Pinjas Wallerstein está tan convencido hoy, como lo estaba años atrás, cuando el proceso de Oslo, del error que cometía a su criterio el entonces Primer Ministro Itzjak Rabin en la negociación que había desarrollado con la OLP. No menos convencido está de lo absolutamente inaceptable de su asesinato, a tal punto que afirma categóricamente: a Igal Amir se lo debería haber condenado a la pena capital, borrándolo totalmente de la historia.

Wallerstein es una de las figuras más conocidas del liderazgo de las comunidades judías en Judea y Samaria aunque no está hoy en un cargo oficial formal. Se instaló en el asentamiento de Ofra cuando fue erigido en 1975 y vive allí desde entonces. Fue su secretario general hasta 1979 y luego, durante casi 30 años, el Jefe del Consejo Regional Maté Biniamin-el marco municipal que engloba a los asentamientos de la zona de Biniamin. Fue el Director General de Moetzet YESHA, o sea el Consejo de Poblados judíos en Judea, Samaria y Gaza (acrónimo que incluía los poblados de Gush Katif evacuados en el 2005 en el plan de desconexión de la Franja de Gaza ordenado por Ariel Sharon).
Lo que nos convocó a esta entrevista fue el 25° aniversario del asesinato de Itzjak Rabin conmemorado días atrás de acuerdo al calendario hebreo.
P: ¿Cómo vive usted el 25° aniversario del asesinato de Itzjak Rabin?
R: Mira, por un lado el sionismo religioso del que soy parte sintió ser objeto de una acusación colectiva por el asesinato. También de parte de la familia Rabin. Y mucha gente no lo perdona, está enojada por ello.
P: Por si lee esto alguien que no esté interiorizado en el tema, aclaremos que ello se debe a las protestas multitudinarias de dicho sector contra Rabin en la época del proceso de Oslo, duras protestas, y al hecho que del sionismo religioso salió el asesino Igal Amir. ¿Por qué sintieron acusación colectiva?
R: Porque eso era lo que nos hicieron sentir. Y yo tengo un ejemplo muy personal. Mi yerno y otros jóvenes, cuando su servicio militar, volvían de un operativo anti terrorista en Líbano, y cuando trataban de conseguir un coche que los levante con el que pudieran acercarse a sus casas, uno se detuvo junto a ellos. Mi yerno se puso la kipá en la cabeza, y el conductor lo increpó, le dijo “ustedes mataron a Rabin” y le dijo que se baje del coche. Lo único que le alivió un poco el dolor fue el hecho que todos los demás soldados, no religiosos, se bajaron con él en señal de solidaridad.
P: Qué dura vivencia.
R: Muy dura, sin duda alguna. Aclaro que soy consciente de que hay posiciones radicales inaceptables también del otro lado. Eso está clarísimo. Pero volviendo al tema concreto de Rabin…ahora se anunciaba por ejemplo el acto recordatorio ya tradicional, en la plaza que hoy se llama Rabin, y el lema era “Volvemos a la plaza”. ¿Pero quién “vuelve”? Recordemos que eso se refiere a volver a la plaza que había sido escenario de la manifestación de apoyo al camino de Rabin .Entonces, vuelve quien apoya ese camino, lo cual significa que yo no estoy invitado. Aclaro que yo no digo en absoluto que estemos limpios y sé que hay que hacer introspección, analizar nuestro comportamiento. Pero estoy seguro que eso lo puedo hacer donde soy querido y aceptado. No puedo ir a la plaza, no a los actos de recuerdo, porque siento que allí no me quieren.
P: ¿Pero el asesinato fue un trauma nacional también para usted?
R: Por supuesto. Yo no diría “también” sino que para mí, como judío religioso que ve en la aliá, la inmigración a Israel, un motivo de admiración, y el proceso de retorno a Sion anunciado por los profetas y en la independencia de Israel algo sagrado, el asesinato de un líder de Israel no es un asesinato más. Todo asesinato es condenable pero esto es peor aún. Cuando estamos en un proceso de regreso a Sion, quien asesina a un líder que rige los destinos de Israel, debe ser borrado de la faz de la Tierra, de la historia. Yo tampoco le habría permitido que se una con su esposa en la cárcel para poder concebir y tener un hijo. No tendría que quedar nada de él en este mundo.
