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No. 141
Vaiakel-Shekalim
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 25/02  19.09
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CREATIVIDAD SIN LÍMITES

Por Rochel Holzkenner

La sociedad europea sufrió rápidos cambios en el siglo 18. Fue la Era del Iluminismo y nuevas ideologías se pusieron de moda, ideologías que a menudo parecían estar en desacuerdo con los valores judíos. En las nuevas formas de pensamiento, la razón humana fue considerada la máxima negociadora de la verdad. La religión fue dejada de lado por el poder de la ciencia.

Acompañando al cambio cultural vino la concepción errónea de que la fe y la razón eran mutuamente excluyentes y que la obediencia y la auto-expresión no pueden funcionar al unísono. En verdad, en la tradición judía, la fe y la razón son muy compatibles. Abran cualquier página del Talmud y verán la aguda habilidad de razonamiento de los sabios talmúdicos. El pensamiento crítico y la educación son parte de la tradición judía. No es por nada que hemos sido llamados el pueblo del libro.

Obediencia y auto-expresión tampoco son mutuamente excluyentes. En la Era del Iluminismo, se creía que el compromiso religioso paralizaba la expresión creativa, pero realmente, en la tradición judía, la expresión creativa es alentada. En efecto, es vista como una de las más potentes herramientas en nuestro servicio a D-os.

La auto-expresión creativa es eufórica. Ver el éxito de los talentos de uno es un dulce mensaje para la psiquis cuando esta experimenta el placer natural del logro. Pero en el pensamiento judío, la expresión de los talentos de uno es vista como algo más —cada alma tiene una misión única como agente de D-os. Como agente, el alma es dotada de las herramientas que necesita; esas herramientas son diseñadas a medida para su tarea. Si uno tiene conciencia de su alma y su misión como agente de D-os, la experiencia de la auto-expresión creativa toma una dimensión diferente.

Las mujeres que viajaron con Moisés en el desierto tenían una aguda conciencia de su alma. Cuando Moisés enumera las contribuciones que los judíos hicieron para el Tabernáculo, menciona entre ellas la contribución de las mujeres, quienes tejieron exquisitas telas para las cortinas del Tabernáculo. Como podemos ver, esas mujeres vieron su expresión creativa como parte de su servicio a D-os, y D-os valoró tanto sus dones que en la Torá se hace una mención especial de ellos.

“Todas las mujeres cuyos corazones las inspiró con sabiduría, hilaron los carneros” (Éxodo 35:26).

¿Por qué la Torá dice que ellas “hilaron los carneros”? ¿Por qué no dice que hilaron la lana, los vellones de los carneros? De esta expresión inusual el Talmud explica que ellas usaron una técnica única para hilar la lana de los carneros. “Era una artesanía extraordinaria, pues ellas hilaban de los vellones en el lomo de los carneros [antes que fuera esquilada]” (Shabat 74b).

¿Por qué ellas eligieron hilar los vellones mientras aun crecían en el lomo de los carneros? Rabí Obadia ben Jacob Sforno, un rabino y filósofo italiano del signo 16, explica que la lana de carnero pierde mucho de su brillo una vez que es esquilada, y al peinar e hilar la lana mientras aun crecía, las mujeres mantenían su brillo. D-os no les dijo que hilaran los vellones para las cortinas de esta manera. Por su propio sentido de la belleza, ellas diseñaron las cortinas de la forma más creativa, para embellecer el Santuario.

El Rebe agrega otra dimensión a esta idea. Esas mujeres, explica, no vieron su contribución sólo como una donación; ellas la vieron como un sacrificio a D-os. Si ellas tenían ojo para diseñar y mano para coser, quisieron dar a D-os un sacrificio usando su ojo y mano, las herramientas que les fueron dadas.

Cuando vemos nuestros talentos como un atributo de D-os para nuestra alma, entonces el cultivar ese talento se convierte en un imperativo. Hay humildad en este conocimiento, que la expresión creativa es un medio del alma para cumplir su misión única. Cuando es visto de esta manera, no hay limitaciones para cuan lejos la expresión creativa puede avanzar.

 

SIETE FORMAS DE ILUMINAR EL MUNDO

"[D-os] hizo el Candelabro de oro puro." (Shemot 37:17)

El Candelabro, la fuente de luz en el Tabernáculo, simbolizaba la comprensión y el esclarecimiento. El repentino y elusivo destello de ideas e iluminación en la mente es similar a un rayo de luz que cruza el cielo oscuro.

Cada alma Divina es una fuente de iluminación Divina. Es en este sentido que el alma es llamada metafóricamente “la lámpara de D-os”. Las siete lámparas del Tabernáculo simbolizan los siete tipos básicos de almas judías. Cada tipo tiene su camino particular en la revelación de Divinidad basado en las siete emociones básicas: (1) el amor a D-os, (2) el temor de D-os, (3) la conexión con D-os a través del estudio de Torá, (4) el sobreponerse a los obstáculos que se oponen a la Divinidad en el mundo, (5) el apreciar la bondad de D-os, (6) el orgullo de ser un emisario de D-os en el mundo y (7) la humildad.

Likutei Torá 3:29b.

Éxodo (Shemot) 35:1 – 38:20

La décima sección del libro de Éxodo comienza con Moisés bajando del Monte Sinaí por tercera y última vez e inmediatamente congrega (Vaiakhel en Hebreo) al pueblo judío. Moisés les informa que D-os los ha perdonado por el pecado del Becerro de Oro y les ha instruido que construyan un Tabernáculo como señal de su perdón.

