Mundo Judío

Mi Sinaí

Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 118 Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

No. 130
Vaigash
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 10/12  19:33
Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

UN MOMENTO PARA LLORAR

Por Yossy Goldman

El mas sabio de los hombres dijo que hay un tiempo para llorar, lo que implica que hay ocasiones en las que llorar es inapropiado. Aunque las palabras exactas del Rey Salomón fueron “hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír” (Kohelet 3:4), obviamente hay ocasiones en las que se requieren otras respuestas. Claramente la vida no es solo llorar o reír.

La parashá de esta semana relata la historia de la dramática reunión de Iosef con sus hermanos. Aunque los abraza a todos, el reserva sus emociones mas profundas para su único hermano de padre y madre, Biniamin. Iosef fue separado de sus hermanos cuando Biniamin era solo un niño, y Biniamin fue el único que no estuvo implicado en el complot contra Iosef. Por esto, el abrazo entre ellos fue excepcional:

“Entonces se echó sobre el cuello de su hermano Biniamin y lloró. Biniamin también lloró sobre su cuello.” (Bereshit 45:14).

Rashí, citando el Talmud, explica que, para ambos hermanos, sus llantos, mas allá de las fuertes emociones del momento, eran nada menos que proféticos. Iosef lloró por los dos templos de Jerusalem destinados a ser destruidos, que estaban en la porción de tierra asignada a la tribu de Biniamin. Y Biniamin lloró por el Santuario de Shilo, localizado en la tierra asignada a la tribu de Iosef, que también sería destruido.

La pregunta es ¿por qué cada uno está llorando por la destrucción del otro? ¿Por qué no lloran por sus propias destrucciones?

El Rebe de Lubavitch explica que cuando se trata de los problemas de otros, podemos ayudar pero no podemos resolver los problemas. Aun buenos amigos no pueden hacer mas que esto. Podemos ofrecer nuestra generosa asistencia, apoyo y el mejor consejo del mundo, pero el resto depende de el o ella. No importa cuan arduos nuestros esfuerzos, no puede haber garantía que serán exitosos. Por mas que queramos ayudar, solo el individuo tiene las llaves para salir de su propia situación.

Así que, si estamos convencidos que hemos dado lo mejor de nosotros por la otra persona y hemos fallado en alcanzar una solución satisfactoria, la única cosa que podemos hacer es derramar una lágrima. Podemos rezar por ellos, podemos ser compasivos. Mas allá de eso, realmente no hay nada mas que podamos hacer. Cuando hemos intentado y fracasado, todo lo que podemos hacer es llorar.

Pero cuando se trata de nuestros propios problemas y desafíos, de nuestra propia destrucción, no nos podemos poner a llorar. No nos podemos dar el lujo de rendirnos y llorar. Si es nuestro problema, es nuestra obligación enfrentarlo una y otra vez hasta que lo solucionemos. Por otros podemos llorar, pero por nosotros debemos actuar.

Sesenta años atrás, los grandes líderes espirituales de Europa contaban sus perdidas en millones. Los grandes tribunales jasídicos de Polonia, las prestigiosas ieshivas de Lituania, fueron todas destruidas por las hordas nazis. ¿Que hizo esta gente justa? ¿Se sentaron a llorar? Por supuesto que hubieron lágrimas, duelo y sufrimiento indescriptible, pero el énfasis rápidamente se puso en reconstruir. Y hoy, gracias a D-os, esas mismas instituciones están sanas y salvas, prosperando y palpitando con espíritu y energía en Israel y Estados Unidos. Los líderes se enfocaron en el futuro. Y minuciosamente, con el tiempo, pudieron resucitar y rejuvenecer las comunidades diezmadas.

Esos líderes lloraron lágrimas amargas por sus compañeros caídos, pero por si mismos no se sentaron a llorar. Se abocaron a la tarea de reconstruir, y tuvieron éxito en la forma mas inspiradora y milagrosa.

Cuando tenemos problemas (¿quien no los tiene?) muchos de nosotros nos lamentamos, suspiramos, y quejamos. Cuantas veces hemos suspirado diciendo “¿Que puedo hacer?” ¿Y qué ganamos con eso? Solo gemidos y quejas y nada mas. En las palabras del quinto Rebe de Jabad, Rabi Sholom Dovber de Lubavitch, “Una buena acción vale mas que mil suspiros”.

