En comunidad

Las emotivas historias de Lucía Testoni y Noemí Fontana con Salir Adelante

 

 

Tal como contamos días atrás, la Fundación Salir Adelante está celebrando junto con los jóvenes a los que apoyó durante sus estudios secundarios, los logros de todos aquellos que luego pasaron a universidad y se convirtieron en profesionales. No sólo eso, sino que son los primeros profesionales de sus respectivas familias, lo cual significa una combinación de alegría y mucha emoción.

Aquí puedes leer la nota que ya publicamos sobre este tema.

 

Y ahora, lo mejor es conocer algunas de esas historias, con rostro, nombre y apellido. Porque en definitiva, las loas se las llevan tanto la fundación que supo apoyarlos y creer en ellos, como los jóvenes mismos, aquellos que supieron aprovechar esa ayuda con un buen fin, salir adelante-valga la redundancia-a pesar de las dificultades con las que lidiaban en su entorno personal.

 

Por eso nos dirigimos a Lucía  Testoni y a Noemí Fontana, dos de las muchachas que hoy celebran haberse convertido en las primeras profesionales de sus familias.

 

Ellas nos lo cuentan. Y con sus comentarios, formulados con tanta naturalidad, también nos enseñan.

 

Lucía Testoni 

Lucía Testoni nació en Goes pero creció en Flor de Maroñas,  un barrio al noreste de Montevideo, con su mamá, sus abuelos y tías. 

 

“Nunca fui consciente de las dificultades económicas”, nos cuenta. “Creo que haber nacido en una familia obrera me mostró la dignidad del esfuerzo y la lucha constante más que las carencias. Hija de madre soltera aprendí, gracias a la experiencia de ella, la verdadera fortaleza del empoderamiento femenino, de la independencia y la autonomía de una mujer”.

 

La leemos y tratamos de imaginar la figura de esa madre tan significativa. “Desde muy chiquita mi madre, a pesar de trabajar todo el día, se sentaba a la tardecita para ayudarme con los deberes. Aún hoy, ejerciendo la  docencia (en Literatura), me escucho leyéndole a mis alumnos y alumnas y me parece escuchar a lo lejos el eco de la voz de mi madre leyéndome los deberes y aprendiendo a la par conmigo”.

 

Qué tesoro legó esa madre a Lucía, qué bien encaminada la dejó.

Lucía y su mamá

 

 

“La educación y la cultura fueron las herramientas más grandes que heredé de ella, para ejercerlas y difundirlas.  Pero también para considerarme siempre una estudiante en proceso de aprendizaje. Por eso cuando me recibí, cuando fui consciente de que era la primera generación universitaria, no podía creer lo lejos que había escalado. Tanto esfuerzo, tantos libros, tanta lucha merecieron la pena. Hoy soy Docente de Literatura, pero nunca me olvido que seré una eterna estudiante. Hoy me encuentro cursando la Maestría en Teatro que ofrece UdelaR y espero seguir caminando...”,

 

Preguntamos a Lucía cómo llegó a Salir Delante de B´nai B´rith.

“Cuando me llamaron en el IAVA a la adcsripción y me contaron de una beca no entendí mucho a qué se referían, parecía todo una gran caja de sorpresas. La primera vez que entre a la B'nai B'rith (los encuentros quincenales se desarrollaban allí, aunque creo que hoy eso cambió) no sabía muy bien dónde estaba, pero ese lugar se convirtió en un lugar seguro y lleno de escucha con el paso del tiempo”.

 

Conociendo personalmente a Adriana Stainfeld, Directora y nervio motor de la fundación, no nos sorprende lo que cuenta Lucía, teniendo muy presentes también a otros miembros del equipo.

 

“Cuando conocí a Adriana me pareció algo muy raro. Tenía 16 años, mi madre a mi lado y la entrevista se desarrolló con entusiasmo. Pero todas las novedades que Adriana traía me sonaron a un sueño, porque parecía tener trampa. Pero no la tenía, la única trampa era mantener buenas calificaciones e ir cada quince días a ver a mis compañeros y compañeras de generación, también a Leti y a Mauri, los coordinadores de la generación 2012 pero de trampa no tenía nada. (Y aunque Leti y Mauri no lo sepan, los conservo como esos jóvenes referentes y creativos que siempre me robaban una sonrisa)”.

