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Sesenta años de tenacidad

El Rabino Eliezer Shemtov, sobre el aniversario de Semanario Hebreo

¿Sabes, querido lector, lo que significa sacar una publicación semana tras semana?

 

Escribir, seleccionar, traducir, diseñar, financiar, cobrar…

 

Y todavía que la gente crea que te están haciendo un favor cuando ponen un aviso de tanto en tanto.

 

No es nada fácil, ni físicamente ni emocionalmente.

 

No lo digo porque sé cómo es, sino porque no me imagino cómo se hace. Semana tras semana, año tras año, ¡durante sesenta años, sin interrupción!

 

Si fuera tan solo por eso, alcanza y sobra celebrar y reconocer semejante tenacidad.

 

Pero hay muchos motivos más para agradecer y celebrar.

 

Sesenta años de Semanario Hebreo merecen ser reconocidos y celebrados no solo por la tenacidad que representa, sino por lo que ha aportado en muchos ámbitos por su contenido.

 

¿Cómo sería la vida judeo-uruguaya sin el Semanario Hebreo?

 

A mi entender, mucho más pobre. No existe hoy en día un medio de prensa —de hecho desde mi llegada al Uruguay hace treinta y cinco años que no lo hubo— en el cual uno puede leer tantas notas positivas sobre la vida judía tanto en el Uruguay como en Israel y en muchas comunidades más allá.

 

Me hace recordar la historia de Jaimito que sube al ómnibus en Berlin en los años treinta y ve a su amigo Gunther sentado ahí leyendo la publicación nazi Der Sturmer. 

 

“Bist meshigue?” le pregunta. “¡¿Cómo vas a leer esa propaganda antisemita?!”

 

“Mira,” explicó, “cuando leo la prensa Idish me entero de pogroms por todas partes. En todas partes los judíos están sufriendo persecución de un tipo o de otro. Me deprimo. En cambio cuando leo Der Sturmer me entero de que ¡somos dueños de los bancos, el cine y la prensa y que prácticamente somos dueños del mundo! ¡Me sirve para levantar el ánimo!” 

 

En el Semanario Hebreo, si bien nunca se tapan las noticias dolorosas, siempre hay una buena cuota de noticias positivas que sirven para levantar el ánimo, a pesar de todo.

 

Pero el Semanario Hebreo no apareció durante seis décadas por combustión espontánea. Es el resultado de la dedicación de dos seres humanos, muy humanos: Iero el fundador y su hija Ana quien sigue en la dirección luego de la desaparición física de su padre, Z”L.

 

Iero fue una de las primeras personas que conocí al llegar al Uruguay. Era natural que así fuera tanto por su vocación de periodista como la mía de darle trabajo a los periodistas. Nuestra relación fue una de gran amistad y aprecio. Nuestras actividades novedosas eran una presencia constante en su columna “Señalamos....”. Hablamos mucho sobre muchos temas. No estábamos siempre de acuerdo, pero siempre disfrutamos las discusiones, ya que ambos terminamos enriquecidos por ellas.

Amistad y mutuo respeto. El Rabino Eliezer Shemtov y José Jerozolimski (z"l) en la Bar Mitzva de Bentzy Shemtov. Sentados, el Ing Dani Ascher y el entonces sheliaj de Betar Eli Cohen

 

Iero fue una persona que llevó su identidad judía con orgullo y dignidad. Siempre con una sonrisa. Y siempre tenía una historia.

 

Me acuerdo de una historia que me contó —entre tantas— de dos judíos que salieron a navegar y su barco había naufragado. Llegaron a la orilla nadando y ahí fueron recibidos por un amigo quien no pudo creer cómo lograron salvarse ¡si no sabían nadar!

 

“No estábamos nadando; ¡estábamos discutiendo!” explicaron con las gesticulaciones de sus brazos.

 

Yo adopté esa historia como mía con la siguiente moraleja: mientras sigamos “discutiendo” tenemos chance de llegar a la orilla. El día que dejemos de discutir, que todo está bien,”tú tienes derecho a tu opinión y yo a la mía”, ahí estamos en verdadero peligro de hundirnos, como vemos en muchas comunidades.

 

Nuestros sabios señalan (Menajot 63b): Iafé Koaj haben mikoaj haav; la fuerza del hijo es más que la de su padre. Se puede también entender como que la fuerza del hijo viene de su padre.

 

Las dos interpretaciones nos son mutuamente excluyentes. Hay talentos de un hijo que son superiores a los de sus padres, pero a la vez hay talentos que hereda y están desarrollados gracias a sus padres.

 

Creo que Ana personifica las dos interpretaciones. Ser hija de su padre no disminuye su brillo sino que lo realza. Ser “periodista bat periodista” es un privilegio especial y Ana “sabe cumplir” a la mejor usanza uruguaya. 

 

Mi madre me dice siempre: los dones que tienes son el regalo que Di-s te dio; lo que haces con ellos es el regalo que le das a Di-s.

 

El pueblo judío en general y el Ishuv uruguayo en particular somos muy afortunados por tener la pluma de Ana defendiéndonos, informándonos y educándonos semana tras semana. 

 

Cabe destacar que Ana es una periodista de renombre mundial, buscada por los medios más importantes del mundo de habla hispana por su análisis lúcido de la política tanto israelí como internacional. En otras palabras: Ana se dedica al Semanario Hebreo no porque no tiene lo que hacer con su tiempo, sino a pesar de todas las ocupaciones que tiene y podría tener a nivel internacional. Y todavía hay quienes creen que le están haciendo un favor cuando ponen un aviso... 

 

En lo particular, agradezco la cobertura de las actividades de Jabad todos estos años como también los espacios cedidos a mis artículos personales a lo largo de los años, muchos de los cuales terminaron publicándose como libros de referencia.

 

Lo de Ana es una tarea ardua y a menudo muy solitaria. Me encantaría saber que alguien se haya movilizado, inspirado por estas líneas, para darle una mano generosa. Lo merece. 

 

   

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2024-05-01T18:18:48-03:00