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Ningún judío es menos judío por ser gay

Alex Bukstein es uruguayo y hoy está radicado en México siendo Headmaster de Mercado Libre. En esta nota,  charlamos con él sobre su vida actual y su historia de  realización personal y profesional.

 ¿Quién sos?¿ Cómo te definís? Como uruguayo, como headmaster de Mercado Libre, como judío?

Para definirse a uno mismo creo que no hay que condicionarse con lo que uno es sino con el cómo.

Tres aspectos que me definen son: ser resiliente, pragmático y agradecido.

La resiliencia la pongo en primer lugar ya que me ha tocado vivir situaciones de autosuperación, desafíos en mi vida que terminaron concluyendo en fortalecimiento y realización.  

También, es una fortaleza que bien utilizada se vuelve clave para el desarrollo de la inteligencia emocional. Tener sensibilidad emocional es algo que me ha ayudado a potenciar mis relaciones: familiares, sociales, profesionales, sentimentales.

Respecto al pragmatismo, me gusta mucho la velocidad de ejecución de proyectos e ideas y siempre busco que las cosas sucedan rápido y bien hechas. 

Me gusta ser agradecido con quienes siempre me han apoyado: familia, amigos, mentores, compañeros. Intento retribuir de la manera que sea al aprecio de las personas. Lo veo desde el lado de el dar y de agradecer. 

Definirme como judío, no es que me cueste hacerlo. Nací así, es algo que vino conmigo. Lo que me ayuda todo el tiempo a entender mi rol como judío en cualquier ámbito profesional y personal es no olvidarme de mis raíces, de donde vengo.

No me olvido de que mis bisabuelos y abuelos vinieron de Polonia sin un peso. Todos vivieron en un contexto muy humilde o tuvieron que salir adelante sin que nadie les regalara nada. Yo vivo bajo esa premisa, y eso me define: nadie nos regala nada.

Hablando de mis orígenes como judío, siento el deber de recordar y no olvidar que fuimos expulsados o casi exterminados en varios momentos de la historia de la humanidad. Mi vida o la de cualquier judío está marcado por ese acto de sobrevivencia. Me siento privilegiado y también responsable por sobre lo que significa ser judío. 

Recuerdo y valoro mucho como mis abuelos y padres hicieron todo lo que estaba a su alcance para que tuviera una educación judía. Era un alumno becado del Ariel, como muchos otros.

Luego de muchos años, entendí que “El Ariel” me forjó a ser siempre una persona libre sin dejar de lado mi judaísmo y sionismo. 

 ¿Qué es ser headmaster de una empresa como Mercado Libre?

Hoy me toca estar en una posición de referencia estratégica en Mercado Libre México. Esto implica liderar equipos cuya misión es democratizar el comercio en el país. Puede sonar un tanto intangible pero en definitiva lo que hago todos los días es pensar cómo hacer que las empresas que venden en la plataforma crezcan y que más usuarios puedan encontrar lo que quieren comprar.

En Mercado Libre ser referente implica todavía más que eso y se puede explicar desde dos perspectivas:

La primera, es la de los resultados, claves para volverse referente en cualquier ámbito. Pero en Mercado Libre no solo importa el qué sino el cómo. Y es esto lo  que determina la calidad de líder que sos dentro de la compañía.

Entonces,  temas como la atracción y gestión de talento, estructuración o detección de oportunidades, saber priorizar, ejecutar con calidad, o desafiar situaciones cotidianas, se vuelven claves para liderar dentro de Mercado Libre. 

A medida que vas creciendo dentro de la compañía, la diferencia la termina haciendo qué tan bueno eres gestionando a tu equipo, escuchándolo y orientándolo. Como líder, tenés que dejar que otros lideren y hagan. Su propia gestión y desempeño termina hablando del tuyo.

Si yo digo Jazit, ¿cuál es tu primer pensamiento?.¿Qué te aportó en tu vida personal y laboral la tnuá?

“Tengo alma de bohemio y macabeo” (el comienzo del himno) es lo primero que se me viene a la cabeza, pero por sobre todo, mucha nostalgia y de la buena.

La tnuá también terminó siendo forjadora de muchos valores que hice propios, como el trabajo en equipo, el compromiso o la conciencia social.

El sentido de pertenencia, la pasión y las ganas de hacer algo que te reconforta son motores para lograr lo que quieras. Más aún en la edad de la bogrut, cuando sentís que te querés comer el mundo. Esa época me hizo ver que se puede hacer muy feliz a mucha gente con muy poco.

Cuando me pongo a pensar todo lo que hice en Jazit y la edad que tenía al ser Mazkir (20 años), me cae la ficha de que todo eso tuvo que pasar quizás para que hoy esté escribiendo esta nota.

La tnuá te saca al mundo muy temprano; te enseña a liderar, a pararte frente a personas, hablar en público, hacer campañas de publicidad, presupuestar, ser creativo, recaudar fondos sin ningún tipo de vergüenza de pedir y podría seguir mucho más. 