 

Y agrega algo esencial: 

 

“ Llegando al final de bachillerato y del ciclo de Salir Adelante, muchas veces me parecía que los dos años eran muy poquitos, incluso hoy me encuentro extrañándolos y deseando poder verles. Porque Salir Adelante no es solamente una ayuda de canastas, o clases particulares de asignaturas. Es un hombro más en dónde aferrarse, es un compañero o una compañera a la cual escuchar y aprender con él o ella. El apoyo emocional, los amigos, las amigas, los encuentros y juegos, ¡el campamento! Son todos esos recuerdos tan lindos a los cuales siempre quiero volver. Aprendí con ellos y ellas lo que era la empatía y que también se puede aprender jugando, también a reírme de mi misma”.

 

Y de aquí, llega a lo central: 

“Pero aprendí algo que mi madre me repetía, pero que no me convencía del todo: creer en mí y en mis logros. Y la gente de Salir Adelante me acompañó y creyó conmigo. Porque a la fundación la sostienen muchísimas personas y casi como una familia, semana a semana, celebrabamos con la generación los logros de cada uno y una de nosotros. Hoy celebro el acompañamiento, los avances y la escucha. Hoy celebro que más gurises y gurisas puedan disfrutar, ser escuchados y escuchadas, estar acompañados, acompañadas pero especialmente, que puedan celebrar sus propios logros”.

 

 

Noemí Fontana

Noemí comparte con nosotros un relato más escueto, pero no menos significativo.Explica los detalles del acompañamiento recibido de “Salir Adelante” y nos permite comprender cómo funciona todo el proceso.

 

“Cuando al estar en cuarto de liceo me sorprenden con la noticia de una entrevista, fue una gran emoción y un gran nerviosismo. Había escuchado de algunos compañeros que tuvieron algunas oportunidades parecidas, pero nunca había sido la elegida. No conocía sobre la B'naiB'rith, aunque en mi casa conocíamos bastante sobre Israel.

Las computadoras que conocíamos eran las del Plan Ceibal, ni hablar de tener internet. Pero un día de agosto del año 2012, entre medio de mucho barro, llegó Adriana, Directora de Salir Adelante, a nuestra casa. Junto a ella las posibilidades que una computadora y acceso a internet nos iban a brindar. No había escritorio, pero si una cómoda, la cual fue perfecta para comenzar”.

 

Y agrega:

“Nos acompañaron en el camino a escoger una carrera, nos guiaron, nos apoyaron, y hasta nos dieron la posibilidad de visitar algún lugar con un trabajo relacionado.

Pertenecer a Salir Adelante representó un aliento para seguir y a la vez una recompensa por lo ya hecho en la vida estudiantil. Cada charla recibida, entrevista, cada experiencia compartida, cada libro, cada alimento, cada detalle, todo fue oportuno y muy bien recibido”.

 

El camino, evidentemente, no se interrumpe abruptamente al terminar los estudios. Tampoco el aliento y la fe de la fundación en estos jóvenes.

 

“Luego de terminar el liceo, siguieron brindándonos oportunidades. Mi hermano también pudo pertenecer al programa. En cuanto a mí, sin experiencia, pero con muchas ganas de aprender, ingresé a trabajar a un estudio contable gracias a su ayuda. Han pasado casi seis años, continúo trabajando allí, ahora ya como profesional, la primera de mi familia. En casa todos estamos muy contentos, no nos queda nada más que agradecer”.

 

Noemí comparte una enseñanza clave para la vida.

“En lo particular he aprendido que se puede, pero solo no. Las personas adecuadas apoyándote, el ánimo de los demás y oportunidades como éstas, junto con nuestro mayor esfuerzo se complementan para permitirnos creer que no importa lo difícil que parezca la meta. Se puede alcanzar”. 

 

 

Ana Jerozolimski
(28 Diciembre 2020 , 19:17)

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Texto y fotos: Ariel Jerozolimski

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