Cultura

Me acuerdo de Martín Kohan

Trabajé este libro en la última reunión del Club de Lectura de B'nai B'rith Uruguay 

Martín Kohan es un escritor argentino, nacido en 1967. Estudio en el célebre Colegio Nacional de Buenos Aires y en la Universidad de Buenos Aires, donde es profesor de Teoría Literaria.
Con una obra vasta (tres libros de ensayos, tres de cuentos, y diez novelas), “Me acuerdo” es una incursión del autor por la narrativa a través del inventario de recuerdos 

¿Por qué elegí este libro? 

Elegí este libro porque se lee fácil y apela a las emociones. Tiene que ver con el pasado y con la infancia. 

Una de las preguntas que me formulo, es cuál es la selección de recuerdos que hace nuestra memoria. Si lo cotejamos con alguien que compartimos infancia, un mismo hecho puede ser visto de varias formas distintas.

Ejemplo: conocíamos a la hermanas de nuestros amigos porque llamábamos por teléfono  de línea a sus casas. Si teníamos la suerte de tener un conocido en ANTEL  y conseguir  un teléfono.

Si algo me reveló escribir Me acuerdo, es lo mucho que no me acuerdo. Empezando por el contenido del propio libro: no estoy para nada seguro de lo que puse y de lo que no. Todo está hecho de olvido.”

Hoy vamos a repasar ese tema. Los recuerdos tienen un hilo conductor, no son solo un inventario de recuerdos. Es muy interesante el tema de las marcas de autos que recuerda. 

¿Qué caramelos comíamos? 
¿Cuáles eran nuestros juegos?
¿Qué música escuchábamos?

El inventario de recuerdos como narrativa

Antecedente: Georges Perec a escribir su versión, Je me souviens (1978) y 

Joe Brainard. Se encuentran las historias de una generación, la idea de la memoria colectiva. Es la idea de generación, son esos recuerdos que nos unen y Kohan desde la vecina orilla en este pequeño pero gran libro interpela nuestra memoria como personas individuales y como grupo.

“¿La memoria es transferible? ¿Lo que recuerda una persona puede ser análogo al recuerdo de una generación? Este libro nos lleva a conocer los recuerdos de uno de los mejores escritores de su generación y al mismo tiempo que disfrutamos de su literatura podemos disfrutar de las poderosas imágenes que evoca.

“(La opción por una escritura contenida) Es lo que me fascinó al leer el Me acuerdo de Brainard y el Me acuerdo de Perec, que lo emuló (como lo emuló también Margo Glantz). Y es lo que me dio el impulso de escribir, escribir de esa manera: contener la narración, con todo lo que eso implica, para apostarlo todo al inventario. Hacer una colección de recuerdos, pero no ponerse a recordar. Sin esa contención, la única alternativa sería la de largarse a evocar y a contar mi infancia. No haría eso ni loco.” Lo que implica el autor es que el primer filtro es la propia memoria, luego de lo que se quiere escribir y por última lo que la familia acepta, imagino la reunión y las discusiones, las idas y venidas.

“No podría haber escrito una narración autobiográfica, porque mi vida no me interesa como asunto literario; en cambio, hacer un listado, la idea de enumerar recuerdos (más que narrarlos) me hizo posible escribir este libro, quiero decir, me dio ganas de escribirlo. Porque hacer listas (de lo que sea) sí es algo que me gusta, y mucho”

“[...] Una evocación autobiográfica, [...] es justo lo que quiero evitar. En un poema de Susana Villalba (que no había leído cuando escribí “Me acuerdo”), encontré esta distinción: la diferencia que hay entre recordar y observar recuerdos. Aquí se trata de observar recuerdos: un día pasaba una cosa, otro día pasaba otra.”

Sobre que siempre le compraban marcas más baratas) “Es interesante la palabra misma, “marca”; porque es también eso, una marca, una marca social, una marca de clase. Easton Ellis las usa mucho en American Psycho; Fogwill las convierte en un recurso del realismo social en Vivir afuera. Es cierto que están presentes en Me acuerdo, porque creo que es un registro muy propio de la infancia. Yo estaba desfasado en algunos ámbitos, porque vengo de una clase media más bien desvencijada. Pero no asociaría eso con la vergüenza.” 

Caramelos Zabala, el famoso cande, el chocolondo, los Ricardito, los bombones Pernigoti, los sandwiches del Emporio.

¿Cómo le afecta a Kohan este libro? 

En una entrevista escuché que el autor juntó a su hermana y a su madre antes de escribir el libro. Les contó y negoció qué iba a publicar. Su papá ya había muerto. 

Esto sucede cuando se escribe de la vida real y cuando no se busca ofender a nadie, no es el caso por ejemplo de Jaime Baily que le encanta dejar en evidencia a su familia. 

En este caso Kohan habla de que es estrictamente autobiográfico. Pero al escribir en primera persona, los que nos conocen nos piden una fe de escribano público y esa no es el objetivo del que escribe. 

Puedo citar muchos ejemplos personales sobre esto. 

