Fotos: captura de pantalla de canal de la kneset, transmitido por KAN
¿Lagrimeando? ¿Por qué estoy lagrimeando al ver por televisión las imágenes de la llegada de Itzjak Herzog a la Kneset, donde asume como undécimo Presidente de Israel? ¿Acaso lo ceremonioso del acto, la escolta policial, la guardia de honor de las Fuerzas de Defensa de Israel tienen que seguir emocionándonos, 73 años después de la creación del Estado?
Si. A mi sí, lo confieso.
Pero no es por lo pomposo de los actos-y sin duda la asunción de un nuevo Presidente del Estado es siempre un acto singular en la vida de Israel- sino porque miro las escenas y pienso en el camino recorrido por Israel. En la incertidumbre y la lucha hace tan solo poco más de siete décadas.
Aún lidiando con serios desafíos, Israel se ha convertido en una fuerte democracia. Con problemas, claro que sí. Y lo festivo de esta jornada no puede hacer olvidar varios hechos vergonzosos de la política israelí, que se dan tambien en estos días. Pero se sigue adelante con una fuerza poco común.
No se pone en duda que la autoridad emana del pueblo, que se traduce en los diputados electos por más críticas que merezcan, y cada uno decidirá cuáles son las suyas en gran medida de acuerdo a su postura política. Los símbolos continúan teniendo su valor y reflejan conceptos de fondo arraigados afortunadamente en la idiosincracia política israelí.
Por eso, ver al Presidente entrante marchar junto al Presidente de la Kneset Miky Levy, emociona. Sí, a mi me emociona.
También ver a Herzog pasando revista a la guardia de honor de las Fuerzas de Defensa de Israel, sabiendo que todos esos jóvenes-junto a algunos de los cuales el nuevo Presidente se detuvo sonriente a conversar unos segundos- son parte del esfuerzo nacional por proteger al país.
Y de fondo, aunque me parece una vergüenza y me enoja, también destaco los gritos de los manifestantes de una de las organizaciones que lucharon durante años por la dimisión de Netanyahu como Primer Ministro, protestando por el nombramiento de Naor Yehia como portavoz del nuevo Presidente, porque fue también el portavoz de Netanyahu.
Eso es Israel.
Escribo estas líneas mientras el Presidente saliente Reuven Rivlin agradece a la Kneset y al pueblo haber tenido el privilegio de servir al país en su cargo. Con la voz entrecortada por la emoción, como le suele suceder, reitera lo dicho repetidamente durante los últimos años: que Israel es un milagro. Y que todos sus ciudadanos deben cuidarlo. Y que la mejor forma de hacerlo es tratando de resolver sus problemas y atender sus desafíos, juntos, destacando lo que se puede lograr en cooperación, y no lo que divide.
“Que viva el Presidente de Israel”, dijo por su sucesor.
Los diputados se ponen de pie y aplauden.
Itzjak Herzog presta juramento sobre el Tanaj.
Dos oficiales de Tzahal tocan el shofar.
El Presidente de la Kneset proclama : “Que viva el Presidente del Estado de Israel”. Los parlamentarios responden: “Que viva, que viva, que viva”.
Desde estas líneas, auguramos al nuevo Presidente de Israel Itzjak Herzog, que sus 7 años en Beit HaNasí sean de acercamiento y diálogo, de celebraciones y logros, por el bien de todos los ciudadanos de Israel.
