Entrevistas

Yonatan (Lutz) Langer, de Neo-Nazi a judío, de Berlín a Jerusalem

Un cambio radical

La realidad supera la ficción, la frase ya la conocemos. Pero lo singular es conocer a alguien que puede decir “eso lo inventaron para mí”.

Yonatan Langer (36), que hasta hace unos años se llamaba Lutz, creció en Berlín oriental. Llegó a ser líder de un grupo neo-nazi, en el que con sus amigos se saludaban con “Heil Hitler”….y tras un singular viaje dentro de su propia alma, se convirtió al judaísmo. Hoy , trabajando en el Centro de Cabalá en Israel, espera pasar a ser ciudadano del Estado judío.

Esta es su historia.

“Crecí en Berlín oriental. A los 12 años de edad me incorporé a un  club de Karate en cuyo marco llegué a ser campeón nacional. Me  alegraba ser parte del grupo, pasaba mucho tiempo con mis compañeros y me sentía bien. Un día alguien llevó al grupo música neo-nazi. A mí me gustó porque era ilegal, porque era una vivencia que estaba teniendo en el marco de ese grupo en el que me sentía muy bien y porque me parecía que me permitía acceder a otra gente de buena onda con la que yo quería darme.  Celebrábamos el cumpleaños de Hitler, hacíamos el saludo nazi con “Heil Hitler” y nos reuníamos a escuchar historias de la Guerra de gente que había servicio en el ejército alemán o la SS.

Finalmente creamos nuestra propia Hermandad Alemana, con una casa del club, donde nos reuníamos a tocar música, invitábamos a cantantes neo-nazis y a otros grupos. Teníamos nuestra propia vestimenta, a veces participábamos en peleas callejeras, estábamos bien conectados con otros grupos y teníamos planes a largo plazo de cambiar cosas en Alemania”.

Pero el que cambió, fue él.

 

P:¿Cómo consideras que hay que presentarte?

R: Diría que soy una persona espiritual, que ha aprendido de sus errores, de haber herido a otra gente. Soy una persona con coraje para mirar mis lados negativos y que hoy considero inspiro a otros con mi trabajo diario. Algunos dirían para presentarme que fui líder de un grupo Neo-Nazi, que me convertí al Judaísmo y hoy vivo en Israel. Y eso también es verdad.

P: ¿Cómo  empezó tu cambio? El resultado, fue radical…entendamos el proceso.

R: Cuando hice mi servicio militar y cuando estuve en la universidad, empecé a plantearme algunas preguntas sobre mi ideología. Y comencé a buscar respuestas a muchas interrogantes. Más tarde, tuve un sueño que me llevó a conectarme con la Cabalá. Hice varios cursos, me conecté a actividades de Shabat y comencé a desconectarme del grupo neo-nazi, aunque ya era el líder. Empecé a trabajar por el Centro de Cabalá en Londres, llegué a ser el coordinador de sus eventos, aprendí sobre el Shabat, los jaguim (las fiestas) , las bodas judías, comencé a rezar con Tefilin, a comer sólo Kasher e inclusive inicié un proceso de conversión. El Centro de Cabalá abrió una sucursal en Berlín y yo estuve a cargo de su desarrollo durante los tres primeros años.

P: ¿Compartiste tu historia en tu país, contaste lo que estabas viviendo?

R: Cerca del final del proceso de conversión, sentí que tengo que hablar de mi pasado. Me hice amigo de un periodista que es hijo de un sobreviviente del Holocausto y él escribió sobre mi viaje en uno de los periódicos más respetados de Alemania. Al día siguiente de la publicación, tomé un vuelo a Nueva York para concluir mi conversión, con el baño ritual en la Mikve.

 Ese día cambió totalmente mi vida. Comencé un nuevo capítulo. Al volver a Berlín creía que viviría en Alemania por el resto de mi vida, pero en determinado momento recibió una propuesta de trasladarme a Israel y trabar desde aquí para el Centro de Cabalá. Eso fue en febrero del 2019.

Poco después de mi llegada, el Canal KAN de la television israelí mostró mi historia. Fue después de la experiencia de mi primero Iom HaShoá en Israel. Luego fui invitado a hablar ante una delegación en honor al 75° aniversario del cierre de Auschwitz.  Hoy estoy en mi proceso de aliá, con la esperanza de recibir pronto mi ciudadanía israelí.

 

El grupo neo-nazi

P: Muchas cosas en una respuesta, un mundo entero…vayamos por partes. Tú tú dejaste el grupo neo –nazi en el que activabas hace ya unos años. Pero evidentemente, continúa habiendo grupos neo-nazis. ¿Qué me puedes contar sobre su dinámica, sobre su actividad?

