Mundo Judío

MiSinai

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No. 115
Ki Tavó
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 27/08  18.05
Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

 

BIKURIM, LO MEJOR DE LAS PRIMICIAS

En la sección de esta semana leemos sobre el precepto de Bikurím, primicias. La mitzvá consiste en llevar las mejores primeras frutas de la Tierra de Israel al Templo de Ierushaláim, ofreciéndoselas a D-os. Después de tanto esfuerzo para arar, sembrar, regar, cuidar y cultivar: ¿por qué ofrecer lo mejor, no alcanza con sólo ofrecer parte del producto?

Uno de los pilares de la filosofía jasídica consiste en que no debemos despreciar el mundo material a nuestro alrededor.

Hay dos conceptos que engloban todo lo existente en el universo: materia, el aspecto físico del universo, y forma, su aspecto espiritual. En general existen tres escuelas de pensamiento en el judaísmo sobre cómo deben ser utilizados estos dos conceptos:

La escuela de Musar, ética, enseña la anulación absoluta de la materia, resaltando el aspecto repugnante y aborrecedor de todo lo que es corporal y material frente a lo espiritual.

La escuela de Jakira, filosofía, enseña el reconocimiento y la superioridad de lo espiritual, las emociones y el intelecto, e instruye al individuo sobre cómo llegar a estas dimensiones, dejando de lado lo material.

La escuela de Jasidut, que enseña la predominancia de la forma por sobre la materia. Sin embargo, esta escuela enfatiza la superioridad de la materia cuando es purificada e iluminada por la forma, y la superioridad de la forma cuando es integrada en la materia. Ambos deben ser completamente fusionados, hasta volverse uno.

Una de las lecciones de la mitzvá de Bikurím es que no alcanza con elevar a la santidad frutos de la tierra, sino que específicamente los mejores frutos deben ser elevados, así expresando que los aspectos físicos de la vida, aún aquellos que más placer causan y por lo tanto son considerados más "mundanos" (ejemplificados por los mejores frutos), deben ser elevados a la santidad (ejemplificado por el llevado de los frutos al Templo).

Bikurím no son solamente los mejores frutos, sino las primicias de los mejores frutos. El concepto de entregar a D-os las primicias del trabajo propio, está relacionado con la fe simple, que se encuentra en todo judío sin excepción, de que estos productos provienen de una bendición Divina y no (solamente) del esfuerzo propio.

Otro de los aspectos de la mitzvá de Bikurím, relacionada con esta enseñanza, es que las frutas eran entregadas al cohen (sacerdote) en el Templo para que las coma. Cada uno de nosotros es considerado un cohen, como dice la Torá "ustedes serán para mí, una nación de cohaním". En nuestro servicio a D-os, esto simboliza, que cuando uno se comporta como un cohen, es decir, cuando vive una vida plena de santidad y acercamiento a D-os, uno puede servir a D-os aún en las cosas más simples, como comer frutos de la tierra.

Tendemos a pensar que el servicio a D-os se restringe solamente al rezo, el cumplimiento de preceptos o el estudio de Torá. Nos enseña la sección de Bikurím, que el servicio a D-os va más allá de estos aspectos directamente relacionados con divinidad, sino que aún en las cosas más simples de la vida, como comer y beber, uno debe revelar divinidad en su accionar.

Así como con la mitzvá de Bikurím en la época del Templo, luego de cumplirla, uno era bendecido para que el próximo año también la cumpla con alegría, así también hoy, a través de utilizar los "frutos" de nuestro trabajo para el servicio a D-os por medio de la Tzedaká (caridad), somos bendecidos para que el año próximo podamos dar más Tzedaká y con alegría.

 

PONERNOS A PRUEBA A NOSOTROS Y A D-OS

[La persona que entrega su diezmo al Templo dice:] “Observa desde Tu santa morada, desde los cielos, y bendice a Tu pueblo, Israel.”” (Devarim 26:15)

La persona que manifiesta esta declaración da testimonio de la apasionada dedicación a D-os del pueblo judío, dedicación que supera los límites que dicta la lógica. A cambio de esta devoción “irracional”, pedimos a D-os que nos trate “irracionalmente” y corone nuestros esfuerzos con un éxito que sobrepase todo aquello que podríamos esperar de manera racional.

No debiéramos considerar dicha irracional devoción a D-os como voluntaria o complementaria; D-os exige que nos pongamos todo el tiempo a prueba, y demostremos tanto a Él como a nosotros mismos que nuestra devoción a Él y a nuestra misión en la vida no conoce límites. A cambio, Él nos colma de bendiciones también sin límite, transformando incluso situaciones difíciles en bondad tangible.

Likutei Sijot, vol. 19, pág. 120.

Deuteronomio (Devarim) 21:10 – 25:19

En la séptima sección del Deuteronomio llega a su término el segundo discurso de despedida de Moshé al pueblo judío. El discurso comprende el último repaso a algunos mandamientos, comenzando con uno que habría de ser relevante una vez que el pueblo judío entrara (tavó, en hebreo) a la Tierra de Israel, el consistente en llevar al Templo Sagrado los primeros frutos de la cosecha de cada año. Luego Moshé continúa con su evocación del pacto entre D-os y el pueblo judío.

