Mes de la Mujer 2021

Entrevista a Daniela Bouret, una profesional incansable

Daniela Bouret es  Magíster en Ciencias Humanas y Licenciada en Ciencias Históricas (FHCE- UdelaR).  Es Gerente en Relaciones Públicas (AURP), cursó Gerencia Social (CLAEH) Diploma en Habilidades Gerenciales (ORT) y Diploma en Gobernabilidad (FCS- UdelaR). Profesional del área cultural desde hace más de 25 años. Fue Directora General del Teatro Solís (seis años), Directora de Desarrollo Institucional del Teatro Solís (siete años), Asesora de la División Turismo de la IM (tres años).  Dirigió el teatro “El Sótano” (cinco años), productora de teatro y música; curadora de exposiciones de artes escénicas y organizadora de eventos culturales y académicos. Investigadora Universitaria en FHCE- UdelaR desde 1998 al 2020, autora de varios libros y artículos en temas de género, inmigración, vitivinicultura y artes, panelista internacional y docente de Turismo- Panelista televisiva en Buscadores (Canal 5 y VTV).

¿Qué es lo que la niña Daniela, vería como el mayor logro de la adulta Daniela? 

La autenticidad. De niña siempre pude ser muy frontal y directa, quizás como muchas niñas que tenían sus necesidades básicas cubiertas y una familia que le proporcionaba cariño, cuidados, entonces sin miedos, podía relacionarme libremente en mi entorno. Luego, durante mi adolescencia que vivé en plena dictadura, quería cambiar el mundo. Me importaba la justicia social, la redistribución de la riqueza y lo salí a gritar en los pasillos del liceo, en las primeras manifestaciones estudiantiles, en la primavera del ´83… Luego creo que las presiones sociales de los espacios que vas transitando te generan una suerte de máscara que nos ponemos para circular en esos diversos ámbitos. Con los años aprendí a controlar un poco más los impulsos, trabajé para adquirir cierta templanza y dominio de las pasiones. Esto puede ser un crecimiento en tanto lo veamos como forma de convivencia, cuidar “al otro” y vivir en sociedad, aunque signifique ciertas renuncias; un equilibrio de ganancias y pérdidas de ciertos espacios de libertad y negociación con uno mismo y la sociedad. Nunca dejé de querer cambiar el mundo, ni dejé de trabajar -con aciertos y errores desde donde pude- para que sea un lugar más solidario y digno para vivir. Y en ese camino, lograr el equilibrio entre aquella autenticidad y la templanza me llevará la vida, pero ahí mismo, empecé a encontrarme de nuevo con esa niña.

Tenes una vida profesional muy productiva, ¿cómo la conciliaste con la maternidad  y con la vida familiar? ¿Pagaste algún precio a nivel personal?

Al principio fue como un mandato. Tenía que estudiar, recibirme y hacer algo que contribuyera a mejorar la sociedad: mucha ilusión y pasión. Claro que en el medio me enamoré, ¡a los 19 años! Uno no elige el momento y eso te cambia la vida. Así que me casé, tuve dos hijos maravillosos Adrián y Mauro y de mientras seguía estudiando (licenciatura, maestría, diplomas…), trabajando ocho horas y en casa llegaba y si bien tenía ayuda fundamentalmente de mi madre y mi suegra con los niños, y en casa nos dividíamos las tareas domésticas, había que revisar cuadernos y hasta los tuppers para la escuela del día siguiente. El techo de cristal justamente te pega ahí: querés hacer tu vida profesional y te sentís culpable por el tiempo que no le dedicas a tu familia. Y eso implica también llegar tarde a cumpleaños de familia, fiestas escolares, no estar siempre para hacer los deberes. Es que hace casi 25 años (desde 1996), que me dediqué al área cultural donde se requiere una carga horaria muy exigente sobre todo en las noches y fines de semana. Fue un costo alto. Incluso me separé de mi marido (Raúl) por diez años. Tuve otra pareja casi nueve años, pero… nos volvimos a reencontrar el año pasado y estamos de nuevo como de novios, viviendo un tiempo increíble.

