Ruben Kurin

Ruben Kurin

Soy Ruben Kurin, trabajé desde los 14, un día me di cuenta de que tenía más de 60 y pensé que necesitaba un cambio. Siempre me gustó escribir y quise dedicarle más tiempo a temas que me interesaban,  aprendí idiomas, informática, filosofía y  historia, Ahora puedo escribir y expresarme. Soy feliz porque considero que lo que no disfrutamos es tiempo perdido.   

Columna de opinión

Asalto a una pollería

Este es un relato verídico y me pasó en 1999.

Cuando entré a aquella pollería en Carrasco en plena avenida Italia, mi única preocupación era encontrar los menudos de pollo para preparar uno de los platos tradicionales en las pascuas judías. 

Me dirigí entonces hacia aquella vitrina refrigerada con los ojos puestos en la exposición de bandejas, sin pensar siquiera por un segundo, que esa vitrina dos minutos más tarde, me salvaría la vida.

- Caminá, movete, sentí detrás de mí, entonces, sin entender nada di vuelta mi cabeza viendo que a mis espaldas se encontraba un hombre hablándome en forma prepotente. Seguía sin entender nada.

- Caminá para allá.

 Ahí mi cuerpo sintió una flojedad, una sensación de total entrega, a la vez que  entendí que se trataba de un copamiento. 

- ¿Qué pasa?

- Es una rapiña, vamos correte. 

Caminé hacia donde me indicó el asaltante,  y me ubiqué detrás del mostrador donde se encontraba otra persona. 

Era otro hombre joven, de la misma estatura.

No pensé si era cómplice o una víctima, pensaba solo en mí, costaba verme en esa  que nunca imaginé.

Di vuelta la cabeza, lo único que vi fueron unos ojos enormes, colorados y salidos de sus órbitas, sus pupilas negras como carbón, agrandadas e irritadas. 

Me asusté sin perder la calma. 

Al bajar la vista, pude ver su arma apuntándome. 

No confié en sus palabras diciéndome... 

-  No te va a pasar nada, dame las llaves del auto. 

Le pedí que no se lo llevara. 

No confié cuando me contestó que no lo haría, y  pensaba en los próximos pasos a seguir, mi vida dependía de ello. 

Me pareció sentir la orden de levantar mis manos, así lo hice. 

En un ataque de furia el asaltante me dijo 

-   Bajá las manos  ¿estás de vivo? 

En cuanto las bajé, vi detrás de la puerta de la trastienda, un uniforme de la policía, quise tranquilizarme,  yo era de "los buenos" en esta película, menos mal que no lo hice. 

Seguí buscando la forma de salir del paso yo solo, calculando al milímetro mis próximos movimientos. 

Tenía que hacerlo rápido, pues, yo estaba en el medio de los dos fuegos y esto tenía toda la pinta de empezar en cualquier momento. 

Así fue: Sentí el primer tiro en el otro lado del salón. 

La confusión total se hizo dueña del local. 

Sin titubear, observando mi meta que era refugiarme detrás de aquella vitrina, di mi primer paso... el griterío y las balas comenzaron a salir, pero ahora de esta parte del salón. 

Segundo paso, todavía no me dio ninguna. 

Tercer paso.  Ahora sí, la sentí  mi pierna izquierda había sido tocada, no importa estaba dentro de mis cálculos. 

No tenía tiempo de dar otro paso, era saltar, zambullirme al suelo, porque la próxima bala era para otra parte de mi cuerpo y no tendría tanta "suerte".

Ya en el suelo, con las manos sobre mi cabeza, siento el ensordecedor ruido de los proyectiles que se cruzaban entre sí. 

Ruidos de vidrios que caen, que se rompen, que estallan 

Gritos, llantos, principalmente, la desesperación de alguien pidiendo 

- ¡Por favor, no disparen soy un cliente,  soy un cliente! 

Silencio,  otra vez la voz de 

-  "Soy cliente, por favor " 

Miro mi pierna herida, la sangre fluía a toda velocidad. 

Vi al policía con su arma, veo que me apunta a mí también,  seguía sintiendo los ruegos del hombre, al cual no logré ver jamás.

-   ¡Soy un cliente, soy un cliente! 

Quise decir lo mismo, pero a lo que vi lo mal que le iba yendo con sus palabras y dudando yo mismo de que sean ciertas, miré al policía mostrándole mis manos vacías.

   -   Por favor, mi pierna, me estoy desangrando muy rápido, necesito un médico. 

Por suerte, al lado de "el policía", había un señor de edad, funcionario de la avícola que también afirmó conmigo mi condición de cliente. 

