“Lo que me traje de Uruguay” estará expuesta hasta el 25 de agosto
15 artistas uruguayos radicados en Israel participan en la exhibición “Lo que me traje de Uruguay”, recientemente inaugurada en la Universidad de Tel Aviv.En la ceremonia de inauguración alcanzamos a conversar con algunos de ellos y compartimos aquí sus testimonios. Pero están presentes en esta nota también los demás, cuyas palabras y algunas de sus obras tomamos del catálogo de la exposición.
Comenzamos con la propia Curadora, Alejandra Okret.
El texto que aquí reproducimos, es el del catálogo, que acompaña su obra.
Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré (Génesis 12:1) …y yo vine trayéndome una valijita llena de frutillas. Las frutillas reales no hubieran sobrevivido el viaje Montevideo -Tel Aviv. Esas 36 horas que nos llevan ir de un lado al otro de nuestros corazones. Las frutillas tampoco hubiesen pasado la Aduana de ninguno de los puertos. Entonces ¿por qué insistir en traer frutillas? Delicadas, frágiles, sensuales a riesgo de marchitar. Agitándose en la valija, como tambores de agua nos despiertan recuerdos y coraje. Cultura, raíces …pertenencia, alimentos al alma, magdalenas-fresas de Proust, a la búsqueda de un tiempo perdido y tal vez a través del arte, encontrado. Símbolos, objetos, momentos, e historias. Ecos, cargados en pequeños corazones con sabor a paraíso (Galeano). Frutillitas, Mono no aware - la belleza de lo impermanente. Un presente continuo en vulnerabilidades rosadas, jugosas, latientes y trascendentales.
Aída Stolar
Del catálogo:
Los chicos tienen pájaros en la cabeza nos cuenta en su canción Rubén Olivera, en los años de la dictadura. Pájaros como código de la libertad. Aun cuando los maestros reciben órdenes de dar como tarea cortarles las alas; dentro de nuestro cabeza los pajaritos quieren volar y existir sin límites. Esas fueron nuestras victorias en esos tiempos y las siguen siendo. Aida Stolar es una mujer llena de imaginación, de ilusión y visión. Independiente y con alas que se han desplegado muy alto. Más allá de su cabeza. Estas aves imaginarias se convierten casi en un diseño decorativo, un ritmo rama, cabeza, ala, pico…Pájaros y paisajes van juntos recuerdos de un espacio urbano amado donde la artista, así como muchos de nosotros fuimos felices- El Parque Rodó. Caminitos, canteras, árboles, juncos, lago, lanchitas, castillo, museo y pasajes que acompañan en una música de las temporadas. Lugar de infancias alegres, de pasos livianos, de paseos familiares. Un espacio encantado en un Montevideo eterno, de tardecitas de cariño con un poco de brisa. El monumento de la carreta estaba rodando, pero se estancó. Necesita ayuda de los gauchos y mayor esfuerzo de los bueyes. Las carretas, medio de transporte, símbolo de movimiento, de comercio, de mudanza… de emigración. Este homenaje de Aida Stolar a José Belloni, con línea delicada e incisiva parece casi una imagen de sueño. Un punto en la memoria, sin el verde montevideano.
Esther Bar El
Lucy Buka Elkivity
Del catálogo:
Lucy trajo de Uruguay memorias pasadas por agua, marcadas por el sol y pintadas de azules. Una enciclopedia de niños para saberlo todo. Exploradores, poemas y juegos. Una niña que descubre el mundo con ojos grandes. Una playa donde las olas lamen la arena, y por la cual pasó Palito Ortega. Una mesa para pintar y pegar sueños con la hermana colega. Una familia que nació allá y brilla aquí y otra que llegó de más lejos que de nuestras orillas. Un reloj de arena que marca tiempos de abuela. Y un abanico de dama antigua que se convirtió en japones, agita el aire en dos direcciones, en esa ambigüedad eterna de la que ya hablaba Yehuda Ha-Levi : mi corazón está en el Oriente y yo en los confines de Occidente... O viceversa.
