Me cuesta decirte cuánto te extraño. Te quiero todo para mí. Si, ya sé que soy una cuarentona. Pero vos me haces sentir joven y poderosa. Nos imaginaba a los dos devorando medialunas en la Barra y yo peleando con tu perro. Si me conoce, seguro me odia. Los perros protegen a sus amos de nuevos amores. Son territorialistas y celosos. Como yo. Contigo descubrí que mi cerebro habla de independencia y libertad y a mí me copa el escribiendo del whatsapp me gusta más que un chardonay de la Bodega Garzón. Mi alma y mi cerebro se pelean. MI cerebro sostiene teorías feministas sobre el empoderamiento y las ventajas de la soledad y mi alma clama por compartir contigo un café, una cena, un rincón de la cama. Porque vos la ocupas toda. Me dejas en un rincón y yo te miro dormir como si fueras mi primer hijo de dos meses.
Quiero ser tu teclado para estar cerca de vos. Siento que Lima queda tan lejos como el Polo Norte. Pienso en tus manos recorriendo mi cuerpo y me siento Lía en los cuentos de Eduardo Halfon.
Me enojo contigo porque es mi manera de extrañarte y es verdad que conocerte lo cambió todo y que me hubiera gustado verte en octubre, noviembre diciembre,enero, febrero y en todos los meses del año.
Te quiero tanto. Te imagino cantándome al oído y pienso que necesitas mucho tiempo para estar conmigo. Yo soy una inconformista, siempre quiero más.
Lo bien que pasaríamos en La Paloma o en cualquier pueblito del planeta con agua sin gas y coca sin azúcar, algunos cafés y algo para comer. Al lado tuyo no necesito nada porque estar contigo y haberte conocido es un regalo de Dios. Y Dios sabe que no me importa que Dios.