A las pocas horas de iniciada la horrorífica ofensiva terrorista de Hamas contra la población civil de la Franja de Gaza, el sábado 7 de octubre, recibimos una llamada de nuestro yerno Gai, con tono sombrío. Gai tiene dos hermanos. Uno de ellos, Ami, está casado con Magal. “Tengo una mala noticia. Los padres de Magal fueron asesinados en Netiv Haasará”.
A las 6.30 de la mañana había comenzado la invasión terrorista a Israel. Desde las 7.30 nadie lograba hablar con ellos. No respondían. Hamas había disparado un proyectil RPG a su casa prendiéndole fuego y destruyéndola. Yaakov y Bilha no sobrevivieron.
Es difícil captarlo. Es imposible imaginarlos sufriendo a manos de los terroristas, después de haber vivido una vida dedicada a crear, a construir el país y aportar a la sociedad, formando además una famiia llena de amor. No, no son palabras que uno dice porque están muertos. Son palabras que reflejan la realidad.
Yaakov, que tenía 78 años, nació en el kibutz Nir Am y Bilha , de 75, en el kibutz Rujama. En esa zona , adyacente a Gaza, a pesar de los peligros, nacieron sus 5 hijos, que les dieron 11 nietos. Y hacía años que vivían en Netiv Haasará, la localidad más cercana a la frontera con Gaza, donde estuvimos en más de una oportunidad y captamos el idealismo y la tranquila firmeza de la gente que no se amedrenta ante la adversidad y apuesta por la vida.
En memoria de Yaakov y Bilha, la mayor de sus nietos, May Avnon, de 19 años, escribió este texto que hay que conocer.
“Mis abuelos fueron las mejores personas que tuve el placer de conocer. Personas cuyas casas y corazones estaban abiertos para todos. Personas modestas, hasta el punto en que, en una noche de viernes, mi abuela confesó que nunca se había arreglado las uñas. Personas que harían cualquier cosa por aquellos a quienes amaban, incluso hasta el punto de que hace cinco años acordaron ser parte de un proyecto de fotografía en mi escuela, a pesar de que mi abuelo no lo soportaba, pero aún así lo aceptó, por mí. Personas amantes de la tierra, al punto de pedir que no los entierren en otro lugar después de que hayan fallecido, sino que sean cremados en su lugar. Personas que siempre me hicieron sentir que lo que decía era lo más interesante y lo más importante en el mundo, incluso cuando no hablaba de nada. Personas valientes; "No tengo miedo" era una frase que mi abuelo decía con frecuencia. Y, sobre todo, personas que juzgaron a los demás por sus acciones y no por su apariencia externa.
No puedo creer que no estén conmigo. Y qué no daría por otro abrazo, otro "Te quiero", otro paseo en jeep, , otra conversación sobre la lluvia, otra ensalada de frutas. Otro abrazo.
Tengo un pedido. Continúen su camino. Sean modestos, hagan todo por quienes aman, amen la tierra, sepan escuchar, sean valientes y juzguen a los demás solo por sus acciones”.