 ¿Qué opinas de la penalización de la maternidad en lo laboral? ¿Pasa solo en el ámbito privado? 

Por supuesto existe. Hoy existen ciertos dispositivos que tratan de menguar esos impactos, pero aún la maternidad es un estigma. Muchas veces a la hora de contratar a alguien, me consta que, si se trata de una mujer joven, se evalúa que, si llega a embarazarse, serían nueve meses que pueden ser complicados, más la licencia por maternidad, lo que supone disponer de otro empleado o funcionario para sustituir en esa tarea. Hace unos años se reglamentó la licencia para padres por paternidad, pero es muy poco usada aún, a diferencia de los países nórdicos que la tienen muy internalizada. Cuando fui asesora de turismo en la IM, estaba en la comisión de género y nos dimos cuenta que el área de Gestión Humana, contaba los días de las licencias por maternidad como enfermedad. Quedó evidente entonces la existencia no sólo de un prejuicio que consideraba que las mujeres “se enferman” cuando tienen hijos, sino que las colocaba como “malas trabajadoras” porque si contabilizaban esos días de licencia por maternidad como enfermedad, daba que las mujeres faltaban más que los hombres. Eso por suerte se modificó, pero hace relativamente poco, y hay que pensar que, si fue así en un ámbito público, con todas las disposiciones que promulgaron en la agenda de derechos en los últimos años, imagínate en el ámbito privado, en las pymes que es lo que más hay en Uruguay y sin tanto control. Hay que pensar en esta línea también que las familias pueden ser mamá-papá, mamá-mamá o papá-papá y en la medida que se ejerzan estos derechos puede haber más papás que hagan uso de su licencia paternal y de alguna forma también ayude a cambiar los prejuicios sobre la maternidad y el desarrollo profesional y pueda visualizarse como un valor la diversidad de miradas en una empresa o institución.

 ¿Cuál es tu área preferida de acción: docencia, gerenciamiento, vinos, arte, turismo, historia?

Lo que más me seduce es poner en relación: artistas y públicos; ideas y auditorios; programas y resultados que impacten en la vida cotidiana de la gente; resultados de investigación y desarrollos. Quizás lo que ha tenido mayor impacto público han sido mis 14 años en las direcciones del Teatro Solís, habiendo estado los últimos seis años como Directora general (por concurso). Ahí generamos un plan de relacionamiento con el medio que incluyó trabajo en el penal de punta rieles, desarrollo de audiencias en escuelas de contexto crítico, plan de sensibilización de públicos, propusimos nuevas visitas guiadas temáticas (de 2 pasamos a 7), sala interactiva sonora con elementos musicales reciclados, además de impulsar el programa de Un pueblo al Solís en un teatro que ha recibido en esos últimos años premios por eficiencia energética y certificaciones de calidad Iso 9001. Para el corazón de un teatro que es la programación, buscamos ejes temáticos que hicieran convivir diversas manifestaciones artísticas, para diversos públicos en los más amplios horarios (generamos una tercer sala y programación de lunes a domingos).

Tu pregunta me hace dar cuenta que lo que me interesa es mediar, es el poner en relación, trabajar en equipo para gerenciar proyectos con indicadores de resultados que modifiquen positivamente en los horizontes de las personas. Los territorios de cultura y turismo me apasionan porque siempre tenés un campo de desarrollo, donde las artes generan sentido de pertenencia, de orgullo, dan conocimiento sobre tu historia, te abre la mirada sobre el mundo. Las artes dan herramientas para construir metáforas, para desarrollar la imaginación, para comprender y modificar el entorno. Es eso: contribuir a provocar encuentros, debates, pensar y pensarnos.

 ¿Cuál fue el personaje qué más te emociono conocer? ¿Sos cholula? 

