 días en ansiosa espera. Entonces, en el cincuentavo día, nos reunimos en el mismo lugar donde D-os habló por primera vez con Moshé y recibimos la Torá.

¿Por qué 49 días? La Cabalá describe 49 facetas que constituyen el carácter humano. Cada día que contamos, otra faceta de nuestra naturaleza fue elevada, llevándonos un paso más cerca para recibir la transmisión divina a la humanidad.

Cada año, volvemos a andar este viaje interno. Comenzando con la segunda noche de Pesaj, contamos los días y semanas hasta el día 50, la festividad de Shavuot, cuando recibimos la Torá una vez más. Lo llamamos la “Cuenta del Omer”.

Cómo:

Después de la puesta del sol, parece y diga:

Bendito eres Tu, Señor D-os nuestro, Rey del Universo, que nos ha santificado con Sus mandamientos y nos ordenó con respecto a la cuenta del Omer.

Luego cuente el día:

“Hoy es un día del Omer”; “Hoy son dos días del Omer”; “Hoy son siete días, que son una semana del Omer”; “Hoy son dieciocho días, que son dos semanas y cuatro días del Omer”; y así sucesivamente, hasta “Hoy son cuarenta y nueve días, que son siete semanas del Omer”.

Y concluya con:

Que el Misericordioso restaure para nosotros el servicio del Templo Sagrado en su lugar, rápidamente en nuestros días; Amen, Selah.

Detalles:

- La costumbre es contar durante la plegaria de la noche, pero se puede hacer durante toda la noche.

- ¿Se olvidó de contar el Omer? Cuente al día siguiente pero sin la bendición. En las siguientes noches continúe contando como siempre.

- ¿Se olvidó de contar de día también? Continúe contando el resto de las noches pero sin recitar la bendición.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
Para recibir MiSinaí por email o por whatsapp, contactar por teléfono al 2628 6770 o por mail: [email protected].

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