El Profesor Lubin, fallecido hace pocos meses, nació en Alemania, llegó a Uruguay a los 2 años de edad y poco después de recibirse de médico, se radicó en Israel. Vivió agradecido a Uruguay y supo expresarlo en hechos prácticos concretos.
Este jueves 13 de diciembre, en un acto en Presidencia de la República, la Academia Nacional de Medicina realiza su Encuentro Anual y Entrega de Premios 2018, en cuyo marco se rinde homenaje a la memoria del Profesor Ernesto Lubin, destacado médico uruguayo-israelí fallecido meses atrás en Israel. En la ocasión hablan la Dra. Graciela Lago y el oncólogo uruguayo-israelí Dr. Arnoldo Cyjon, invitado especialmente al evento.
Lubin, a quien el Embajador uruguayo en Israel Bernardo Greiver llamaba con razón el “patriarca” de la comunidad uruguaya israelí, significó mucho para sus dos países. Por lo que hizo por ambos. Por lo que irradiaba en calidad humana. Era experto en medicina nuclear y Tiroidología, fue Director del Hospital israelí Beilinson, Profesor Emérito de la Escuela de Medicina de Tel Aviv y de la Facultad de Medicina de Montevideo.
Tal como lo hicimos en Semanario Hebreo a raíz de su fallecimiento, queremos también hoy aquí honrar su memoria compartiendo la entrevista que le hicimos en el 2009, tal cual la publicamos en su momento, cuando Israel, donde se había radicado unos 50 años antes, había cumplido 61 años de independencia.
Testimonio inteligente y emotivo, también hoy.
Lubin y el Presidente Vázquez en el Instituto Científico Weizmann (2008).
Foto: Ariel Jerozolimski
EL VÍNCULO CON URUGUAY
P: Ernesto, hoy en esta entrevista, hablamos de dos amores que alberga tu corazón: por Uruguay y por Israel. Comencemos con el vínculo especial con Uruguay, que siguió siendo siempre parte integral de tu vida.A tal punto, que una vez cada dos años, viajas a trabajar voluntariamente por unas semanas en el Hospital de Clínicas.
R: Así es. Cada dos años, desde 1996-antes, las obligaciones, la vida diaria, la necesidad, no me permitían hacerlo- voy a Uruguay y trato de devolver algo de lo mucho, mucho que yo recibí. Vamos con mi esposa, Flora, y paso tres, cuatro semanas en las cuales yo realmente disfruto de mi trabajo en el Hospital de Clínicas. Veo pacientes junto con mis colegas uruguayos y es un placer ver el buen nivel y poder compartir con ellos las dudas que siempre tenemos en medicina, poder entender cuáles son sus posiciones y ellos entendiendo también cuáles son las mías.
P: ¿Cómo es la relación con tus colegas con los que haces el trabajo en el Clínicas?
R: Siempre busqué la forma de poder colaborar con ellos y aún en los años anteriores a empezar con esta iniciativa, siempre estuve contacto con mis colegas de Uruguay. Siempre les tuve un gran aprecio y una gran admiración por su calidad de médicos. Creo que es algo que deberían hacer todos los que consideran que tienen algo que agradecer y algo que brindar...ambas cosas.
P: Y tu trabajo en el Clínicas con tus colegas es en la misma disciplina en la que te especializaste en Israel ¿verdad?
R: Así es, en medicina nuclear. Mis colegas inclusive van preparando esos días porque ha pasado que hay gente que me llama para saber qué días estaré en el Hospital de Clínicas y yo contesto que lo que lo organizan son los médicos allí, que lo que ellos me digan, yo lo voy a hacer. Además yo no tengo absolutamente ninguna exigencia de ningún tipo. Me siento sumamente cómodo con ese grupo de compañeros, que son dicho sea de paso mucho más jóvenes que yo. Yo diría que el mayor de ellos tiene más de diez años menos que yo. Cuando yo dejé la Facultad quizás alguno de ellos entraba...Se fue haciendo la relación profesionalmente .He participado junto con ellos en congresos y siempre me han llamado la atención por su calidad, aunque entiendo cuáles son las enormes dificultades que tienen desde el punto de instrumental, de costos. Pero yo diría que hacen de tripas corazón...hasta donde se puede. Uruguay, en ese sentido, tiene que empezar a cerrar diferencias para mantener un buen nivel de medicina. Esas diferencias son fundamentalmente tecnológicas. Tienen toda la capacidad humana de hacerlo y necesitan la posibilidad económica porque hoy en día la medicina moderna es cara. Creo que tienen que tener mucho más apoyo.
