Mundo Judío

Espadas en arados: razones porque Ucrania me importa

Fuente:  https://diario.mx/opinion

Por Rabino Levi Greenberg / Chabad Lubavitch of El Paso

Las tensiones en la frontera Este de Ucrania tienen en vilo a Occidente hoy en día, y los Estados Unidos y Rusia –antiguos rivales de la Guerra Fría– enfrentan otra contienda. La situación es preocupante para mi en un sentido amplio, pero también a nivel personal, ya que miembros de mi familia sirven a comunidades judías tanto en Rusia como en Ucrania. A la vez, como estudiante del judaísmo, comprendo que no estamos desconectados de eventos que se desarrollan en el otro lado del mundo, ni somos impotentes para intervenir de alguna manera.

El fundador del movimiento jasídico en el Siglo XVIII, el rabino Israel Baal Shem Tov, enseñó que todo lo que uno ve o escucha debe servir como un catalizador para el crecimiento personal y la mejora del carácter. Como un ciudadano común no tengo sugerencias para los líderes mundiales, diplomáticos y estrategas militares encargados del manejo de esta crisis, ni tengo predicciones de lo que sucederá. Pero esto no significa que no pueda hacer nada al respecto.


Algunos ven un inquietante presentimiento en el hecho que en 2022 se cumple el centenario de la fundación de la Unión Soviética. Prefiero enfocarme un aniversario histórico más reciente, uno que simboliza un resultado más brillante.

El 31 de enero marca treinta años desde que 13 jefes de estado y ministros de relaciones exteriores –incluidos los presidentes de Estados Unidos, George H. Bush, y de Rusia, Boris Yeltsin– se reunieron para la primer cumbre del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Realizada en viernes, la “cumbre de la paz” reafirmó el papel central de las Naciones Unidas para mantener la paz mundial y fortalecer la capacidad para la diplomacia preventiva, la pacificación y el mantenimiento de la paz.

Al día siguiente, durante una reunión de Shabbat realizada en la Sede Mundial de Jabad Lubavitch en Brooklyn, el Rebe –líder espiritual– del movimiento, el rabino Menájem Mendel Schneerson, habló ampliamente sobre la histórica cumbre.

“He aquí, antes nuestros propios ojos, que las principales potencias proclaman su deseo de establecer un nuevo y humanitario ordeno mundial de justicia y paz”, dijo el Rebe. “Esto es un anticipo tangible de la visión idílica del profeta bíblico Isaías: Convertirán sus espadas en rejas de arados, y sus lanzas en hoces; no levantará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.

Cabe señalar que esta frase de Isaías está gravada en la pared frente a la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, que fue escenario de la reunión histórica.

Como lo muestran los acontecimientos actuales, todavía no hemos llegado a ese punto, pero hoy en día la humanidad anhela la paz antes que la guerra. Debemos llegar a un punto en que la guerra ya no sea una opción, y existe algo que todos podemos hacer para convertirlo en realidad.

Maimónides, el afamado sabio judío del siglo XII, declaró que una sola buena obra, una palabra hablada o incluso un pensamiento pueden marcar el comienzo de la era mesiánica de paz mundial, tal como la previeron Isaías y otros profetas de la Biblia. Si esto le suena a usted ingenuo, considere que, hace más de un siglo, unos cuantos balazos –disparados por un activista político serbio de 23 años– precipitaron a Europa en la Primera Guerra Mundial. Así como la luz es más poderosa que la oscuridad, la bondad es más potente que el mal.

Mi lección aprendida del actual drama global es la vital importancia de incrementar nuestros actos de bondad y amabilidad. Conviértase en un embajador de bondad. Aparte una “caja de donaciones” –alcancía– en su hogar u oficina, y coloque algo de dinero cada día para obras caritativas. Sea generoso con sus elogios y difunda el buen ánimo. Busque oportunidades para ser útil y cortés e inspire a otros a hacer lo mismo.

En tanto que las partes relevantes involucradas trabajan sin descanso, con la ayuda divina, para reducir las tensiones en Europa Oriental, podemos mientras hacer nuestra parte para resolver el problema subyacente. Nunca se sabe cuál simple buena acción, palabra hablada o pensamiento inclinará la balanza para que inicie la era de verdadera paz mundial.

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