 

LA PRISIÓN DEL DOCTOR

Este año, antes de la festividad de Shavuot, el rabino Sholom Leverton de Jabad en West Windsor, Nueva Jersey, había llamado a un número de judíos en su área, invitándolos a asistir a los servicios y escuchar la lectura de los Diez mandamientos. Uno de ellos, “el Dr. Fischer,” lo rechazó firmemente . ”Estoy en un gran centro médico”, explicó, “es muy difícil hallar tiempo en el medio de la semana, aunque sea unas pocas horas.”

Así es que en la mañana Shavuot, el rabino se sorprendió al ver al Dr. Fischer en la sinagoga a tiempo para la lectura de la Torá. ¿Qué lo había hecho cambiar de opinión?

En el Kidush después de los servicios, el doctor se levantó y le preguntó si podía decir unas palabras. “Estaba conduciendo al hospital esta mañana y vi algo totalmente inusual”, dijo. ”Tres jóvenes de Jabad estaban caminando al costado de la carretera”.

”Me detuve y les pregunté qué estaban haciendo allí. Se que no hay sinagoga en esta área. Me explicaron que iban a hacer un minián en la cárcel local para que los reclusos judíos pudieran escuchar los Diez Mandamientos de la Torá”.

El doctor hizo una pausa. “me dije a mí mismo, ¡acaso yo soy más preso que los presos! si ellos pueden tener un minián, puedo ir a rezar también. Di la vuelta y volví a la sinagoga de inmediato. El trabajo puede esperar."

El rabino Leverton compartió la historia en un foro de emisarios del rebe. Unas horas después, la historia se hizo aún más interesante…

El rabino Avi Richler, emisario en Mullica Hill, Nueva Jersey, que trabaja con el instituto de Aleph, una organización que ayuda a los prisioneros judíos, publicó el siguiente comentario:

”Quiero compartir el otro lado de la historia”, escribió.

”Yo estaba involucrado en la asignación de esos chicos a visitar la prisión. Por lo general, los estudiantes de ieshivá que vienen a ayudar los fines de semana se alojan en el hotel en Fort Dix, a pocos minutos a pie de la prisión."

”Recibí una llamada el viernes pasado explicando que hay ahora una pared erigida entre el campamento militar y la prisión, y los chicos tendrían que salir de la base y rodear la prisión (siete kilómetros en cada sentido)."

”A último momento hablé con el director asociado de la prisión, y encontramos otro hotel a unos kilómetros de la carretera donde pudieran alojarse. El único problema era que tenían que caminar por la carretera…"

”Parece que D-os tenía un plan para todo esto. Quizás este médico nunca habría llegado a la sinagoga sin esa valla que se estaba construyendo”

Qué: El shofar es un cuerno de un animal kasher al que se le quitó la médula. Si lo soplas, vas a oír su sonido. Si soplas la secuencia indicada de sonidos en el momento indicado del año, has hecho una gran mitzvá.

Cuándo: En la Biblia, Rosh Hashaná es llamado “El día del toque del shofar”. Esa es la mitzvá del día: oír los sonidos del shofar. Dado que Rosh Hashaná dura dos días, necesitamos oírlo durante las horas diurnas de ambos días, a menos que el primer día caiga en Shabat; en cuyo caso, solamente, lo tocamos el segundo día.

Por qué: Básicamente, porque es una mitzvá. Pero los sonidos del shofar también son llamadas de atención. Rosh Hashaná es el momento de sacudirnos de nuestro letargo espiritual, reconectarnos con nuestra fuente y reiniciar un compromiso con nuestra misión divina en este mundo.

Quién: Todos los hombres, mujeres y niños judíos. Todos necesitamos reconectarnos.

Dónde: El lugar de preferencia es tu sinagoga local. Allí se toca el shofar después de la lectura de la Torá.

¿No tienes forma de asistir a la sinagoga? Entonces, contacta al rabino de Jabad de tu zona. Él va a hacer todo lo que esté a su alcance por arreglar una visita a domicilio.

Cómo: Puede parecer muy simple, pero tienes que atenerte a las reglas del juego. A menos que conozcas todas las reglas, mejor será que lo dejes a cargo de tu rabino o de otro profesional. Estos son los puntos básicos:

La persona que toca el shofar recita dos bendiciones y luego toca una secuencia de tres clases de sonidos: 1) Tekiá, un sonido ininterrumpido que dura varios segundos; 2) Shevarim, tres sonidos de longitud mediana; 3) Truá, un mínimo de nueve sonidos muy breves.

Si lo haces en la forma debida, vas a completar treinta sonidos como estos. Ese es el requisito mínimo. En la sinagoga, tocamos un total de cien sonidos, en los que los toques adicionales se reparten en el transcurso de las plegarias que siguen a la lectura de la Torá.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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