Y un comentario personal
El 1° de enero cesará formalmente de existir la república de Artsaj, el territorio autoproclamado independiente por armenios en Nagorno Karabaj, zona que pertenecía a Azerbaijan ya en la época soviética, pero que los armenios consideran cuna milenaria de su pueblo y destacan era hogar de una clara mayoría armenia. En la práctica, la fecha es casi irrelevante, ya que de hecho, Artsaj ya ha cesado de existir.
La ofensiva militar de Azerbaijan, rotundamente superior desde un punto de vista militar a las fuerzas separatistas armenias, logró esta vez su objetivo y reconquistó la totalidad del territorio. En Bakú, celebraciones. En Artsaj, profundo dolor y tragedia, al haber perdido la población armenia todo lo que tenía, viéndose obligada a dejar sus hogares por temor a morir.
No estamos en condiciones de hacer un profundo análisis estratégico de la situación. Tenemos claro que la población era mayormente armenia y se ha tenido que exilar, que el territorio pertenecía antes a Azerbaijan pero incluía reliquias históricas de la presencia armenia en el lugar, y que el conflicto entre las partes no podría presentarse en forma simplista como un choque entre buenos y malos. Ambas partes cometieron errores y crímenes de guerra en las distintas etapas de este complejo conflicto, en el cual se han intercambiado vencedores y vencidos.
Pero esto no quita la tragedia que hoy vive el pueblo armenio.
Y nosotros, como hijos del pueblo judío, no podemos evitar sentirnos cerca de los armenios, víctimas del primer genocidio de los tiempos modernos, con un millón y medio de sus hijos eliminados por Turquía. Además, es ineludible hacer referencia a la muy querida comunidad armenia del Uruguay, que cada 24 de abril recuerda a sus mayores asesinados.
Y es ineludible recordar la audición armenia “Gomidas”, que transmitía inmediatamente después de “Voz de Sion en el Uruguay” fundada y dirigida por José Jerozolimski (z”l). “Desde las nevadas cumbres del Ararat hasta las márgenes del Plata”, decían los periodistas armenios uruguayos…y nosotros pensábamos que tienen su propio Kótel.
Pero además, es ineudible , al tratar este tema, pensar en el Profesor Andrés Vartabedian, digno hijo de su comunidad, descendiente de sobrevivientes del genocidio armenio. Y en el hecho que lo conocimos cuando participó años atrás en un curso sobre la Shoá en Yad Vashem. Y en mayo último, tuvimos el privilegio de compartir con él el viaje del grupo “Memoria y Dignidad” a Polonia, a seguir las huellas de la Shoá.
Para él, atento a cada detalle y respetuoso de lo que estaba viendo, la Shoá y el genocidio de sus antepasados, iban de la mano.
Este fue uno de sus testimonios al acercarnos al finalizar el viaje.
En su página de Facebook, Andrés escribió un texto estremecedor. Y así lo terminó, con una cita que impacta:
“Pensé en prender fuego mi casa, pero no tuve el corazón para hacerlo. Así que lavé los platos y los coloqué en su estante, como si esperara visitas. Este año, la cosecha de frutas ha sido muy buena. Los azeríes las comerán. Les dejé una carta: les escribí que en esta casa vivían personas honorables que se ganaban la vida con el sudor de su frente... Les rogué que regaran las flores” (refugiado armenio, setiembre de 2023).