Ernesto y Flora en el Instituto Weizmann, esperando la llegada del Presidente Vázquez.
P: Tu amor por Uruguay es algo que tú y tu esposa Flora han transmitido a vuestros cuatro hijos, aunque sólo los dos mayores nacieron en Uruguay y de hecho viven en Israel desde muy chicos. También a vuestros 12 nietos.
R: Así es, a todos les encanta oír de Uruguay, a todos. Y cuando hay algo de Uruguay me llaman por teléfono “mirá,en la televisión apareció tal y tal cosa de Uruguay”...Siempre están pendientes.
P: ¿De dónde viene la relación? Tú no naciste en Uruguay...
R: Yo llegué a Uruguay a los 2 años de edad, en 1932, desde Alemania. Desde ese momento sé que el hecho de que hoy estoy acá es porque alguien me supo recibir y no solamente eso sino que me dio, me brindó. Me brindó un mundo de posibilidades que he aprovechado y que fue el que me abrió los caminos que luego siguieron su ruta, a través de Israel, pero sin nunca haber dejado Uruguay. Yo digo siempre: vine a Israel, pero nunca me fui de Uruguay. Eso, en estos momentos, con los años, es una sensación que se va acentuando. Es una sensación de agradecimiento por aquel pequeño país que nos dio tanto. Yo me llamaba Ernst cuando llegué a Uruguay. En Uruguay me llamaron Ernesto. Y siempre digo que la O me salvó la vida.
LA VISIÓN DE ISRAEL
¿Cómo ves a Israel, el país en el que has vivido ya la mayor parte de tu vida, al cumplir 61 años?
R: ¡61 años ya! Es mucho tiempo ¿no? No sos tan joven a esta edad, tenés muchos problemas a veces a los 61 años...Israel ha cambiado mucho. Las cosas han sido difíciles. Yo creo que si se despertara alguien de los años 50 y viera el Israel de hoy, quedaría tremendamente sorprendido por los cambios.. Cada uno los calificará a su manera, pero sin duda hay cosas increíbles. El país tiene más de 10 veces más de población que la que tenía cuando se fundó hace más de seis décadas. La población ha venido de orígenes tan distintos que es muy difícil poder pretender mucho más...pero el ideal tiene que ser mucho más alto que donde estamos.
P: Es que sin duda ha habido también cambios para mal.
R: Sin duda.
P: Pero hay cosas que nadie le podrá quitar a Israel en cuanto a logros ¿no?
R: Indudablemente. La dinámica es tremendamente positiva. Te voy a contar una anécdota muy corta para explicar cuál es mi posición hoy. En el año 50 estuve en Israel por dos meses para visitar a mi hermana que estaba en el Kibutz Ein Hashlosha. Trabajé como cualquier miembro del kibutz .El kibutz en ese momento era prácticamente solo carpas y alguna que otra cabaña. En el viaje hacia Israel conocí a un matrimonio mucho mayor que yo. Al llegar me preguntaron qué pienso hacer de mi vida y yo conté que estaba estudiando medicina, en segundo de Facultad y que al terminar, vendría a Israel. El hombre me pregunta: “Estamos llegando a Israel, todavía no sabés si te va a gustar.¿Cómo podés decir que vas a venir a Israel?” .Y yo le digo: “¿Qué importa si me gusta? No tiene ninguna importancia”. Y así las cosas se fueron desarrollando con los años.
