Israel

A 10 años de la liberación de Gilad Shalit: el duro precio y el gran compromiso

El 17 de octubre del 2011, tras cinco años y más de cuatro meses secuestrado en manos de la organización terrorista Hamas, el soldado israelí Gilad Shalit fue puesto en libertad. Volvió a los brazos de su familia y el pueblo de Israel celebró como si cada uno estuviera viendo a su propio hijo volviendo a respirar.

Guilad Shalit llegando a su casa (Foto: Dover  Tzahal)

 

Recordamos las escenas de las multitudes cubriendo los caminos conducentes a su casa en Mitzpe Hila en el norte de Israel y se nos agranda el corazón de emoción y orgullo. La felicidad venía de adentro, desde lo profundo del alma, porque así también se había vivido la angustia de su secuestro y de la larga odisea de su estadía en Gaza en manos de Hamas. Claro está que el hecho que se sabía que Shalit estaba vivo, era clave en todo aquella saga. Tratar de lograr su libertad era una lucha también contra el peligro de que lo maten.

Se celebró la libertad y la vida. 

Y el que haya vuelto cuerdo, es producto de la entereza emocional del propio Guilad.

Se lo recibió como a un hijo que volvía del campo de batalla. Aquí. el entonces Jefe del ejército y hoy Ministro de Defensa Beni Gantz abrazando a Guilad (Foto: Dover Tzahal)

 

Ineludiblemente, debemos referirnos también al otro lado de la moneda. La liberación de Guilad Shalit fue posible porque finalmente Israel aceptó excarcelar a 1.027 terroristas presos, varios cientos de ellos asesinos responsables de la muerte de numerosos israelíes.

Los 1.027 fueron puestos en libertad en dos tandas. Los primeros en salir fueron los peces gordos, 477 miembros de Hamas, de los cuales 250 habían cometido asesinatos. Según dijo entonces el propio Ahmed Ja´abari, de las principales figuras del brazo armado de Hamas-tal cual recordó recientemente en una nota en el canal N12 el  corresponsal de asuntos palestiinos Ohad Hemo-entre todos, asesinaron a 569 israelíes. Muchos más resultaron heridos. 

En la segunda tanda fueron excarcelados 550 miembros de Al-Fatah y otros grupos terroristas armados. Casi de más está recordar: todos estaban en la cárcel por haber participado en terrorismo, no por pensar de tal o cual forma. 

La decisión de liberar a todos esos terroristas para salvar a Guilad Shalit no puede ser analizada sin ver sus distintas aristas.

El compromiso de garantizar que todo soldado vuelva a casa, de no dejar “heridos” en el campo de batalla, es un valor supremo y moral de Tzahal. Guilad fue secuestrado mientras se hallaba dentro de territorio israelí, en el puesto de Kerem Shalom aledaño a la frontera con la Franja de Gaza. Los terroristas entraron a Israel por un túnel cavado desde Gaza, mataron a dos soldados y se lo llevaron a Guilad a Gaza. No estaba de paseo sino que se hallaba en la frontera como soldado reclutado por ley por las Fuerzas de Defensa de Israel. 

El compromiso moral para con él y cualquier otro soldado, es más que evidente.

El dilema moral  de fondo, sin embargo, no es pequeño ya que para tenerlo de nuevo en casa se tuvo que excarcelar a terroristas asesinos, algunos de los cuales volvieron a perpetrar atentados que cobraron víctimas mortales.

El más simbólico es el jefe máximo de Hamas en Gaza Yehia Sinwar, que aquel 17 de octubbre del 2011 fue uno de los liberados. Su hermano Muhamad había sido uno de los secuestradores.

Sinwar en andas, una escena difícil de digerir (Foto: Telegram Abu Ali Expresss

 

Otro de los ejemplos es el de Mahmud Qawasme, liberado en el intercambio con Shalit , que menos de tres años más tarde organizó la célula que secuestró y asesinó a los tres jovencitos israelíes en junio del 2014 en Gush Etzion. Según un dato proporcionado por el ya citado Ohad Hemo, por lo menos 10 israelíes fueron asesinados por terroristas excarcelados a cambio de Shalit.

A ello se agrega el precio político, el hecho que ese intercambio fortaleció a Hamas, lo presentó como quien consigue lo que los palestinos exigen-recuperar a sus presos- y por supuesto mientras la Autoridad Palestina no lo logra.

El alto precio pagado, Shalit por 1.027 terroristas, muestra la abismal diferencia entre el valor que Israel da a la vida y el que dan los terroristas. Podemos vanagloriarnos de ello, sí. Pero esa diferencia es también un problema, ya que se sentó un precedente. Y el que los terroristas hayan logrado todo eso, no puede menos que alentarlos a volver a secuestrar para liberar más presos.

Nuevamente sentimos la necesidad de recordar que los presos eran terroristas, no prisioneros de conciencia.

En estos momentos Hamas también tiene presos en sus manos: los cuerpos de dos soldados israelíes muertos en la guerra en Gaza en el 2014 por disparos de Hamas-uno de ellos durante un alto el fuego humanitario pedido por la ONU, que Israel aceptó y Hamas violó- y a dos civiles que no están en su sano juicio y cruzaron por su voluntad  a Gaza, sin entender al parecer el riesgo que corrían.

Hasta ahora han resultado infructuosos los esfuerzos por recuperarlos. No podemos asegurar qué se ofreció a cambio de ellos. Sí estamos seguros que Hamas quiere exprimir al máximo a Israel.

Cuesta concebir hoy que se repita el precedente de Guilad Shalit. Lo preocupante es la convicción de Hamas que le vale la pena secuestrar a otros israelíes para conseguir su propósito.

Furia, alerta máxima y entereza moral. Todo se combina cuando Israel tiene que lidiar con Hamas.

El gran consuelo es que Guilad Shalit volvió sano y salvo a Israel, estudió, contrajo matrimonio y recuperó la normalidad.

 

Foto: Facebook

 

Seguramente no ha olvidado nada de los cinco años y cuatro meses en manos de Hamas. Se aferró a la vida. Hasta los 120, con salud.

Y nosotros, todos, a seguir con los ojos bien abiertos, siempre, mientras tengamos terroristas de vecinos.

 

Ana Jerozolimski
(18 Octubre 2021 , 17:08)

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