Déborah Lubelsky
Nora Epstein
Del catálogo:
El guardapolvo o la túnica con la moña azul es un túnel en el tiempo. Es una visión que abre todos los sentidos. El sentirlo sobre la piel en invierno como capa final apretada sobre la ropa abrigada y en verano protegiendo del sol pero dándonos calor. Ver estas acuarelas es vestirlas sobre la piel, es oler el almidón de la plancha, el polvo de la tierra en el recreo cuando uno corría y el polvo de tiza en el aula. La campanilla sonar en las manos de las maestras. Las risas de los chicos, el miedo a la directora. Son los bizcochos calentitos y las clases de tinta y pluma. Es cantar el himno y jurar a la bandera. Bailar el Pericón Nacional, a la voz de aura. Son poemas de Juana de Ibarbourou e historias de Platero y Yo. Estas niñas de Nora Epstein son muy altas, caminan un poco perdidas, suspendidas en el aire, en una calle anónima de Montevideo. Nacen de los textos, escritos al revés como un espejo y vuelven a ellos con la lista de lo que nos trajimos, de allá, de Uruguay.
Gabriel Derfel
Raquel Kegen
Del catálogo:
Los colores se mezclan siendo vertidos como un chocolate o una vainilla- sobre el mármol- para hacer natillas. La espátula los mueve y nos encontramos en un paisaje onírico. Una escena cinematográfica que nos indica un pasaje en el tiempo, o fantasía revuelta. Túnel de memorias y recuerdos. Marea magma de volcanes y océanos. Olas y crestas en un río como mar, que baña orillas lejanas pero cercanas en el alma.
Datia Landver
Del catálogo:
¿Qué me traje de Uruguay?, cuadros sin terminar. Una mamá andina que carga con su bebé a la espalda. El cuerpo en movimiento, ¿inmigra? El saco sobre la espalda está vivo lleno de futuro. Vulnerable, vital, sagrado. Un óleo sin terminar, que se sigue pintando en la tierra santa. No sabemos que le faltaba cuando partió del puerto de Montevideo. No sabemos que se le sumó al llegar a destino. Solo sabemos que se sumaron capas y pinceladas en ambas orillas; la del Río de la Plata, la del Mediterráneo oriental. Dos orientes, un levante. Como definimos que es uruguayo en las instalaciones de Datia y que es israelí. Desde una columna de zapatos usados de trabajadores del kibutz pintados de colores, un obelisco diferente en una placita circunvalación. Pilas de piedras, lanas que marcan texturas, troncos - relaciones naturales. Recuerdan la obra de la grande Lacy Duarte. Posiblemente sin conocerse una a la otra, desarrollándose paralelamente Quien nació vecina al mar y a las rocas, a las artesanías de lana salvaje y se instaló en un Mediterráneo de colores diferentes, otras temperaturas, pero a campo abierto, no puede distinguir que trajo consigo y que adoptó aquí. Y tal vez no es necesario, porque uno suma y no resta cultura.
