Siento el repiqueteo de la lluvia contra el vidrio.El edificio está en silencio. Imagino mi furia si estuviera sola en Punta Colorada. No habría libro suficiente para superar la bronca la abstinencia solar.. Cuando vos estabas conmigo, los días de lluvia eran todo para mí. No te ibas a pescar con Nico embarcado y venías al alba con mucha brótola, corvina blanca y pejerrey. Las corvinas, las regalabas porque le tenías pavor a las espinas, se las regalábamos a la parejita joven de la casa moderna de ventanales hasta el piso. Y los pejerreyes les tocaban a los de la vuelta, esa pareja rubiona, con cuatro chicos en escalera, y con Toby, su caniche tranquilo aún cuando los niños vivían encima de él .Pero vos te fuiste.Y yo escucho la lluvia y te recuerdo. ompartimos muchas lluvias y tormentas leyendo juntos antes de Netflix. La casa de Punta Colorada tenía una biblioteca cuya base eran los libros que nuestros amigos descartaban o que comprábamos para las vacaciones. Allí permanecían. La lluvia no cesa y pienso qué estarás haciendo. No tenés redes sociales. Imagino tu foto de perfil de Tinder. Pondrías a la brotola de 5 kg que pescaste con tu amigo Diego, cuando vino con los chiquilines chiquitos recién separado de Alicia.
¿Cuándo parará esta lluvia? Como te extraño. Cierro los ojos y veo el sofá del living con la funda floreada de margaritas en el qué hacíamos el amor impregnados de olor a playa y a mar.
La casa la vendí cuando te fuiste. No pude ir sin vos. Pero si llueve y es verano, pienso en vos. Cierro los ojos e inhalo tu perfume a hombre recién bañado. Vos ya no estás. Yo me traje la biblioteca y tengo a los libros como única compañía.