P: Es que hay un significado de fondo....a eso te referías supongo...
R: Claro que si. Hay cosas que me emocionan en Israel ...como algunos aspectos de la historia de Israel,,,muchos aspectos de la relación de Israel con el judaísmo del mundo...y las realizaciones de Israel. También algunos aspectos culturales de Israel, como la música.
P: ¿Y de la medicina?
R: Claro, también. Con todas sus debilidades, me entusiasma el hecho que la medicina en Israel se brinda a todos. Yo todavía veo dos veces por semana decenas de pacientes, casi todos ellos por encima de 60 años. Y veo que tienen la posibilidad de llegar a todo.En ciertos aspectos hay una nivelación de servicios que hace que las diferencias culturales no se manifiesten en la prestación de servicios médicos por lo menos....Me emociona también recorrer Israel, llegar a la Galilea, ver a la gente de los kibutzim.
P:¿ Hay cosas que te molestan ?
R: Si, también. Ciertos momentos políticos en el país. Y desgraciadamente hay algunas cosas que me decepcionan....como que haya algunos pequeños grupos que son tan distantes de lo que a mi me hubiera gustado que fuéramos. Prefiero no entrar directamente en política, pero está claro que convive lo bueno y lo que aún debería mejorar.
SIONISTA URUGUAYO
P:¿Qué recordás de tus años en Uruguay en la época previa a la creación de Israel e inmediatamente después? Se creó el Comité pro-Palestina, o sea en favor de la creación de un estado judío, Uruguay fue clave en el apoyo, como todos sabemos.
R: Recuerdo perfectamente bien esa época. Discutíamos cuál debería ser el nombre del Estado, Israel o Palestina, Iehudá....Recuerdo que vivíamos ese momento en una forma increíble. Recuerdo que en noviembre, el día de aceptación de la resolución favorable a la Partición, yo tenía que ir a la Facultad. Fui a la parada de ómnibus cerca de casa, por la calle Garibaldi y recuerdo que en la parada había una persona más y yo le digo: “¿Oíste? ¿Oíste que aceptaron la creación del estado de Israel?”. Y él me miró....
P: ...como diciendo ¿y éste de qué habla?....¿Era un conocido tuyo?
R: Era un compañero de estudios, pero no era judío, y yo no me di cuenta que lo que para mi era el centro de mi vivencia en ese momento alguien podía verlo como algo secundario o terciario....
P: Claro está que para los judíos era EL tema, pero también figuras nacionales no judías estaban abocadas al apoyo a esa causa.
R: Claro que si, sin duda. Estaban Fabregat, Sabat Ercasty, Cardoso, recuerdo cuando Fabregat retorna de las Naciones Unidas y es recibido por el Comité Central Israelita. Y allí estaban Don Elías Seroussi y mi padre, Presidente y Secretario del Comité Central. Era algo que uno vivía intensamente.
P: Y poco después, empezó la guerra...
R: Enseguida, con la creación de Israel, empezó la guerra. Recuerdo las idas al puerto a despedir a los muchachos que venían para acá. Recuerdo que cuando mi hermana Eva vino a Israel, cientos de personas fueron a despedirla a ella y a otros compañeros al puerto. Ella tenía que venir al kibutz Nitzanim, pero en ese momento, el kibutz había caído en manos del ejército egipcio sólo tres semanas después de la declaración de independencia el 14 de mayo de 1948. Recuerden que Nitzanim se encuentra a tan solo 45 kilómetros al sur de Tel Aviv. La gran amiga de mi hermana, Dvora Epstein, de apenas 20 años de edad, que había llegado a Israel sólo seis meses antes, cayó en la lucha por Nitzanim junto a otros 33 compañeros. Es evidente que el nacimiento del Estado no llegó en bandeja de plata. Igual vinieron, fueron a Hadera porque no había dónde estar y luego fueron al sur, en Ein Hashlosha. El que les mostró el lugar fue el comandante de la zona en ese entonces. Moshe Dayan.