Ahí se me mezcla mucho porque los artistas que he conocido, sobre todo en el Solís, son maravillosos en su mayoría. Y se me ocurre en primera instancia que hay que distinguir entre artistas que vienen una vez a Uruguay (que nos dejan muchas veces la vara muy alta y nos inspiran), pero no generan hábito, son como de evento. Y los elencos nacionales que podes ir viendo su crecimiento, sus desafíos y eso también emociona y genera hábitos. Entonces si bien las artes no necesitan tener un porqué o, como dice Ionesco, si es necesario decir que el arte debe servir para algo, que sea para “enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya”, por eso nos emocionan. De todas formas, intentando centrarme en tu pregunta, te diría que un día que me emocioné mucho fue cuando estuve en el escenario luego de un espectáculo de Benedetti y Viglietti  (que hicieron varias veces a fin de año  llamado A dos voces), y llegó China Zorrilla y me pidió la acompañara a saludarlos… y me encontré en el medio de sus conversaciones, estaba entre ellos hablando del espectáculo, del país cuando empezaron a recordar historias, anécdotas… estaba con esos tres históricos en medio del escenario, todo el equipo desmontando la escenografía, con luz de trabajo… y un mundo de imágenes me atropellaban mientras los veía como de afuera y desde dentro a la vez.

 Cóntame  de tu acercamiento  al judaísmo tanto en el ámbito personal como en el estudio. 

Al enamorarme de un hombre judío, me incorpore a su familia, a sus padres, hermana, tíos, tías y primos. Una familia que me abrazó de entrada, derribando los prejuicios que los no judíos tenían (teníamos) sobre que la comunidad podía ser muy cerrada y hasta autártica casándose entre ellos. No digo que no pase. No me pasó a mí. Y cuando tuvimos nuestro primer hijo, una parte de la familia celebraba navidad y pascuas y otra fin de año y pesaj, entonces por más librepensador que queríamos fuera nuestro hijo, debía tener claridad y conocimiento para poder elegir. Así que lo primero que hice, por mi profesión, fue estudiar para entenderlo yo primero y poder transmitirle a él. Tanto, que lo tomé como objeto de estudio y mi último trabajo de la licenciatura de historia fue sobre inmigración judía al Uruguay. Con tres compañeros convertimos ese trabajo en un libro que Banda Oriental quiso publicar: Entre la Matza y el Mate. La inmigración judía al Uruguay: una historia en construcción, en 1997. Fue un recorrido precioso por las memorias, anécdotas, historias, recuerdos de una parte de la colectividad que llegó a Uruguay y se estableció, se integró cívicamente al país. Había en ellos un gran agradecimiento, aún en un contexto donde la prensa del momento los trataba como “competencia desleal” y “judíos apátridas” por generar el comercio en cuotas: los kuenteniks que vendían casa por casa a crédito, la comunidad agradecía. Y este libro tuvo una preciosa repercusión, dimos charlas en todos lados, en sedes comunitarias y también en teatros, hoteles, grupos de la wizo, de la bnai brit… Así que nos entusiasmamos y al año siguiente hicimos en el Cabildo de Montevideo una exposición sobre inmigrantes judíos, armenios y españoles de la guerra civil. ¡Fue una fiesta! Con comidas inmigrantes, bailes de las comunidades, mesas de reflexión crítica desde la historia, antropología, sociología, cine, artes visuales, durante el mes de octubre de 1998. En el medio de ese mes, el 16 de octubre, fui temprano a que quedara todo en orden y a los 30 minutos estaba en el sanatorio dando a luz a Mauro, mi segundo hijo. 

 ¿Cuáles son los desafíos que se le presentan a las mujeres de nuestros tiempos?

La formación de las mujeres en cuanto a matrícula universitaria es cada vez mayor aún en áreas anteriormente consideradas para varones, pero los espacios de toma de decisiones, las responsabilidades, los CEO en las empresas o los referentes en partidos políticos siguen siendo en su mayoría, hombres. La maternidad seguro es un momento de quiebre, pero también otros prejuicios que tienen que ver con los cambios de humor o con la firmeza, que se toman de una manera si son características masculinas y se ven peyorativamente si son femeninas. La pobreza, agigantada por la crisis de la pandemia, tiene cara de mujer (y niñas, niños); el teletrabajo invisibiliza aún más la doble carga de trabajo externo y en el hogar que no se mide en el PBI. No existe una forma de ser mujer, sino que está atravesada por variables de clase, género, edad, religión, territorio, etnia, nivel cultural, etc. que genera, por tanto, distintos problemas a resolver y distintas reivindicaciones, somos mujeres en plural con distintas plataformas reivindicativas para los feminismos.