HUMILDE DE VERDAD

Una vez, Rabí Janoj Henij de Alexander, habló del tema de la humildad. "Si quieren saber qué es real humildad" dijo, "les contaré un incidente que sucedió con el Rabino Principal de Frankfurt".

Su nombre era Abraham Abish y aparte de las muchas horas que estaba ocupado con los deberes rabínicos, se dedicaba al precepto de proporcionar comida y vestimenta a los pobres. Era su costumbre hacer rondas entre los ciudadanos adinerados y comerciantes de la ciudad para solicitar caridad que distribuía después a los indigentes, las viudas y los huérfanos.

Una vez, se detuvo en una de las posadas locales y se acercó a un comerciante que visitaba la ciudad por negocios. "Discúlpeme", empezó el Rabino. "Por favor ¿podría hacer una contribución para ayudar a los pobres con comida y vestimenta?"

Parecía como si el comerciante no había oído, porque no hizo más que levantar sus ojos para mirar fijamente al solicitante parado ante él.

Rabí Abraham, por su parte, era demasiado modesto para anunciar su nombre, y se mantuvo de pie ante él, esperando pacientemente. Volvió a repetir su pedido. El comerciante no estaba de humor. Miró fijamente al necesitado que tuvo el descaro para interrumpirlo. "Márchese. Salga de aquí y deje de molestar a la gente ocupada". Rabi Abraham se volvió y dejó la posada, sin insistir y nunca imaginando usar su identidad para coercer al donante involuntario.

Unos minutos después, cuando el comerciante terminó de estudiar sus cuentas, se preparó para salir y buscó su bastón, pero para su sorpresa no podía encontrarlo. Era una posesión apreciada y estaba muy disgustado. No le tomó mucho tiempo asumir que el pobre lo había robado en venganza. El comerciante persiguió al 'ladrón'. Unos metros más adelante se encontró con el sospechoso.

- "¡Déme mi bastón, ladrón!", gritó.

- "Lo siento, pero no he visto su bastón, buen hombre", Rabí Abraham contestó serenamente.

Pero el enojo del comerciante, en lugar de suavizarse, creció con ferocidad y virulencia hasta que incluso golpeó a Rabí Abraham. Sin embargo, el Rabino Principal de Frankfurt no respondió con enojo; se retiró continuado en su misión.

La Providencia Divina hizo que el comerciante permaneciera más tiempo en Frankfurt. Shabat se encontraba aun en la ciudad. En la tarde del día santo todos los judíos se reunían para oír palabras de Torá, y él decidió unírseles, porque supo que el Tzadik, Rabí Abraham Abish se dirigiría a la comunidad y deseaba oír al gran hombre personalmente.

El comerciante entró en el vestíbulo y levantó sus ojos al podio para echar un vistazo al Rabino. Para su gran susto, reconoció al hombre y la terrible escena de unos días antes vino a él. Incapaz de soportar la vergüenza, se desmayó. Cuando recobró la conciencia, estaba rodeado por feligreses que intentaban reanimarlo.

"¿Que ha pasado?", todos preguntaban ansiosamente. Con gran vergüenza, relató el terrible suceso. "¡Debe ir al Rabino y pedirle perdón!" fue el consejo de todos. El comerciante comprendió que debía hacerlo.

Cuando el Rabino terminó de hablar, atravesó a la muchedumbre, saludando a todos cortésmente. El comerciante estaba temblando, mudo por la turbación, cuando el Rabino se acercó. Rabí Abraham lo miró, pero no dijo nada; sólo sus ojos tenían un brillo de reconocimiento.

Antes de que el comerciante pudiera tartamudear una disculpa, Rabí Abraham habló con voz conciliatoria, queriendo calmar al hombre.

- "¡Por favor, créame, yo no tomé su bastón! Le doy mi palabra de honor."

Al Rabino ni siquiera se le ocurrió que el hombre deseaba disculparse. Era tan humilde que nunca consideró su propio honor. El Rabino Principal de Frankfurt estaba disculpándose de nuevo ante el comerciante irreflexivo, incluso ante los ojos de sus admirados feligreses.

PARASHÁ SHEKALIM

Cuando el Santo Templo estaba en Jerusalén, cada judío contribuía con medio shekel anual para el Templo.

Los fondos recaudados eran usados en un principio para adquirir ganado para los sacrificios comunales. El dinero sobrante era usado para varios propósitos comunales, incluyendo proveer los salarios de los jueces y el mantenimiento del Templo, sus utensilios y las murallas de la ciudad.

Este impuesto anual, conocido como el Majatzit Hashekel debía entregarse el 1 de Nisan. Un mes antes, el 1 de Adar, los tribunales comenzaban a enviar recordatorios sobre esta obligación bíblica. En conmemoración, la lectura de la Torá del Shabat que cae en o antes de Adar es complementada con los versículos (Éxodo 30:11-16) que relatan el mandamiento de D-os a Moisés con respecto a la primera entrega del medio shekel.

La haftará de Shekalim (II Reyes 11:17-12:17) continúa con el mismo tema, discutiendo los esfuerzos del Rey Jehoash (siglo 9 AEC) para destinar fondos para el mantenimiento del primer Templo Santo.

(Nosotros también damos un medio shekel conmemorativo para caridad —en el Ayuno de Ester).

"Parashat Shekalim" es la primera de las cuatro lecturas especiales agregadas durante o inmediatamente antes del mes de Adar (las otras tres son Zajor, Pará y HaJodesh).

La lectura de Shekalim también está relacionada con la próxima festividad de Purim. De acuerdo con el Talmud, el decreto de Haman fue evitado en mérito a la mitzvá de majatzit hashekel.

 

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