P: En ese entonces, era la otra punta del mundo..
R: Y si, más o menos. Está justamente frente a Khan Yunes. Y para llegar había que cruzar valles sin caminos..Eso lo recuerdo yo del año 50 así que antes, peor todavía. Creo que la gente que recuerdo con más emoción es la de los kibutzim. Creo que en aquella época, gran parte de la inmigración latinoamericana era de jalutzim, pioneros, a los kibutzim.
LOS PRIMEROS TIEMPOS
P: ¿Qué vivencias recordás de vuestros comienzos en Israel?
R: Recuerdo los primeros días o las primeras semanas en Tel Hashomer. Vivíamos en las residencias de médicos, con dos chicos, en 35 metros. Y nos sentiamos muy bien. En total, entre todo el plantel médico de Tel Hashomer, había cinco autos. Recuerdo que los viernes había presentación de casos en los que el público de médicos daba su opinión. Recuerdo que pedí para decir dos palabras, en hebreo por cierto, y me equivoqué en una, que dije en masculino y debía ser en femenino. Por lo menos 20 de 80 médicos se dieron vuelta para decirme la correcta. Yo creo que decidí en ese momento que no intervengo más por lo menos por un año.,.,,,no por lo que dije sino por el error gramatical.
P: ¡Genial!
R: Te puedo contar una anécdota de una de las personas más increíbles que conocí en este país, que fue Sheba (se pronuncia Shiba), a cuyo nombre está hoy el Hospital Tel Hashomer. Yo llegué en junio de 1959 porque resolví que ese era el momento. Me había recibido un año antes, Flora estaba embarazada.... y decidimos que era el momento. Tras algunos contactos que no funcionaron, uno de los médicos me aconseja ir a un hospital donde hay un “cerebro” que se llamaba Heller y un “corazón”, que se llamaba Sheba. Vine pues a ver a Shiba Le dije: “Tengo 28 años, tengo dos hijos y quiero radicarme en Israel”. El era el jefe de medicina interna. Me respondió que al día siguiente, a las 7.30 de la mañana, vaya a verlo. Yo, a las 6, ya estaba allí. Me dijo que iremos a hacer una visita de pacientes, algo más de 20 camas, sólo él y yo. Yo no tuve ningún problema, porque la preparación en Uruguay había sido de un nivel que así lo garantizaba.
Me aceptó para su equipo. Cuando salimos del hospital, ´él me llevó en su coche a Tel Aviv. El tenía un Renault chiquito. En la estación en la que soldados hacen dedo, había dos soldados, muchachos jóvenes, pero que seguro pesaban más de cien kilos cada uno. El preguntó adónde van, contestaron Tel Aviv .”¡Adentro!”, dijo él. Y yo me preguntaba dónde entrarían..Creo que Sheba fue una de las personas que más admiré en Israel. Quizás la que más. Verlo era emocionante, una gran persona. Mucha gente sentía eso.
P: Recordás esos tiempos con emoción...y supongo que también hubo momentos dificiles.
R: Claro que si. Se recuerda esos momentos con emoción, hasta con nostalgia a veces, pero también había momentos dificiles, momentos de soledad.. Flora en ningún momento hizo problemas de nada, aunque era la que más temor tenía.Comprendía cuál era la situación y supo siempre aceptar todo lo que fuimos viviendo. Claro que hubo dificultades, pero no me puedo quejar, de ninguna manera, de la forma que se me aceptó, de muchas cosas...También en la vida de quien nace y muere en el mismo lugar hay cosas que ocurren y dificultades que surgen....
P: Tu resumen, por ende, es muy positivo, si te entiendo bien.
R: Claro que si. Yo creo que sobrevivir y progresar, como lo ha hecho Israel durante 61 años, es-no hablo de milagros porque no es una palabra que me guste- es prácticamente una proeza, con significado histórico importante, sin usar superlativos.
(Ana Jerozolimski)