Cuando estás haciendo todo esto no te das cuenta, pero son herramientas para el resto de tu vida. De adulto te permiten enfrentarte mejor y con mucho más soltura a los desafíos de la vida: sociales, personales o profesionales.

De Jazit también me quedó mucho en la cabeza el “ser crítico y analítico”. Estas palabras tienen su valor en relación a la escucha activa, a analizar perspectivas, opiniones. Entonces, a la tnuá la recuerdo con mucho cariño y como una época en donde el tiempo invertido 100% lo valió. Todo lo que hice y viví allí, lo volvería a repetir.

 ¿Cómo fue y es tu vivencia de ser judío y gay? 

Mi realidad es que entre los 17 y 22 años viví un proceso de represión bastante marcado a pesar de que toda mi vida me había sentido “distinto” a mis pares. En ese momento, el modelo del mundo o de la sociedad que se mostraba como “normal” frente a mi no empatizaba con lo que yo era realmente. 

Cuando era adolescente, y aún no asumía que era gay, creía que lo que me estaba pasando (que me gustaran personas del mismo sexo), era algo que estaba mal y que no era correcto. Y es que lo que pensaba es que no había compatibilidad entre la autorrealización personal y profesional con el hecho de ser gay y judío.

Íbamos todos los fines de semana a bailar con mis amigos o a fiestas y entendía que tenía que “chapar” con  muchas chicas y hacerme “el capo” con el tema. Lo más increíble es que yo estaba convencido de que se podía cambiar, como si con una varita mágica alguien viniera a decirme que a partir de ahora las chicas me iban a empezar a gustar. Y es que no veía otra posibilidad y tampoco sabía cómo ser feliz ni pleno tal cual yo era.

¿Qué iban a pensar o decir de que el Mazkir de Jazit era gay en 2007? Pensaba que sí o sí tenía que tener novia, y mejor aún si era de la cole. Vivía con el convencimiento de que “podía cambiar” y así mostrarme en sociedad y comunidad como un líder heteronormativo y exitoso. De hecho así fue, tuve novia casi 2 años. Seguimos en contacto y nos queremos mucho. 

En algunos casos, le mentía a mis viejos sobre a dónde iba, les inventaba historias a mis amigos, conocía a personas por internet sin verlas previamente (en ese momento no existían las apps), o  iba a lugares desconocidos. Considero que no vale realmente la pena tener que pasar por eso.

No le echo la culpa a mi entorno por haberme sentido reprimido. El mundo cambió mucho y en esa época no estábamos tan deconstruidos socialmente como ahora. Estoy reconciliado con ese momento realmente, fue parte de mi proceso de aceptación. Me volvió resiliente y emocionalmente más inteligente. Agradezco estar reconciliado con esa parte de mi historia porque entiendo que no a todos nos pasa y soy un afortunado en poder sentirlo así. 

Cuando tenía 22 años, decidí que no quería vivir más de la manera en que lo estaba haciendo y empecé a recorrer de manera más decidida el camino hacia ser consecuente y coherente conmigo mismo. Comencé a buscar mi propia libertad y fui dejando de vivir la mentira que había construido.

Con el diario del lunes y luego de varios años, también pienso: ¿por qué tenía que aclarar que era gay? Como si tuviera que rendir cuentas sobre el tema. Somos lo que somos, es raro tener que explicarle a alguien o justificar lo que uno es. Todo esto se lee como muy lindo y hasta evidente pero en ese momento no lo tenés tan claro.

A la primera persona que elegí para contarle que era gay fue mi mejor amigo en ese momento. Mi entorno en esa época era 100% de la colectividad. Luego de tener esa conversación con él, literalmente me dijo “no me hables nunca más, alejate de mi”. Sí, esas fueron sus palabras redactadas en un SMS y eso fue todo.

Imaginate, venir con todo el ímpetu de querer aceptarte a vos mismo y recibir tal rechazo. Inmediatamente después de eso, empecé a alejarme de mis amigos judíos ya que obviamente me decía a mi mismo: “esto no va a funcionar”. 

Haber tenido ese rechazo no me hizo retroceder en mi camino sino al contrario, me potenció muchísimo. En definitiva, me liberó de lo que estaba mal y creo que tuve la lucidez, por suerte, de decirme a mí mismo que quería que mi vida fuera increíble en todo sentido, en el plano afectivo, amistoso y profesional. Nadie me lo iba a impedir, dependía solo de mi rodearme de personas con buenas intenciones.

Conocer más gente gay en esos años, me ayudó mucho a entender que simplemente “estaba todo bien” y que podía tener una vida plena en todo sentido. También me dio confianza para compartirlo con otros amigos y ni que hablar mi familia.