Comenzaron a salir las chicas de la trastienda, lloraban, estaban muy nerviosas. 

Las miré diciéndoles por favor que me ayuden, la sangre ya había formado un gran charco. 

El mismo señor que le dijo al funcionario policial que yo era cliente, se encargó de mí. 

Me tranquilizó, ordenando a las chicas a llamar a emergencias, a la vez que me ponía un torniquete en la pierna con fuerza. 

Pidió ayuda a una de las muchachas porque las mismas no le daban y entre los dos lograron que la sangre saliera más despacio.

Seguía sintiendo la desesperada voz de mi compañero de desventuras, pidiendo ayuda. 

Me daba cuenta de que estaba peor que yo, pero no lograba imaginarme lo que sucedía del otro lado.

Llegaron los paramédicos, me desvistieron, luego de revisarme, dijeron que la bala no había roto ningún lugar que pudiera tener peligro de que me desangre, eso me tranquilizó, iba a vivir, ¡seguro de que iba a vivir! 

La primera cara que vi conocida fue a mi nuera. 

Pedí que me comunicaran con mi esposa para que no se enterara por los medios de comunicación, pero ya estaban allí. 

Cuando iba en la ambulancia, volví al mundo real, fue como terminar de ver una película a la cual estamos acostumbrados la televisión diariamente. ¡Diariamente! 

La violencia que entra en casa a cada rato me hizo vivir este terrible episodio como una cosa rutinaria, a mí, un tipo que jamás se animó a tener un revolver en sus manos, que siempre se alejó de cualquier anomalía que notaba en cualquier lado, que siempre le tuvo terror a la sangre... 

Estando internado en el sanatorio, una persona dijo que, si a él le hubiera sucedido esto, buscaría al delincuente. 

"Al delincuente", buscarlo, vamos a suponer que lo encuentre, ¿para qué, es mi obligación, acaso tiene una cara, fue algo personal conmigo? Si ni siquiera yo, sabía que iba a ir a la pollería ese día. 

No es el delincuente, sino una raza especial de alienados inmorales que no le tienen respeto a la vida humana, ni siquiera a la de ellos. 

No señor no es a mí que me pertenece salir a buscarlo, ni siquiera me acuerdo de su cara y no es necesario, porque todos tienen el el rostro de la miseria humana, no la miseria que da la pobreza económica, no me vengan con eso porque pobres hubo siempre e inmorales también. 

El problema aquí es EL BALANCE entre el decente y el indecente, el moral y el inmoral, ni siquiera entre el bueno y el malo, porque todos sabemos que esas dos cosas las traemos en el "disco duro" incorporadas, lo único que hacemos es administrarlas con algo que se llama conciencia. 

Se nos escapa de las manos eso EL BALANCE, cada vez ellos son más y ahí está el problema. 

Yo no era más que un simple empresario de este país, lo cual eso, ya no fue fácil, porque el camino estuvo lleno de dificultades, pero aunque parezca mentiras, fueron las dificultades y los momentos difíciles que me ayudaron a tomar decisiones, hasta en esta última, en la cual no se jugaban intereses económicos, era nada menos que "MI VIDA", la que estaba en juego y la salvé. 

Si, porque fui yo solo que la salvé, nunca en ningún otro momento estuve tan desamparado, en el medio de los buenos y los malos no importándoles mi presencia a ninguno de los dos bandos, vandalismo de un lado e incompetencia del otro. 

No quiero salir con miedo a la calle en mi país, no quiero encerrarme en casa ni estar temiendo que le pase algo a mi familia, no estamos en guerra porque si así fuera, sería más decente, miraríamos al enemigo de frente sabiendo por lo menos por lo que íbamos a morir. 

No me correspondía a mi salir a enfrentarme a este hijo de puta, mal nacido y todo lo demás, sino que le corresponde al que se supone le pago para que me proteja y no me refiero al humilde sueldo del policía, pobre, que bastantes milagros, hace para llegar a fin de mes, me refiero a las personas responsables de llevar adelante esta empresa, a esas culpo. 

Si al empresario le va mal, por ser el que está más arriba es el que tiene la responsabilidad y la afronta ante el estado o ante los particulares, que le exigen el cumplimiento de todas sus obligaciones al día, por eso tenemos derecho de pedir que cumplan con su obligación que es nada menos que cuidar "la vida" de los inocentes, porque yo ese día iba a ir a hacer ese mandado con mi nieto de ocho años.

 

Ruben Kurin
(9 de Mayo de 2022 a las 11:51)

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