 ¿Sos mamá de hijos varones,  consideras que hiciste bien la tarea a la hora de educar a tus hijos con valores de equidad?

Es complejo verlos como hombres independientes separándolos de mi condición de madre. Estoy orgullosa porque son divinas personas (por dentro y por fuera), Adrián con 28 años y Mauro con 22 me enseñan cada día. Con aciertos, metidas de pata, ganadas y perdidas han crecido en un entorno cuidado, de respeto, con mucho amor y hoy tienen sus vínculos, sus círculos de pertenencia, amistades que conservan desde la escuela, que hemos visto crecer con ellos. El tránsito académico lo hicieron en colegios bilingües, pero también tuvieron su espacio comunitario. Desde chicos fueron a jazit, luego su barmitzva la hicieron en el proyecto Guili para tener un espacio laico, buscamos que pudieran transitar ese rito de pasaje, pero no desde lo religioso sino como pertenencia a un pueblo con tradiciones comunes, ya que además yo no me convertí. Cada día se enfrentan con decisiones a tomar, no siempre conocemos lo que tienen que transitar, los muros o dificultades que deben atravesar, pero estoy segura que tienen todas las herramientas para hacer lo mejor posible para ellos y la sociedad.

 ¿Cómo es estar en Buscadores con Sergio Gorzy, Miguel Nogueira y todo el equipo?

Ingresar a este equipo es un gran desafío. Primero porque es un programa muy sólido, instalado en los hogares que a la vez tiene un público que se renueva, porque justamente tiene unos grandes como Sergio y Miguel que lo lideran, compañeros de vasta trayectoria como Vilar, Maeso, Rowinski, Solarich, Silva y Perrone; y un equipo de producción que se preocupa por los detalles aún en estos tiempos de pandemia con las dificultades que esto implica. Y es un desafío también porque mi formación desde la historia, implica unos tiempos de larga duración, supone una mirada en perspectiva donde prima -en mi experiencia- la escritura que te permite releer, corregir y volver a escribir, mientras que los tiempos televisivos son rapidísimos y te exige velocidad para pensar, proponer y responder. Y no somos todólogos, por eso podemos tener un pensamiento común sobre vastos temas: la “doxa” al decir de los griegos, pero sólo sabemos en profundidad de algunos temas. Por eso la propuesta del programa es llamar a referentes específicos sobre cada tema, aquellos que tienen la “episteme” en cada caso. Ahí el desafío es poder poner sobre la mesa lo mejor de cada uno.

¿Existe el tiempo libre en tu vida, qué haces en él?

Familia y amigos. Hace relativamente poco pude entender que el no hacer nada, que el tener el tiempo libre es importante. Capaz la lógica de la producción, aquello del “tiempo útil” se me pegó demasiado y hasta a la playa me iba con libros de Foucault o Barrán para aprovechar el tiempo! Es eso del equilibrio. Hay gente lo tiene incorporado, a mí me costó bastante dejar de ser workaholic, pero ahora lo disfruto. Un rito que tenemos, que quizás de afuera se ve como una obligación, pero en realidad disfrutamos mucho, es pasar los domingos en familia con mis padres, mi hermana Andrea con su marido y mis sobrinas… ese tiempo es maravilloso. Otro tiempo que valoro, que tuve siempre, es el tiempo con mis amigas, con varios grupos. Pero destaco a Verónica y Angela que son mis amigas desde los 15 años; seguimos carreras diferentes las tres, hicimos tránsitos distintos y hasta tenemos posiciones políticas distintas, pero nos atraviesa una amistad que ve el valor en la diversidad y no pasan dos semanas, desde entonces, sin que nos juntemos, claro, siempre alrededor de comida.

 

 

 

 

Janet Rudman
(07 Marzo 2021 , 13:53)

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