Anécdotas judías 

"Preparación de ensalada en La Serranita, unas vacaciones. Aparece un tomate en mal estado. Mi bobe lo aparta de la preparación, pero anuncia que se lo va a comer ella. Fuerte discusión con mi mamá por el tema. Por fin, mi mamá obliga a su mamá a tirar el tomate en mal estado a la basura. Mi bobe lo hace, pero meneando la cabeza."

"Antes de Argentina-Polonia, en el mundial ‘78, mis hermanos y yo les preguntamos a la bobe y al zeide a favor de quién estaban. Entonces ellos nos dijeron que no querían para nada a Polonia, porque los polacos habían matado a toda su familia."

“Las cenas de Pesaj en la casa de mis abuelos maternos. No tentarse de risa en la parte de los rezos. Fingir que tomaba un sorbo del vino, pero no hacerlo”

“En el shil de Julián Álvarez. Entrar solo: mi papá se quedaba en el auto, fumando; mi hermana y mi mamá iban a la parte de arriba, la de las mujeres. Buscar a mi zeide entre todos los viejos que rezaban. Confundirlo varias veces con otro, hasta dar por fin con él.”

En una misma familia los diferentes grados de religiosidad eran bien claros.  Si pensamos, a todos nos pasó y las discusiones que eso conllevaba. 

“El parche en el ojo de Moshe Dayan. La explicación: que es que no tenía el ojo.”

"Pedirle a la bobe que dijera “huevo”, nada más que para divertirnos al ver que no le salía." “En Nochebuena podíamos jugar a la pelota en la vereda hasta muy tarde, porque todo el mundo estaba despierto. A las doce cada cual entraba a su casa, para el brindis. Yo me quedaba esperando solo, en la vereda, con la pelota. A eso de las doce y cuarto, todos los chicos volvían a salir.” “Ni a mi hermana ni a mí Papá Noel nos traía nada. Pero los Reyes Magos sí. Y en general, regalos mejores que los de los otros chicos de la cuadra”

"Domingo en lo de la bobe y el zeide. La llevamos con Néstor Frenkel al taller donde se hacían los guantes y la dejamos atada ahí. Volvimos al comedor y le pedimos el rescate a la familia. Lo pagaron, y mi hermana fue liberada de inmediato."

“El señor Stoll era muy probablemente un nazi refugiado, pero en mi familia jamás se mencionó el tema.”

“Hernán de al lado se puso a llorar cuando se enteró de que yo era judío.”

“A la abuela de Marian (y de Hernán) no le gustaba que ella dijera que estaba de novia conmigo. Me parece que era porque soy judío.”

“Luisito de la vuelta un día me dijo “judío de mierda”.”

“Luisito de la vuelta vino a tocar el timbre a mi casa para pedir disculpas por haberme dicho “judío de mierda”. Yo le dije que no podía disculparlo, pero que igual íbamos a seguir siendo amigos.”

Secretos

En todas las familias hay secretos. Hay temas que se esconden. Hay silencios, en muchas familias  ashkenazies se hablaba en ydish para que los niños no entendieran y muchos aprendieron ese idioma por ese motivo.Un término que se decía en voz baja era la palabra “cáncer”, como si fuera una mala palabra. Aún con enfermedades hereditarias, esto podía ocurrir. 

El poder de las mujeres en las familias ashkenazies es un elemento que me viene a la memoria, eran mujeres que tenían voz y voto en la casa.

La foto de la hermana de la bobe, expuesta en una vitrina. Había muerto en Polonia durante la guerra. El relato familiar: que era de ella, antes que de la bobe, de quien el zeide estaba enamorado”

Esto es típicamente judío ashkenazi. Paso a explicar. Yo lo viví en mi familia.

El levirato (del latín levir, “hermano del marido”) es literalmente el matrimonio con el cuñado, más concretamente con el hermano del marido. Con dicho término se denomina a la costumbre o ley que contempla el matrimonio entre una viuda, cuyo marido ha muerto sin tener descendencia, y un hermano de ese hombre.

Recuerdos históricos

"La muerte de Perón: nos llevaron hasta la Avenida Lugones, a ver pasar el cortejo fúnebre." Para un argentino es un recuerdo mayúsculo.
En mi caso: la llegada del hombre a la luna, yo tenia 3 años y tengo la imagen de todos en casa sentados frente al único televisor de la casa en blanco y negro.
Yo iba a la escuela Grecia y había una maestra que le ponía buena nota a los hijos de militares, había muchos y conocidos.

Martín Kohan es una persona inscripta en la vida laica de Argentina de los 70.

Queda claro que su memoria judía pesa, tanto en lo educativo, como en los casos de antisemitismo que sufrió, como en sus recuerdos familiares.

Con sus recuerdos queda plasmada una fotografía de la sociedad argentina judía de los 70.

A pesar de que la memorias contienen recuerdos de todo tipo: de fútbol, de autos, hay una gran proporción que tocan temáticas judías.

 

 

 

 

 

 

 

Janet Rudman
(02 Febrero 2021 , 19:00)

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