Análisis y opinión
El Secretario General de la organización chiita pro-iraní libanesa Hezbola se especializa en tirar de la cuerda. Trata constantemente de maniobrar entre lo que los expertos estiman es su falta de interés hoy en día en un enfrentamiento de envergadura con Israel y su aparente disfrute al amenazar al Estado judío con los peores infiernos que pueda imaginar.Pero últimamente Israel estima que Hezbola podría si tener interés en un choque por dos o tres días.
“Si la situación se deteriora hacia una guerra, la retaguardia israelí verá cosas que no ha visto desde el establecimiento del país”, advirtió Nasrallah, agregando que es legítimo atacar a la población civil israelí “porque todos son soldados”.
El trasfondo de sus advertencias es la evaluación anual del Servicio de Inteligencia Militar de Tzahal publicada días atrás, según la cual Hezbolá tiene interés en “días de combate” contra Israel, una terminología con la que se quiso hacer referencia al parecer a algo que no llega a plenamente una guerra.
Pero según Nasralla “nadie puede ganratizar que los días de combate no se conviertan en una guerra amplia”.El jefe de Hezbola alega que “somos muy criteriosos en nuestras decisiones y no aceptaremos nada que ponga a nuestro país en peligro”.
Que Hezbola adopte decisiones que desde su punto de vista son racionales de acuerdo a sus intereses, es una cosa. Otra muy distinta es que ello sea en la realidad tal cual lo presenta Hezbola. Eso de “no aceptaremos nada que ponga a nuestro país en peligro” fue dicho como advertencia a Israel,pero se origina en la propia actitud irresponsable de Hezbola que almacena armas y misiles en aldeas y casas civiles en territorio libanés.
Lo hizo siempre y no dejó de hacerlo después de la guerra en Líbano del 2006 sino todo lo contrario: intensificó su presencia armada en el sur del país.
Es precisamente a eso que se refirió hace unos días el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Teniente General Aviv Kohavi al advertir a los habitantes de Líbano en cuyas casas hay armas de Hezbola, que podrían verse afectados por un ataque israelí para destruir dichas armas, destinadas a ser usadas contra Israel.

Y Nasrallah respondió: “El jefe del ejército israelí dijo que Tzahal ataca únicamente blancos militares pero que si hay armas en blancos civiles estos serán atacados. No hay problema. Haz lo que quieras. También nosotros haremos lo que querramos. Si nos imponen una guerra lucharemos. Si atacan ciudades, atacaremos ciudades, si atacan aldeas, atacaremos asentamientos. Le recuerdo a Kohavi que también Israel tiene blancos militares en las ciudades”.
Y recordando que también después de finalizar el servicio militar los israelíes hacen el servicio de reserva (miluim), dio a entender que atacar civiles es como atacar militares “porque todos los israelíes son soldados”.
Y todo esto, justamente al finalizar un ejercicio sorpresivo de Tzahal llamado “Vered HaGalil” (la Rosa de la Galilea), en el que la Fuerza Aérea declaró la máxima alerta y puso en funcionamiento todos los sistemas de combate y de defensa anti aérea.O sea, esto incluyó desde las escuadrillas de dispositivos aéreos no piloteados hasta las baterías del anti misil “Jetz” (Flecha) y la Cúpula de Hierro.Fueron reclutados cientos de reservistas , se utilizó a cientos de aviones y la maniobra finalizó tras simulacro de ataque a 3.000 blancos en una sola jornada.
El escenario del ejercicio en cuestión era el impacto de un misil anti aéreo de Hezbola, fabricado en Rusia, en un avión de combate israelí-que no cayó-, la respuesta de varios ataques a blancos de Hezbola y la posterior reacción de Hezbola .
El problema de fondo con esta situación, es que ninguna de las partes puede asegurar de antemano que lo que se concibió de antemano como un choque limitado, no sólo empieza sino también termina como tal.
Nasrallah trata evidentemente de disuadir a Israel, consciente de la superioridad militar israelí. Pero por otra lado, su ventaja es que no tiene reparos en usar a su propia población civil para esconder armas, lo cual pone en peligro a la ciudadanía libanesa. Y además, es muy consciente de la sensibilidad del ejército israelí respecto a muertes de su lado,especialmente enre los civiles, pero también entre los soldados.
La gran pregunta es cuan lejos cree Nasrallah que puede llegar, sin pagar por ello un precio del que se pueda arrepentir.