Para mí, asesinar a un líder de Israel es más peligroso que Hezbolá.

P: El asesinato es un ejemplo extremo y especialmente duro, pero entiendo que para usted esa …diría “santidad” del Estado, se manifiesta también en otras situaciones.
R: Así es. Cuando el Supremo Tribunal de Justicia decidió destruir 9 casas en Ofra, donde yo vivo, la decisión me pareció tonta y cruel. Pero cuando ya era inapelable y por ende irreversible, dejé en claro que no permitiré que no se la cumpla. Y cuando había manifestaciones contra la evacuación de Gush Katif, algunos rabinos dijeron que los soldados deben desacatar las órdenes de desalojo, a lo cual el Consejo Yesha respondió que eso está prohibido, que se debe preservar el respeto al Estado y sus instituciones. Es que no hay ningún otro caso en la historia de un pueblo que fue enviado al exilio y logró volver a su tierra ancestral. Por eso, considero que el Estado de Israel tiene un estatuto de santidad, nada menos que eso. Esto no quiere decir que ame al gobierno, sus instituciones y sus jueces. No. Pero voy a hacer todo para preservar al Estado.
Los traumas
P: Y no todos sienten exactamente así.
R: Conozco entre nosotros también a quienes siguen hablando de conspiraciones, quienes siguen diciendo que Igal Amir no mató a Rabin. Yo diría que subestiman a Igal Amir, que él mismo dice que lo mató. Él le disparó al Primer Ministro, eso es indiscutible. Y yo creo que se le debería haber condenado a la pena capital. Ahora eso ya no es actual para Igal Amir. Pero si D´s no permita llega a haber otro caso así, esa debe ser la sentencia. Y en cuanto a Igal Amir, el asesino de Rabin, este criminal debe pudrirse en la cárcel hasta el fin de sus días, sin posibilidad ninguna de recibir amnistía.
Hay situaciones en las que los jueces decidirán los detalles, pero en las que el principio debe estar clarísimo. Por ejemplo, el caso del ataque a la casa de la familia Dawabshe en la aldea palestina Duma: si fue o no Amiram Oliel el responsable, es algo que los jueces deciden, pero lo seguro es que quien quemó viva a una familia viva debe pasar el resto de su vida en la cárcel.
P: Lo de la amnistía que mencioné antes requirió una mayoría especial en la Kneset.
R: Así es, por eso se promulgó una ley que determina que para dar amnistía a Igal Amir es necesaria una mayoría especial, 80 de los 120 diputados. Recordemos que para derribar al gobierno alcanza con 60.
P: El asesinato de Rabin marcó una división muy clara con aristas problemáticas que en gran medida no han desaparecido. Y con eso se llegó también a otro punto complejo, cuando se decidió evacuar los asentamientos de Gush Katif en la Franja de Gaza. ¿Recuerda los dilemas?
R: Por supuesto. Nuestro público estaba muy enojado con nosotros cuando fue la concentración de nuestra gente en Kfar Maimon, fuerzas enormes en camino a Gush Katif para impedir la evacuación. Y cuando entendimos que si se irrumpía el cerco impuesto para impedir que la gente llegue allí podría haber disparos-y no importaba quién los empezaría- decidimos rendirnos y abandonar la lucha. Aunque considerábamos que la decisión del Primer Ministro Ariel Sharon era corrupta, a pesar de todo decidimos que desacatar las órdenes era inaceptable. Y fuimos contra la decisión de nuestros rabinos. Fue un trauma lo que sucedió en Gush Katif. La Kneset aprobó el desalojo de las comunidades y enviaron a enfrentarse a nuestro público no sólo a policías sino también a soldados, dentro de Israel. Temimos que nuestro público pierda el control y dimos la orden de volver a casa. Pero el trauma quedó.
P: ¿Y hoy está preocupado con el ambiente tenso y divisivo que hay?
R: Sumamente preocupado.El desgarre interno es muy profundo y no podemos esconderlo debajo de la alfombra. El pueblo tiene que buscar las cosas que nos unen por sobre las que nos separan. No hay que esperar a los líderes.