Janet Rudman

Janet Rudman

Me gusta leer y escribir. Encontré en la lectura y la escritura una forma de canalizar mi esencia. Leo con la misma pasión con la que tomo café. Me gusta escribir sobre historias mínimas. He trabajado en varios proyectos editoriales uruguayos que construían identidad judía: Kesher, TuMeser, Jai y ahora formo parte del staff de SemanariohebreoJai.

Columna de opinión

Tengo un cuarto propio azul

Toda mujer que quiera escribir debe tener un cuarto propio, decía Virginia Woolf. Ella no hablaba de colores, pero yo sí. Descubrí el paraíso, encontré un hogar en un cuarto con una biblioteca azul, entre libros comprados y recibidos como regalo. Entre ellos están  “Maniobras de evasión” de Pedro Mairal, “Breves amores eternos” cuya portada es azul. También hay un escritorio  pintado de azul dónde apoyar la computadora, una mesa de luz con una lámpara azul.  La silla del escritorio está viejita y su azul desteñido me recuerda  a mi hija con su primera computadora. La cómoda tiene sus apuntes de la facultad subrayados en azul flúor, sus colecciones de servilletas con todas las tonalidades de azules. El cuarto aún tiene el olor de su adolescencia. 

Un espejo con un marco azul me devuelve la imagen de una gordita, petisa con ojos vivaces que no se resigna a su vida monótona. Un día me describieron como  una buscadora que se mueve en dirección a la alegría y se aleja de la infelicidad, aunque la llevo puesta. Y por largos períodos de tiempo, lo logro, y me la saco. Sé que en algún momento vuelve, aunque no le abra la puerta. Escucho música y miro las paredes azules. Estoy segura que en  un cuarto azul nada malo me puede pasar, pero son muchos  los pensamientos de mierda  que fluyen por mi mente. Me replanteo mi vida desde que tengo memoria. Y nada bueno puede salir de hurgar un pasado que no se puede cambiar.  

Los libros de ficción o ensayo son mi refugio y mi manera de vivir otras vidas. Ahora puedo  leer hasta altas horas de la noche sin que nadie me diga que apague la luz. 

Las paredes son de un azul eléctrico, así como la puerta de los placares. El piso es de madera y no podía faltar una alfombra mullida azul. Detrás de la cama  está colgada  una reproducción de un  cuadro de Chagall que se llama “Circo azul”. Me apropié de este cuarto, y encontré mi lugar en el mundo. Me mudé cuando mi marido se enfermó  y necesité un espacio azul mío para escribir y soñar despierta. 

No solo el cuarto es azul en mi vida, tengo muchos jeans, camisas,  camperas, vestidos, botas y mochila de jean.  A mí no me importa si está de moda o si combina con mi color de piel. 

Siempre fui fanática del jean, ahora mismo tengo puesta  una camisa vaquera, vaquero y zapatos acordonados de jean. Mis caravanas son largas y azules. En mi muñeca tengo una pulsera con muchas tonalidades de azul. La compré en el shuk de Jerusalem. Uno de mis pasatiempos favoritos es tomar café frente al mar. Amo el mar en tonalidades de azul o turquesa. En mi familia se ríen de mí por mis recorridas de restaurantes frente al mar. 

Cuando en las tiendas tienen la ropa exhibida por colores, voy a la sección azul, porque nunca tengo suficiente azul en mi placard. Siempre quiero algo más de la vida, quedarme un poquito más en la cama, leer algunas páginas más, ver una parte más del siguiente capítulo de la serie de turno, otra copa de vino, un baño más en el mar azul, un día extra de vacaciones y un orgasmo más. 

 

Janet Rudman
(23 de Noviembre de 2022 a las 20:10)

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