R: No creo que se los pueda describir en forma general porque son muy diversos. Hay grupos menos educados  o instruidos, más violentos, usualmente con metas a corto plazo, cuyos miembros son violentos en la calle y se dedican a temas de seguridad o deportes de combate. Pero hay también grupos más educados, con acceso a gente que está en el poder. En general esos grupos tienen metas más a largo plazo, son menos violentos, pero muy bien entrenados en oratoria, en Leyes y en el manejo de apariciones en público.

En general todos los grupos están bien organizados, comparten lo que aprendieron sobre las leyes y cómo lograr escabullirse de situaciones que se les complican. 

Claro que también simplemente mantienen encuentros con música neo-nazi, fiestas, viajes, conciertos o encuentros en casas particulares.A veces los miembros de los grupos están conectados entre sí por sus respectivos trabajos, pero eso depende de cada grupo, si se trata de un grupo de mayor nivel educativo o más violentos. También hay simplemente relaciones de amistad entre sus miembros.

P: Por tu descripción creo que es ineludible preguntar si acaso son grupos peligrosos. O sea, tú no los describes de modo que puedan infundir miedo o generar gran preocupación, más allá del término “neo nazi” que es su identidad. ¿Traducen su ideología en algo que va más allá de sus encuentros cerrados?

R: La fundación básica de estos grupos es el odio, el deseo de iniciar una especie de revolución, de recuperar el poder de la raza, o sea que sí, de fondo claro que son peligrosos. Esto no significa que necesariamente su actividad diaria se traduce en acciones violentas.  También puede pasar que alguien en el poder toma decisiones que pueden favorecer su ideología.

P: ¿Y cómo resumirías tú cuál es su ideología? Alemania y la raza aria por sobre todo? Odio a los judíos como en el Tercer Reich? O ahora tiene otros matices?

R: Es una mezcla de muchas cosas, más que nada contra valores espirituales y democráticos. Yo diría que lo central es la oposición a mezcla de nacionalidades, una jerarquía de razas y un pensamiento sobre razas superiores e inferiores, un fuerte pensamiento sobre el poder físico, fuerte jerarquía y pensamiento de mando, muy poco respeto por los demás, más que nada minorías. 

Un nuevo camino

P: Después de muchos años, comenzaste a marchar por otro camino, gradualmente. ¿Cómo hiciste para ir acercándote al mundo de la Cabalá mientras mantenías vínculos con los neo-nazis?

R: Te diría ante todo que siento que no es que yo hallé a la Cabalá sino que la Cabalá  me encontró a mí. Durante mis estudios en la universidad y mi servicio militar, estuve en contacto con otra gente, aprendí sobre valores democráticos y comencé a plantearme preguntas sobre mi ideología. Eso me llevó a una búsqueda con muchos interrogantes pero no sabía realmente dónde podía encontrar las respuestas. Comencé a leer libros espirituales sobre temas como vivir el ahora, conversaciones con Dios, cosas así, y sentí que deseaba adentrarme en todo eso. Un día tuve un sueño en el que yo volaba hacia una cueva, descansaba en ella y veía la palabra “Cabalá”. Cuando me desperté, fui a internet y me anoté a un curso de introducción gratuita en el Centro de Cabalá en Berlín. Ese fue el comienzo de todo el cambio.

P: Te adentraste a un nuevo mundo…

R: Así es. Súbitamente, por primera vez, conocí a un judío. Me dio la bienvenida, me enseñó, mi respetó, fue paciente conmigo. Y así fue con todos los docentes en el centro de Cabalá . Al recibir ese amor, ese trato amable y ver gente que sin duda eran ejemplo de dignidad humana , sentí que tenía la luz y la energía necesarias para hacer cambios en mi vida.

P: Suena más fácil de lo que habrá sido, me supongo.

R: Así es. Al principio sentía mucha confusión. Por un lado deseaba hacer cambios en mi vida y por otro mi ideología había limitado mucho mi mente. Pero siempre que me sumaba a un Shabat, aprendía más y más, lo cual me llevó a presentarme cada vez más como voluntario en actividades, y eso también me hizo estar expuesto a gente positiva .Eso me dio fuerza para ir yendo cada vez menos a los encuentros de los Neo Nazis que reunían para escuchar su música. Finalmente dejé totalmente de frecuentarlos y también de ir a su grupo de karate.

 

El por qué del cambio

P: ¿Dirías que puedes señalar qué fue lo que te hizo dejar ese grupo definitivamente y cambiar totalmente tu forma de vivir?

R: Creo que comenzar a estudiar Cabalá, permitirme empezar a mirar hacia adentro de mí mismo, es lo que me hizo cambiar. Claro que requirió más que hacer un curso. Y hubo altibajos. Pero sí diría que en general, estudiar Cabalá me ayudó a cambiar mi encare de vida, sobre los desafíos y la responsabilidad que uno toma por cosas. Me permitió entender mucho sobre el trabajo interno que uno puede hacer y cómo conectarse con la luz del Creador.

P: ¿Qué dijo tu familia?

