Ianai Silberstein

Ianai Silberstein

 Nacido 1957, casado, dos hijos, un nieto. Jubilado. Egresado con título de grado en Teoría Literaria y Literatura Inglesa de la Universidad de Tel-Aviv en 1980. PDD en la Universidad de Montevideo en 1999. Participante de los Seminarios para líderes comunitarios del Shalom Hartman Institute en Jerusalémdesde 2009 a la fecha. Integrante del Consejo de la EIHU entre 1997 y 2006. Miembro de la Comisión Directiva de la NCI desde 2003. Presidente 2006 a 2009. Actualmente Presidente de la NCI por el período 2021-2024. Creador del programa radial “radiomaná” entre 2004 y 2009. Creador del blog TuMeser on-line desde 2009. Escritor. Charlista. Juez All-Rounder del Kennel Club Uruguayo desde 2017.

Columna de opinión

Juglares judíos

Fuente: tumeser.com

En los años setenta descubrí a estos juglares que hoy están cumpliendo ochenta. Tenían por entonces “thirty-something” y se llaman Bob Dylan, Paul Simon, Carol King, y Leonard Cohen, de bendita memoria. Nombro a estos y no a otras tantas decenas de cantautores actualmente octogenarios porque el factor común es que todos ellos son, inequívocamente, judíos. Lo judío no define a esta generación de fenómenos de la canción y la poesía, aunque uno de sus mayores impulsores, el apóstol del movimiento beat norteamericano Allen Ginsberg, fuera tan judío e inconformista como ellos. En el documental “Rolling Thunder Revue” de Martin Scorsese Ginsberg está permanentemente entre bambalinas. Si él fue uno de los apóstoles del movimiento “beat”, no cabe duda que Dylan fue una influencia paulina en todos sus coetáneos.

Hay dos características muy judías que se conjugaron en aquellos jóvenes que están cumpliendo ochenta años en estos meses: una es la tendencia al movimiento constante, la búsqueda espiritual expresada en términos geográficos; y la otra es el sentido del lenguaje como denuncia social, una aproximación más o menos exitosa, dependiendo del caso, a la profecía bíblica. Desde “la respuesta que está soplando en el viento” de Dylan a “las palabras de los profetas escritas en las paredes del subterráneo” de Paul Simon, es inequívoca, casi explícita, la influencia judía, por más “americanizada” que esté.

La búsqueda de intimidad interior, paradójicamente cantada ante, para, y por miles de espectadores, es otro rasgo en común de todos ellos: Carol King comienza “You’ve Got a Friend” diciendo “cuando estás tirado y con problemas”, mientras que su amigo de la infancia Paul Simon arranca su “Puente sobre Aguas Turbulentas” en forma casi idéntica: “cuando estás agotado, sintiéndote pequeño, cuando hay lágrimas en tus ojos”. Lo curioso es que ambas canciones fueron no sólo un enorme éxito de rating y ventas, sino que ambas dicen casi lo mismo y seguramente compartieran buena parte de su audiencia. Había un público que quería hablar de sus sentimientos. Otra pequeña contribución judía a la Humanidad. Hoy, para bien o para mal, hablamos a través Twitter o Tinder.

Profundo en el corazón judío late una necesidad irracional, como entonar un aleluya o preguntarse acerca de las circunstancias de la vida (y la muerte), o decir simplemente presente. Algunas de las composiciones de Leonard Cohen recogen más imaginería judía que otras, pero su alusión a su origen o destino no lo deja en paz: sea que “Suzanne” lo seduzca hacia LA salvación o que quiera hacer de él un doctor judío, sus canciones no resisten el atravesamiento que se les impone desde su cuna. Las imágenes apocalípticas de Dylan en “A Hard Rain is Gonna Fall”, en toda su contemporaneidad, son la versión sesentosa y estadounidense de una experiencia colectiva atávica: “And reflect from the mountain so all souls can see it,” “reflejos de la montaña para que todas las almas puedan verla”. En otras palabras, la epifanía de Sinaí.

Los Beatles fueron los primeros en reconocer la influencia de Dylan en su música. Ellos no son, sin embargo, judíos; en todo caso, son un producto de los beatniks. Lo único judío en los Beatles fue su manager y promotor Brian Epstein, que los llevó a grabar su primer simple y a la Beatlemanía. Cuando dejan de girar, Brian Epstein pone fin a su vida. Sus inquietudes y pasiones no podían canalizarse de otra forma que no fuera el nomadismo, por mejor establecida en Liverpool que estuviera su burguesa familia judía.

El judaísmo nunca fue en sí mismo llamarada pero en todo caso siempre fue chispa: la que ilumina por un instante o la que permite iniciar el fuego, la que desde un rincón arroja luz sobre las tinieblas. Así se sentó Brian Epstein, de bendita memoria, en sus incursiones a “The Cavern” cuando descubrió a Los Beatles: al costado del escenario, casi sobre el piso, con admiración y devoción. Había descubierto una nueva religión.

Admitamos, sin embargo, antes de cerrar estos “apuntes”: Elvis no fue judío, Elton John tampoco lo es. Sin embargo, uno de los primeros grandes éxitos de Elton John dice: “Santo Moisés, he sido excluido” (“Border Song”). Si Leonard Cohen pudo nombrar a Jesús “cuando caminó sobre las aguas” (“Suzanne”), por qué no habría Bernie Taupin, en la melodía de su amigo Elton, de santificar a Moisés…

No, el rock y el pop no son una creación judía. Lo judío lo atraviesa porque muchos judíos abrazaron esa cultura con devoción. Así es como los judíos abrazan las causas de sus vidas, sean estas judías o no.

Ianai Silberstein
(14 de Febrero de 2022 a las 11:40)

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