Cultura

Mauricio Sabaj nos habla de su libro sobre Alejandro Atchugarry

Bio de Mauricio Sabaj

Licenciado en Comunicación Periodística. Autor del libro El ocaso de un sistema. El mundo de los menores infractores. Su trabajo El condenado obtuvo una mención en el Premio a las Letras 2019, que otorga el Ministerio de Educación y Cultura, en la categoría Ensayos de Historia, Memorias, Testimonios y Biografías, en la modalidad de obra inédita. Fue cronista en el diario El País. Publicó artículos en El Observador y en la revista Lento, de La diaria. Actualmente es responsable de contenidos de los sitios web de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales y de la Escuela de Postgrados en Negocios de ORT.

¿Comenzando por el título: "Héroe improbable", el caso de Atchugarry  le hace pensar que el heroísmo está latente en una persona o es el momento el que lo causa?

En el caso de Atchugarry coincidieron ambos factores. Por un lado, se estaba viviendo una tragedia social: bancos cerrados, gente temiendo perder los ahorros de su vida, desempleo en ascenso, personas yéndose del país, récord de suicidios, la presión del Fondo Monetario Internacional para que Uruguay declarase el default, el riesgo de un colapso social como el de Argentina.

Por otro lado, Atchugarry, si bien no lo parecía, tenía en su personalidad varias características heroicas. Digo que no lo parecía porque era un hombre tímido, de aspecto frágil, sin gran ambición ni vanidad. Pero un héroe, antes que nada, es quien se sacrifica por los demás. Y eso fue lo que Atchugarry hizo. Era una persona con gran capacidad de sacrificio, abnegación, trabajo y perseverancia.

Su esfuerzo lo llevó a deteriorar su salud. Pasó noches enteras en el ministerio trabajando. Fumaba cinco cajas de cigarros por día y apenas comía. Realmente, durante la crisis, Atchugarry dio todo de sí.

¿Qué comentarios te sugiere la frase del ex Presidente Julio María Sanguinetti en el prólogo de tu libro: "Era un extraño liberal que encontraba en el Estado batllista su modo de realizarse"?

Creo que, en algunos casos, cuando se piensa en alguien liberal se lo hace desde una perspectiva mayormente económica, la de alguien que aspira a reducir el tamaño y, por lo tanto, el costo del Estado, dejando un mayor espacio para la iniciativa privada. Esto no necesariamente debería ser así, y en el caso de Atchugarry definitivamente no lo era. Él era un liberal con una base más filosófica que económica, que la combinaba con una gran sensibilidad social.

Atchugarry le daba al Estado un papel importante en la vida de las personas. Creía que debía ser el escudo de los más débiles. De ese modo, combinó la filosofía liberal con el Estado y la sensibilidad social del batllismo de José Batlle y Ordóñez. Por todo esto, coincido con Sanguinetti en que era un liberal extraño. 

Los uruguayos se unen en su admiración y cariño por Atchugarry. Terminó exiliado de su partido y de la política, por consideraciones técnicas y de poder. También Artigas fue un exiliado de la Banda Oriental cuando la "patria fue posible" necesitó otros actores para forjarla  ¿Será que los uruguayos necesitan héroes exiliados para unirse?

Es posible. Creo que el exilio y la tragedia en general están ligados a la vida del héroe; entre otros motivos, porque su capacidad de sacrificio y su convicción lo llevan a un destino muchas veces trágico. 

En el caso de Atchugarry, si bien él ya era reconocido como un héroe en vida, su temprana salida de la política y la forma en la que esta se dio terminó ayudando a que se lo recuerde de esa forma, porque su imagen no se desgastó en batallas políticas menores. En cierta medida, gracias a eso hoy el país lo recuerda en su esplendor.

Nadie puede negar sus capacidades como laburante, legislador y constructor de puentes entre partidos. ¿Tenía las características de líder como para ser Presidente o necesitaba un líder a quien seguir?

Por su inteligencia, estatura política, prestigio, capacidad de comunicación con la ciudadanía y por sus ideas, Atchugarry habría sido un muy buen candidato a la Presidencia. 

También creo que habría sido un gran presidente, por su creatividad para resolver problemas, por su habilidad para lograr consensos y porque siempre ponía al país y a las personas por delante de las luchas partidarias.

Sin embargo, él no tenía vocación presidencial. No aspiraba a ser presidente. No tenía la ambición ni el ego desbordante para alcanzar esa posición. Y si bien podía hablar en actos o participar de las campañas políticas, le habría sido muy difícil pedir que lo voten a él. 

Tenía capacidad de liderazgo y pudo convertirse en un líder político, pero no quiso hacerlo.

¿En su investigación encontró rencor en algún momento, hacia su partido, o hacia su destino de exiliado?

Atchugarry sufrió mucho cuando ocurrieron los hechos que llevaron a su salida de la política. Sin embargo, no encontré que viviera con rencor hacia su partido.

Respecto a su condición de autoexiliado de la política, tampoco. Todo lo contrario. Marcos, el menor de sus hermanos, le había aconsejado que se retirara en ese momento y luego él se lo agradeció. Nunca se arrepintió de su decisión. 

¿No había alguna característica de autoflagelación en su vida en especial después de la muerte de su esposa?

Sí. Desde la muerte de su esposa, Atchugarry comenzó a comer incluso menos que antes. Tampoco intentó reconstruir su vida afectiva. Cuando ella falleció, Atchugarry tenía 48 años y, según me dijeron sus amigos y su familia, nunca volvió a salir con otra mujer.

Atchugarry era capaz de trabajar hasta el punto de su deterioro físico y, a pesar de su carisma y calidez, solía evitar las instancias sociales. Su esposa era quien lo hacía ir a reuniones con amigos, la que invitaba gente a su casa y, a veces, lograba cortar sus extenuantes jornadas laborales. Les gustaba salir a caminar juntos, mirar películas en el sillón. Cuando su esposa murió, él perdió todo eso.

Atchugarry se emocionaba cada vez que hablaba de ella. Nunca se recuperó de su pérdida.

¿Lo llamas "el flaco", cúal es el motivo? ¿Es para resaltar tu simpatía personal hacia él?

No, en realidad lo llamo el Flaco porque ese era su apodo. Aunque es verdad que luego, a medida que lo conocí, me fui encariñando con él.

Janet Rudman
(10 Octubre 2022 , 19:34)

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