Bruno Nieuchowicz
Del catálogo:
Uruguay en Film Vencido Un espejo de soldados en una plaza. El pelotón divido en dos, se enfrentan, se miran. Un agujero en el tiempo. Uniformes azules y rojos, brillantes y elegantes que parecen casi de juguete. La orquesta que toca las marchas. Música que acompaña malos recuerdos. Militares que daban miedo en los años de la dictadura y ahora dan ternura. Entonces entrar al mausoleo de Artigas era una encrucijada de sentimientos. Orgullo por él y sus mensajes y pavor de los milicos. Reconocer al monumento como un acto de un país que busca grandiosidad para dejar al ciudadano pequeño, típico del totalitarismo. Una farsa, una contradicción con la persona de Artigas. Por arriba de la plaza de Independencia la escultura ecuestre del prócer. Una imagen que se repite por tantas ciudades de nuestro continente. No es Marco Aurelio ni la Gattamelata de Donatello, es nuestro querido José Gervasio, sencillo, sincero y con manos limpias. Aún nos guía. No el de bronce, sino su persona. La paloma sobre su cabeza le da un poco de humanidad urbana. Empezó esta exposición con una convocatoria que lo mencionaba a él, a Artigas y se concluyó con estas fotografías. El cosmos se encargó de unir los puntos. Las obras de Bruno de esta serie “Uruguay en Film Vencido”, alterar la sensación del tiempo. La imperfección del medio las añeja, las hace oníricas, aun cuando son recuerdos de este presente, de este milenio; se convierten en un estar y un ser indefinido. En palabras del artista una paradoja temporal de lo atemporal. Traen con ellas algo de esa melancolía definida por Jorge Drexler como el estilo del cono Sur.
Preguntamos a Bruno qué mensaje transmite con las fotos de la Plaza Independencia.
Ester Roitman Cohen
Del catálogo:
“Es un buen tipo mi viejo” cuenta la canción de Piero que está escrita al lado del gaucho guitarreando en una de las obras. Pasajes de esferas… acompañados por la música. Una canción de amor, de respeto al hombre. Un ver al padre a la altura de los ojos. No es el súper héroe de “Mi padre tiene una escalera, que llega casi al cielo” canta Uzi Hitman (letra Talma Aliagon Roz). Es un héroe de carne y hueso, un mensch, una buena persona. Las corbatas son su presencia. Lazos de seda, que abrazan al cuello. Forman nudos las corbatas, y los desarman - puntos que sostienen, de conexión. Cuentan los respiros bien cerquita a la yugular. Como un marcapasos de inspiraciones, y expiraciones. Registros de vida, de pasos de tango. Del viento que las agitó en el aire. Y las notas de la guitarra que las soltaron a lo lejos.
Sylvia Krymolowski Mileguir
Preguntamos a Sylvia cómo realiza su trabajo, qué técnica usa y cuál es su mensaje.
Silvy Yogev Zentner
Del catálogo:
Muchos mates acompañan la vida de un uruguayo. Los que ve en la calle. En una ronda de amigos. En los partidos de fútbol. En las horas de estudio en la facultad.
En las mañanas frías de invierno para hacer comenzar el trabajo. En las tardes para cerrar el día. En la playa mientras las olas del mar cantan su repique. Esos en la intimidad de la casa; los mates del estar juntos, que toman características propias, gustos y sabores personales. Estos abren ecos, son piezas de memoria que transportan en las alas de Marcel Proust a un tiempo suspendido.
La artista los ata uno a los otros. Hilo como rieles para trenes de conexiones. Los devuelve a la ronda. En vez de los termos o la simple caldera, los unen las líneas de hilos de colores, como el agua caliente vertiendo. Una fiesta de caminos proyectados, de idas y venidas. Conductores de
algodón, vectores de fuerzas de amor, desde una matriz de calabaza que cobija yerba, y elevándose a través de bombillas hasta las personas queridas.
Recuerdos de mi niñez en Uruguay.
El mate y su ritual jugaban un rol
importante en la vida de mi familia.
Cada uno tomaba el mate en
diferentes formas y era siempre un
momento de tranquilidad tomándolo
solo o en compañía.
A mi papá le gustaba el mate amargo
tanto como a mi tío Toto, mi abuela
Mary le agregaba al mate cáscara seca
de naranja para modificar su sabor, a
mi abuela Natalia y a mi tía Lita le
gustaban el mate dulce con azúcar y
mi tía Rosita tomaba el mate con leche.
Rosita Mariñansky Ben Arie
Juan Lucas Pezzino
Juan Lucas tiene, como uruguayo en Israel,una historia muy particular.
Vayan a todos los artistas los mejores deseos de éxito en lo que continúen plasmando combinando técnicas artísticas con recuerdos y sentimientos de corazón.