Mundo Judío

El vuelo del cuervo y la paloma

Por Bernardo Borkenztain

NOÉ AL FINAL DEL DILUVIO

Tanto en la Torá como en la literatura rabínica es necesario distinguir que siempre se puede hacer una lectura literal, una mitológica y una simbólica[1]. Tomemos por ejemplo el caso de Noé y  el fin del diluvio, siguiendo a Raphael Patai y Robert Graves[2].

Lo que el texto dice es lo siguiente: 

“… Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra. 9 Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en el arca. 10 Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca. 11 Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra. 12 Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él…”[3]

O sea, luego de cuarenta días de lluvia y de ciento cincuenta de prevalencia del agua sobre la tierra, lapso durante el cual murió toda criatura que tuviera aliento y no fuera protegida por Noé en su Arca, Noé quiso saber cuándo podría por fin salir al mundo (y liberarse de tanta compañía animal).

De alguna manera lo literal parece insatisfactorio, así que veamos lo folklórico, según Graves y Patai.

LOS RELATOS RABÍNICOS[4]

El viaje en el arca representó varios problemas para Noé, por ejemplo el del espacio, así que prohibió los ritos maritales a personas y animales para no iniciar la repoblación del mundo antes de que se terminara el castigo divino. Solamente hubo tres excepciones: su hijo Cam, el perro y el cuervo.

Cam pecó para defender la vergüenza de su esposa que había entrado al arca embarazada del ángel caído Shemhazai, pero el cuervo lo hizo por su naturaleza, y por eso todos fueron maldecidos. Cam con la denigración de su descendencia, el perro con una unión vergonzosa con su pareja después del apareamiento, y el cuervo fue condenado a inseminar a su pareja con el pico[5].

Pasados los cuarenta días dejó de llover, y luego 150 días para que el arca encallara en el monte Ararat, y más días para que aparecieran las otras cumbres. Durante todo este tiempo Noé y sus hijos trabajaron sin descanso para dar a cada animal (siete parejas de cada animal puro y una de los impuros) su alimento correspondiente, pasto a las vacas, ramas a los elefantes, vidrio molido (¡!) al avestruz y la divinidad hizo que los leones estuvieran enfermos todo el tiempo para que no atacaran a otros animales.

Como se verá, cuando por fin Noé pudo abrir la escotilla superior luego del encallamiento, fue un alivio porque se acercaba el fin de tanto trabajo. Así, le ordenó al cuervo que fuera a explorar.

El ave se quejó, le dijo: “tu señor me odia y tú también, ¿por qué proteges a la paloma, de las que hay siete mientras que si a mí me pasara algo nadie podría inseminar a mi pareja? ¿o acaso la deseas para ti? Noé furioso replicó: “¡insensato! ¡si hasta mi esposa me está prohibida durante el viaje! ¿cuánto más lo estará tu pareja que es de otra especie[6]?

El cuervo enojado se escondió, y fue encontrado bajo el ala del águila, y enviado a la fuerza, mientras decía: “lo sospechaba, deseas a mi pareja”. Noé en ese momento invocó a D´s para que lo maldijera y todos los animales respondieron: “Amén”. Sin embargo, el cuervo había tenido tiempo de preñar a muchas de las aves de rapiña del arca, contaminándolas con su impureza y por eso  se volvieron carroñeras como él.

El cuervo volvió a la tarde, lo mismo que al día siguiente, pero al tercero encontró cadáveres y ya no volvió.

A los siete días del encallamiento Noé envió entonces una paloma, la que volvió a la tarde. Siete días después envió otra, que regresó con una ramita de olivo, y otra semana más tarde, una tercera que ya no regresó.

Noé vio entonces que las aguas se habían retirado y que el mundo era un enorme barrial, así que tuvo que esperar que se secara. En total, había transcurrido un año.

 

LEYENDO LOS SÍMBOLOS

 

En el bellísimo libro de Shalom Shefer[7] “la Esencia Espiritual de Israel” podemos ver una interesante interpretación de este pasaje, según la cual la simbología apunta a un asunto astronómico de vital importancia para los judíos, ya que el calendario hebreo es lunisolar, y se trata nada más ni nada menos que del ciclo lunar.

En efecto, las separaciones de siete días marcan las diferentes fases, siendo el cuevo con su negrura e impureza el novilunio, la primera paloma que regresa el cuarto creciente, la que encuentra el olivo es el plenilunio, y la que no regresa como el cuervo es el cuarto menguante.

Si tenemos en cuenta que el ciclo lunar es esencial, que Pesaj comienza con la luna llena de la primavera en el mes de Nisan, comienzo del año ritual, y que en Tishrei con los días terribles comienza el año civil, la enseñanza de la sucesión lunar es esencial, tanto, que la Torá se aseguró de incluírla varias veces, como en la simbología de las cuatro esposas de Jacob, de las que la amada Raquel representa la luna llena y Lea la nueva, mientras que Zilpá y Bilhá los cuartos intermedios, pero esa, es otra historia…


 
[1] Sin olvidar una mística que solamente puede hacerse con el estudio del texto original hebreo.
[2] Graves, R.; Patai, R.; “Los mito hebreros”, ALIANZA, Buenos Aires, 1994, pp 100-104
[3] Génesis 8:8-12, Biblia  Reina Valera, 1960
[4] Siguiendo los libros “Legends of the Jews” de  Louis Ginzberg y “El folklore en el Antiguo Testamento” de Sir George Frazer.
[5] La biología y los mitos no se llevan bien, pero recordemos que estas historias tienen lectura simbólica.
[6] Recordemos que las leyes de comportamiento, entre las cuales están las que prohíben el bestialismo las recibió Moisés, varios siglos después de estos eventos.
[7] Pseudónimo de Salomón Sapov, Z´L.

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