Deje las quejas para otros. Si es su problema, confróntelo, negocie con él, esfuércese. Se sorprenderá con los resultados.

 

MODO DE CRISIS

"Judá se acercó [a José]" (Bereshit 44:18)

Judá no tuvo timidez de hablar duramente con José, es más, empezó su apelación en forma dura. Él sabía que cuando la vida de alguien está en juego, no debemos ser diplomáticos; nuestros oyentes deben sentir que no estamos ocupándonos por motivos ulteriores, como intereses políticos o financieros. Cuando está claro que la causa por la que luchamos llega al núcleo de nuestro ser, generará una respuesta honorable y compasiva.

Los “Benjamines” de hoy, nuestros niños, están amenazados por un tipo diferente de “Egipto”, el de la asimilación. Para salvar a esos Benjamines, no podemos esperar hasta que alguien nombre un comité que haga una larga investigación y luego delibere sobre qué se puede hacer, cuánto costará, etc. Cuando las vidas están en juego, debemos hacer lo que sea para salvarlas, inmediatamente.

Los esfuerzos de Judá probaron ser inesperadamente fructíferos: su supuesto enemigo resultó ser su más grande aliado, e incluso el Faraón mismo proveyó los recursos más grandes posibles para asegurar la continuidad íntegra de la tradición judía. Así será también cuando sigamos el ejemplo de Judá, cuando nos esforcemos altruista y vigorosamente por el bien de nuestros niños.

Likutei Sijot, vol. 20, págs. 216, 217.

Génesis (Bereshit) 44:18 – 47:27

En la onceava sección del libro de Génesis, llegamos al clímax dramático de la historia de José. Comienza cuando Judá se acerca (Vaigash, “y él se acercó” en Hebreo) a José en defensa de Benjamín. La voluntad de Judá de salvar a Benjamín convence a José que los hermanos se han arrepentido y han superado su envidia pasada, por lo que pone fin a su actuación y les revela su verdadera identidad. Inmediatamente José envía a todos los hermanos para que traigan a su padre Jacob a Egipto, donde se asentaría la familia para sobrevivir la hambruna. Irónicamente, la hambruna termina apenas Jacob llega, pero la familia se queda en Egipto cumpliendo el plan de D-os tal como fue prometido originalmente a Abraham. 

¿TIENEN UN PADRE?

Por Rabi Iosef Soloveichik

Yo asistía al jeder (escuela judía tradicional), en un pequeño pueblito de la Rusia Blanca llamado Khaslavichy. Mi padre era el rabino del lugar. Mi maestro era un jasid de Jabad.

El episodio al que me refiero sucedió durante un horrible invierno. Puedo aún recordar las pesadas nubes en el cielo. Esa semana se leía la parshá de Vaigash. Acababa la festividad de Janucá. Ese día en particular todos los niños estaban melancólicos, perezosos y tristes. Recitábamos los versículos monótonamente, en hebreo y en idish. Leímos mecánicamente: “Y Iehudá se acercó a él (Iosef)… Mi señor preguntó ‘¿tienen un padre…?’

En ese momento, sucedió algo extraño. Nuestro melamed (maestro), que hasta entonces estaba medio dormido, se levantó enigmático, con un brillo en su mirada y detuvo con un movimiento al niño en su lectura. Me miró y dijo: “¿qué tipo de pregunta formuló Iosef a sus hermanos? ¿Tienen un padre? ¡Por supuesto que lo tenían, todos poseen un padre! Sólo Adám, el primer hombre, no lo tenía. Pero cada persona que nace en este mundo tiene un padre. ¿Qué clase de pregunta es esta?”

Intenté contestar. “Iosef trataba de saber si su padre estaba aún con vida.”

El melamed me respondió como un trueno: “Hubiese preguntado: ¿Vuestro padre aún vive?” Todas las respuestas que le dábamos no servían. Ya no hablaba a sus alumnos. Se dirigía a un visitante invisible que había entrado a la habitación.