R: Mi familia no sabía sobre el grupo que yo frecuentaba y no estaban seguros qué pensar cuando me enfoqué en trabajo espiritual, cuando empecé a trabajar para el Centro de Cabalá, lo cual hice porque quería tener un empleo con significado. Pero cuando compartí con ellos el viaje que había realizado y el tema de mi conversión, vieron el proceso que había vivido y las mejoras que eso me había traído. Me apoyan mucho y eso realmente me alegra. También mejoró, por eso, nuestra relación.

P: En la práctica  ¿cómo cambió tu vida por tu acercamiento al Judaísmo?

R: Yo sentí tal aprecio por las herramientas que la Cabalá me daba, que quise estudiar más y más,  y conectarme cada vez más. Eso me condujo finalmente a iniciar mi proceso de conversión, aunque mi meta no era realmente el cambio de religión, sino tener mejor elementos para mi vida.

P: ¿A qué te refieres?

R: Cada Shabat, cada fiesta judía y el cumplimiento de cada precepto, es por supuesto parte de la religión y de la tradición. Pero es más que eso aún. Es también una chance para cambiar algo en nosotros. Por ejemplo, en Pesaj, aprendimos sobre cuando salimos de Egipto, lo cual puede ser visto como sinónimo de salir de la estrechez. O cuando plantamos una nueva semilla en Rosh Hashaná. Aprendí también que nos sobreponemos a la culpa reconociendo si tuvimos un comportamiento negativo y haciéndonos responsable por ello. Esa era mi intención. Pero a nivel práctico claro que eso terminó cambiando mucho de mi vida concreta . Ahora respeto Shabat y los jaguim, las fiestas, como Kasher y puedo casarme como judío. Además, siento que he sido bendecido con un alma completamente nueva que me permite experimentar la vida de un modo totalmente distinto.

P:¿Antes eras creyente?

R: En absoluto.

P: ¿Qué conversión hiciste?

R: Conversión ortodoxa moderna. El proceso se concentró más que nada en aprender las leyes de la religión judía, estilo de vida y en la construcción de nuestra propia conexión con el Creador. Estimo que aprender Halajá y el ciclo de vida judía es necesario porque la conversión no es algo que pueda revertirse. Con la conversión, recibimos una nueva alma y debemos prepararnos para ella lo más posible.

 

La vida en Israel

P:   Desde el momento en que decidiste convertirte ¿pensaste que tu única o mejor opción sería vivir en Israel?

R: Mi conversión llevó aproximadamente 3 años y medio. Al principio no tenía claro en absoluto qué pasaría al final. Yo siempre pensé que tenía una responsabilidad para con Alemania, por mi pasado,  que debía vivir en Berlín y precisamente allí revelar la luz. Pero finalmente fue como una sorpresa mi traslado a Israel y ahora estoy en el proceso de aliá, de ser reconocido como nuevo inmigrante. Y estoy trabajando en el Centro de Cabalá.

P: ¿Israel es diferente de lo que habías imaginado?

R: La verdad es que yo había visitado muchas veces Israel en el transcurso de los años. Venía a pasar fiestas aquí. Pero claro que vivir en Israel es otro nivel. No diría distinto de lo que esperaba, no. Pero me deja en claro cuánto trabajo aún tengo que hacer ya estando aquí.

P: ¿Cómo describirías a Israel ante el mundo exterior?

R: A Israel hay que experimentarlo. Es que es más que su gente, de corazón cálido, abierta, sin fronteras. Es también más que su clima y la mezcla de su gente de todo el mundo. Siento que Israel es como una gran familia, independientemente de dónde vengas y cuál sea tu historia.

P: ¿Has tenido en Israel contactos con sobrevivientes de la Shoá?

R: No me he encontrado con sobrevivientes, pero sí con muchos hijos de sobrevivientes. Y fui con un amigo a Yad Vashem.

P: ¿Qué impresión te causa la forma en que Israel recuerda la Shoá?

R: Creo que muchos países podrían aprender de Israel al respecto. Es muy emotivo, con las distintas conmemoraciones, minutos de silencio recordatorios, todo hecho de una forma en la que me parece claro que todos comprenden la importancia de la memoria de lo ocurrido.  Difícilmente haya una familia no afectada por el Holocausto. Eso también influye mucho. 

P: ¿Con qué reacciones te has topado en Israel cuando la gente se entera de tu pasado, de tu actividad en un grupo neo-nazi?

R: Aunque sorprenda, con mucho amor y también con expresiones de respeto por el viaje que he pasado. Pero también, claro, confunde. Noto que hay gente que no sabe cómo tomarlo. No sabe si enojarse por mi pasado o expresar amor por mi presente. No creo que en ningún otro país me darían la bienvenida del modo en que se me la ha dado en Israel. Esto significa mucho para mí y me ayuda en mi propio proceso.

P: Te agradezco mucho por tu tiempo y tu sinceridad Yonatan.

R: A ti por el interés.

 

Ana Jerozolimski
(17 Mayo 2020 , 00:10)

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