Mundo Judío

Un aniversario siempre en presente

La clausura de Auschwitz 27/01/45 – ¿27/01/22?

Por el Prof. Oscar Destouet

Profesor Oscar Destouet, autor de esta nota, en Yad Vashem

 

Elie Wiesel: “A la tristeza queremos que la acompañe la esperanza”

 

Nuevamente el 27 de enero el Parlamento uruguayo con la voz representativa de todas las opciones político/ partidarias del país se conmemora a un nuevo aniversario de la clausura del terriblemente celebre campo de exterminio de Auschwitz (Polonia) en las postrimerías de la II Guerra Mundial. 

La comunidad internacional encontró en este hecho el símbolo adecuado que sintetiza crímenes atroces, dolor, heroísmo de sus víctimas, deshumanización extrema de sus victimarios, solidaridad de algunos, indiferencias en otros, miedos comprensibles en todos.

No nos cansamos en leer y releer lo escrito por Primo Levi cuando describe con minuciosa expresividad el momento de la llegada de la avanzada soviética a las puertas del Campo. Sus palabras dicen y nos hacen encontrar a 77 años de pronunciadas la emoción, el silencio ante la magnitud de lo vivido la necesidad de recordar, tal vez para solo seguir siendo humanos.

(…) “eran cuatro soldados jóvenes a caballo que avanzaban cautelosamente metralla en mano. Cuando llegaron a las alambradas se pararon a mirar intercambiando palabras breves y tímidas, dirigiendo miradas llenas de un extraño embarazo a los cadáveres descompuestos, a los barracones destruidos y a los pocos vivos que allí estábamos. No nos saludaban, no sonreían; parecían oprimidos, más aún que por la compasión, por una timidez confusa que les sellaba la boca y clavaba su mirada sobre aquel fúnebre espectáculo. Era la misma vergüenza que conocíamos tan bien, la que nos invadía después de las selecciones, y cada vez que nos tocaba asistir a un ultraje o soportarlo; la vergüenza que los alemanes no conocían, la que siente el justo ante la culpa cometida por otro” (P. Levi, 1988:12)[1].

Hubo otros genocidios a lo largo del Siglo XX comenzando por el desarrollado contra el pueblo Armenio en manos de los Turcos a principios de siglo, el genocidio a los Pueblos Roma compartido en el tiempo al judío, luego le siguieron otros intentos de exterminio en África (Ruanda por ejemplo) y en Asia (Camboya del Kramer Rouge por ejemplo). Si nos remontamos más atrás y llegamos al comienzo de la modernidad nos encontramos con el genocidio a los pueblos originarios de nuestro continente en manos de los invasores europeos. Pero la “originalidad” nazi radicó, y así lo manifestaron en varias oportunidades, que el objetivo era la liquidación de todo persona judía incluida su historia de la faz de la Tierra por considerarlos fuera de lo humano. 6 Millones de personas incluidos bebes, niños, jóvenes y ancianos, varones y mujeres, intelectuales y trabajadores manuales, empresarios y desocupados, religiosos observantes y no religiosos, alto, bajos, elegantes y no tanto fueron discriminados, hacinados en sectores urbanos llamados guetos de los cuales no podían salir, en campos de trabajo forzado, y luego con campos de exterminio con sus conocidas cámaras de gas. Millones fueron asesinados por el hambre, la sed, la falta de atención médica o simplemente con un balazo en la nuca ante la más mínima acción de resistencia.

Compartiendo con la práctica de otros genocidios, la negación, el silencio y la impunidad de muchos criminales fue la tónica. La memoria y el homenaje permanente a sus víctimas fueron y es la respuesta. Pero a la memoria hay que materializarla. Para ella está la Justicia y la Reparación. 

El Nunca Más significa tender puentes entre presente – pasado. Pensar y vivir en consonancia con los valores de no discriminación, igualdad de oportunidades, respecto al que no piensa como uno. Es fortalecer la democracia y la libertad sin distinción alguna. Es mirar y sentir al “otro” siempre como un hermano. Es desterrar los discursos de odio y proclamar la búsqueda de la verdad, escuchando y aprendiendo en colectivo.

A pesar de todo lo sucedido la humanidad todavía convive con el flagelo del antisemitismo, no igual al de la década del ’30 pero si dañino y doloroso para quien lo sufre, y también para quien lo ejerce e incomprensible para el que vive una eterna indiferencia. Al antisemitismo se suma y en muchos casos se confunde con anti israelí, negando al pueblo judío la existencia de contar con un Estado propio en tierras de sus orígenes.

A comienzo del siglo XXI como consecuencia de la Conferencia de Estocolmo se fundó lo que en aquel momento se denominó Fuerza Internacional de Tareas para la Cooperación en Educación del Holocausto (hoy Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto – IHRA su sigla en inglés). Uruguay se integró años más tarde como miembro observador hasta el presente.

Llegó la hora que Uruguay de un paso más y solicite su integración como miembro pleno a la Alianza Internacional, sería una digna y fuerte señal política para que la acción de la memoria se ejerza en presente con iniciativas educativas que den contenido y razón al tipo de país que se quiere.

El examen de la historia del Holocausto puede ilustrar el papel de los factores históricos, sociales, religiosos, políticos y económicos en la erosión y desintegración de los valores democráticos y los derechos humanos.

Enseñar y aprender sobre el Holocausto brinda una oportunidad esencial, reza una declaración del IHRA de diciembre del 2019, para inspirar el pensamiento crítico, la conciencia social y el crecimiento personal. El auge del antisemitismo en muchos países, la xenofobia persistente, la crisis de los refugiados, el rechazo al “diferente”, las amenazas a muchas normas y valores democráticos, así como la persistencia de la impunidad a criminales de Lesa Humanidad y el mantenimiento y surgimiento de gobiernos autoritarios son parte del contexto para el estudio del Holocausto. Ese contexto fortifica la importancia del abordaje y es el desafío y la necesidad a enfrentar.  

Ana Vinocur quien vivió y formó familia en Uruguay alertó: “No podremos borrar nunca lo que hemos soportado, tampoco podremos recuperar lo que hemos perdido, ni todas las riquezas del mundo agolpadas lograrían borrar las huellas tatuadas en nuestros corazones. A pesar de todo tenemos que seguir adelante y edificar nuestro futuro. No se debe permitir que los tiranos lleven al mundo hacia la esclavitud. Es necesario que las futuras generaciones sepan defender, comprender y apreciar la palabra LIBERTAD”[2].

 

 


 
[1] Primo Levi, La tregua, Barcelona, 1988, pág. 12.
[2] Ana Benque de Vinocur, Sin título, Montevideo 2002, pág. 218.

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