“Iosef no quiso preguntar a sus hermanos acerca de su padre biológico. Iosef estaba deseoso de saber si ellos aún se sentían comprometidos con sus raíces, sus orígenes. ¿Miran ustedes a su padre como el tronco, las ramas y las flores miran a la raíz? ¿Ven ustedes en vuestro padre la base de vuestra existencia? ¿O sólo son un grupo de pastores que ha olvidado sus orígenes, y deambula de pastura en pastura?"

De pronto, dejó de hablar al vacío y nos miró: “¿son ustedes humildes y modestos? ¿Aceptan que vuestro padre les enseñe algo nuevo, desafiante? ¿O son insolentes, arrogantes y negáis cualquier dependencia de vuestro padre, de vuestra raíz?”

‘¿Tienen ustedes un padre?’, exclamó otra vez, señalando a uno de mis compañeros, que era considerado el prodigio del pueblo. El melamed lo miró fijo y le preguntó: “¿Quién sabe más? ¿Tú porque eres versado en Talmud, o tu padre, Iaakov el herrero, a pesar de que apenas puede leer en Hebreo? ¿Estás orgulloso de tu padre? Si un judío admite la supremacía de su padre, entonces, ipso facto, admite la supremacía del Padre Universal, el Creador del mundo.”

Esta experiencia que viví con mi melamed fue inolvidable.

EL AYUNO DEL 10 DE TEVET

El 10 de Tevet es observado como un día de ayuno, duelo y arrepentimiento. Nos abstenemos de comida y bebida desde el alba hasta el anochecer y agregamos Selijot y otras adiciones especiales a nuestras plegarias.

En este día en el año 3336 desde la Creación (425 AEC), los ejércitos del emperador babilonio Nabucodonosor sitiaron Jerusalem. Esto es visto como el comienzo de una cadena de eventos que culminaron con la destrucción del Templo y los exilios posteriores, algo de lo que nunca nos hemos recuperado totalmente, porque incluso cuando se construyó el Segundo Templo, nunca volvió a toda su gloria.

El 10 de Tevet también conmemora dos eventos trágicos que ocurrieron cerca de esa fecha, que se incorporan en las selijot del 10 de Tevet.

8 de Tevet: La Traducción de la Torá al Griego

En un esfuerzo por traducir la Torá al Griego, el emperador egipcio-griego Tolomeo reunió a 72 sabios de la Torá, los aisló en 72 piezas separadas y les ordenó a cada uno que hiciera una traducción. El 8 de Tevet de 3515 (246 AEC), produjeron 72 traducciones idénticas. Esto era algo milagroso, especialmente porque en 13 lugares los traductores se apartaron de la traducción literal. A pesar de los milagros, los rabinos vieron este evento como uno de los días más oscuros en la historia Judía, comparándolo con el día en que fue hecho el becerro de oro.

9 de Tevet: Fallecimiento de Ezra Hasofer

Ezra el Escriba, falleció el 9 de Tevet del año 3448 (313 AEC), exactamente 1000 años después de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí.

 

El fue quien lideró el regreso del pueblo Judío a la Tierra de Israel luego del exilio babilónico, supervisó la construcción del Segundo Templo, y ayudó a detener la ola de casamientos mixtos que afligía al pueblo Judío de esa época. Como presidente de la Gran Asamblea, canonizó los 24 libros de las Santas Escrituras (Tanaj) y legisló una serie de leyes y prácticas, incluyendo la plegaria formalizada, garantizando la continuidad del Judaísmo auténtico entre el pueblo Judío hasta el día de hoy.

Una Mezcla de Tristezas

A pesar de que el 8 y 9 de Tevet fueron establecidos como días de ayuno separados, los rabinos los consolidaron en el ayuno del 10 de Tevet, un día mencionado por el profeta Ezekiel como un día de duelo, para que el mes no esté lleno de tristeza y duelo.

De acuerdo a esto, en tiempos recientes, el 10 de Tevet se convirtió en el día para decir kadish por las víctimas del Holocausto, muchas de las cuales se desconoce la fecha de su martirio.

El Ayuno del 10 de Tevet es el martes 14 de Diciembre. En Montevideo comienza a las 3:46 y finaliza a las 20:24.

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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