“Salir del closet” (como le dicen generalmente a ser abiertamente gay), me ayudó a enfrentar todos mis desafíos con más seguridad, sin vergüenza. Puedo afirmar que toda esta salud emocional que comencé a tener se vio reflejada en mi crecimiento profesional también. El hecho de poder ser más espontáneo y honesto conmigo mismo terminó generando un impacto multiplicador en mis entornos y relaciones en todo sentido. Fue como una explosión que potenció mis fortalezas y ahuyentó mis debilidades.

En relación a ser judío y gay la verdad es que nunca vi tanto conflicto a nivel introspectivo. Nunca me dejé de sentir judío, siempre me sentí orgulloso de ello.

Mi relación con la religión estuvo siempre más conectada con la cultura, historia y valores. Mi familia es tradicionalista. No fuimos shomrim shabat ni comíamos kosher pero siempre estuvimos vinculados a la comunidad, la tnuá, el sionismo y las festividades. Yo siempre quise todo eso en mi vida.

Me gustaría compartir dos situaciones bastante increíbles.

La primera fue cuando un judío uruguayo me ofreció deshomsexualizarme yendo a un trátamiento en Estados Unidos en donde me vendían la felicidad y explicaban que lo que tenía era un problema psicológico. Obviamente no fui, pero si me dio curiosidad escuchar qué tenían para decirme y de qué manera tan retorcida pensaban. 

Otra ocasión fue cuando en un viaje a Israel en el programa Onward de Hillel, me enfrenté en público alm Rabino Richard y le pregunté qué pensaba sobre la homosexualidad y su respuesta fue “Es una aberración y la torá dice que está prohibido, hay que erradicar esto”. Yo por otro lado le decía que estábamos en Jerusalem y estábamos a 1,5 hs de Tel Aviv, la ciudad con más homosexuales (y judios) por m2. Le pregunté qué tenía para decir Hashem de esto y se quedó mudo.

También tuve situaciones de apoyo. Por ejemplo, cuando le pregunté al Director de Cultura de la NCI que pasaría si algún día me quisiera casar, si en la sinagoga lo harían. Su respuesta fue “Si, las brajot que están hechas para hombre y mujer (se lamentó), pero lo podríamos hacer”. Independientemente de lo de las brajot destaco una postura abierta, de escucha activa e inclusiva.

Toda mi vida estuve involucrado también con Naguia o Atzmait (lehakot de la Kehilá y NCI). Estos fueron espacios comunitarios en donde siempre me sentí muy libre también.

Mi experiencia comunitaria sin duda fue increíble, pero me tocó construirla sobre un relato de persona que no era. 

 ¿Quién fue, si queres contar, en tu familia o amigos, la persona que más te apoyó, y cómo fue con los mayores de la familia? 

Lo que me pasaba con mi familia también era un poco loco. Antes de salir del closet creía que tenía que acumular muchos méritos como: que me vaya  muy bien en mi carrera, tener un trabajo sólido e ingresos para que mis padres no pensaran que “estaba perdido”. Como si tuviera que tener siempre buenas noticias para contarles, versus “la mala” de ser gay. 

No es que creía que mi familia no me fuera a aceptar, fue una decisión de autoprotección.

Obviamente los “padres de antes” estaban menos preparados para asumir que su hijo o hija podían llegar a ser gays. Traen muchas expectativas muy formadas y estrictas sobre ellos. Quiero creer que los padres de hoy son mucho más abiertos.

Los padres o la familia también viven un proceso de aprendizaje, eso también lleva su tiempo y hay que respetarlo.

La cuestión es que nada de lo que yo creía pasó: mis padres, mi hermana, todos me abrazaron y me ofrecieron siempre su apoyo y amor incondicional.

El resto de la familia, tanto del lado de madre como padre fueron siempre súper inclusivos. He ido a las cenas de Pesaj o Rosh Hashaná con mi novio, compartiendo costumbres y valores como en cualquier familia judía tradicionalista. Estoy enfáticamente agradecido por tener un vínculo inclusivo con mis seres queridos.

 ¿Qué mensaje le darías a personas que podrían estar pasando por lo mismo que tu pasaste en su momento?

Una frase que me acompaña siempre es que ”No hay tiempo para tener vergüenza”. No hay mejor fortuna que la posibilidad de vivir una vida plena y realizada. Ya sabemos que no es verdad que ser gay esté mal y que tampoco se puedan cumplir objetivos personales, profesionales y amorosos. Tampoco es verdad que ser gay y judío no sean compatibles.  

Si alguien entiende que ser gay decepcionará a un ser querido, a su comunidad o amigos que no se olvide que antes de eso es más importante no decepcionarse a uno mismo. 

Les pediría que no vivan una vida de mentira, ni que tampoco tengan que justificarle a nadie lo que son. 

Ningún judío es menos judío por ser gay ni tampoco está predestinado al fracaso por ello. Soy testigo de todo esto, me pasó literalmente todo lo contrario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Janet Rudman
(10 Septiembre 2020 , 22:22)

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