Mundo Judío

MiSinai

El Verdadero Heredero - Aptitudes para el Liderazgo - Calle Cortada - Las Plegarias de Shabat II

 

 

 

 

 

No. 230

Toldot

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Horario de velas en Montevideo, viernes  17/11 19:12 hrs

 

Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

EL VERDADERO HEREDERO

Por Naftali Silberberg

Cuando Iaacov se adelantó a Esav y recibió las bendiciones de su padre Itzjak, Esav se indignó: “lanzó un grito muy fuerte y amargo, y le dijo a su padre '¡Bendíceme también a mí, padre mío!'. ... Esav levantó su voz y lloró.” (Bereshit 27:34-38). Esav había estado esperando estas bendiciones por muchos años, y durante décadas fingió observancia religiosa porque quería que su padre creyera que él era merecedor de esas bendiciones. Quedó completamente devastado cuando se dio cuenta que, el brillante y mundano cazador, había sido aventajado por su buen hermano religioso.

Es asombroso que esta persona que era un asesino, violador y glotón estuviera tan deseoso de recibir las bendiciones de un tzadik (una persona justa). Esav no buscaba una gran herencia; después de todo, Itzjak era un persona anciana y ciega que no tenía nada que ofrecer excepto sus bendiciones. Más bien, como alguien criado en la familia de Abraham e Itzjak, él era consciente del valor de las bendiciones de un tzadik. Esav era un judío que nació de una madre judía y por lo tanto poseía un alma judía que lo imbuía con una fuerte creencia en D-os y lo sobrenatural. Su “corazón judío” sin embargo, no se manifestaba en su forma de vida inmoral, que era contraria a todo lo que había aprendido en la casa de su padre. Él sabía lo que era correcto, pero no estaba dispuesto a hacer los sacrificios necesarios para vivir una vida ética y espiritual.

El plan Divino determinó que Iaacov, y no Esav, recibiera las bendiciones. Porque Iaacov era un judío no solo en el corazón, sino también en la práctica. Solo con fe no podemos lograr la misión de revelar divinidad en este mundo, y transformarnos a nosotros y al mundo a nuestro alrededor en una morada Divina. Solo a través de la práctica de la Torá y las mitzvot se puede lograr este objetivo.

En el microcosmos, muchos pueden identificarse con el dilema de Esav. Mucha gente sabe lo que es correcto, pero a veces les falta la fuerza y la voluntad para implementarlo en sus vidas cotidianas. Siempre debemos recordar que solo la práctica de la Torá y las mitzvot nos convierten en recipientes aptos para las bendiciones Divinas. La fe no es un producto de nuestro trabajo; existe naturalmente dentro de cada judío debido a nuestra alma Divina que fue implantada dentro nuestro. Las bendiciones deben ser ganadas. Solo el trabajo duro de aplicar la fe en la vida de todos los días hace a una persona merecedora de todas las bendiciones de D-os.

APTITUDES PARA EL LIDERAZGO

[Isaac le dijo a Esaú] “Prepara... de modo que mi alma te bendiga antes de que muera.” (Bereshit 27:4)

Isaac quería nombrar a Esaú como su sucesor porque reconocía el potencial de Esaú para convertirse en un valiente guerrero de D-os, dedicado a combatir el mal. A pesar de que Isaac había visto a Esaú sucumbir a las mismas tentaciones a las que él se hubiera resistido, Isaac sintió que si bendecía a Esaú, este abrazaría la causa del bien y la rectitud. Con su superior poder, sofisticación, y habilidad, Esaú sería entonces capaz de lograr los propósitos de D-os en la tierra mucho mejor de lo que Jacob podría hacerlo.

Rebeca se dio cuenta del error de Isaac. Era verdad que Jacob no era un guerrero astuto y audaz como Esaú. Pero la aguda percepción que Jacob había desarrollado dedicándose al estudio de la Torá, le proveería con la astucia necesaria para sobreponerse al mal cuando lo tuviese que enfrentar. Es más, la devoción de Jacob a la Torá le dio un impulso mucho más fuerte para hacer del mundo un hogar para D-os, que el que Esaú podría tener alguna vez.

De la sabiduría de Rebeca aprendemos que el tener habilidades y poder en sí mismo no nos transforma en líderes confiables. Podemos desarrollar mejor nuestras cualidades de liderazgo estudiando la Torá con devoción, y debemos buscar los líderes entre los estudiosos de Torá.

Likutei Sijot, vol. 20, pág. 114.

Génesis (Bereshit) 25:19 – 28:9

La sexta sección del libro de Génesis describe la historia (Toldot, en Hebreo) de Isaac y sus hijos, el justo Jacob y el malvado Esaú. Comienza relatando sus nacimientos, que vaticinan su futuro conflicto. Esaú, el primogénito, le vende su primogenitura a Jacob. La narrativa luego sigue a Isaac en Filistea, enfocándose en el curioso proyecto de cavar pozos. Luego vemos a Esaú casarse. Poco después, Rebeca toma la iniciativa de engañar a Isaac para que le conceda a Jacob sus bendiciones - y con eso el futuro liderazgo del pueblo judío - en vez de a su primogénito de hecho Esaú. Luego de darse cuenta que Rebeca estaba en lo correcto, Isaac envía a Jacob a Aram para que se case con la hija de uno de sus parientes.

CALLE CORTADA

Por Chessed Halberstam

Nota: Chessed Halberstam trabajó como empleado de la Rebetzin Chaya Mushka Schneerson, esposa del Rebe Lubavitcher, durante 18 años, desde 1970 hasta el fallecimiento de la Rebetzin en 1988, realizando tareas domésticas y sirviendo como conductor de la Rebetzin.

El Rebe me pidió que intentara asegurarme de que la Rebetzin saliera de casa todos los días para tomar aire fresco. Por lo general, conducíamos hasta un parque en Long Island. En los años en que mi hijo, Ari (que Dios vengue su sangre), era un niño pequeño, a menudo pasábamos por su escuela en Ocean Parkway para llevarlo con nosotros; la Rebetzin disfrutaba jugando con él, empujándolo en los columpios del parque, etc.

Un día, cuando nos acercábamos al parque, encontramos nuestra ruta habitual cerrada debido a obras en la carretera y nos vimos obligados a continuar por una calle paralela. Mientras conducíamos por esa calle, escuchamos a una mujer gritando en ruso. Cuando me detuve en el siguiente semáforo, la Rebetzin se volvió hacia mí y dijo: “Escuché a una mujer gritar. ¿Puedes volver atrás y ver de qué se trata?”

Regresamos al inicio de la calle. Allí vimos a una mujer parada en la acera y llorando, mientras cerca de ella, unos trabajadores sacaban muebles y enseres domésticos de una casa y los cargaban en un camión del comisario del condado. A petición de la Rebetzin, estacioné detrás de la camioneta del comisario y fui a conocer los detalles de lo que estaba pasando. El mariscal explicó que la mujer llevaba muchos meses sin pagar el alquiler y que ahora la estaban desalojando de su casa.

Cuando informé a la Rebetzin, ella me pidió que volviera y le preguntara al comisario cuánto debía la mujer y si aceptaría un cheque personal. También me pidió que no dijera nada a la familia que estaba siendo desalojada. En ese punto, todavía no me daba cuenta de adónde conducía todo esto, pero cumplí la petición de la Rebetzin. La suma que la familia debía era de aproximadamente 6.700 dólares. El comisario dijo que no tenía ningún problema en aceptar un cheque personal, siempre y cuando confirmara con el banco que el cheque está cubierto. También dijo que si recibía el pago, sus hombres llevarían todo a la casa. Cuando le informé a la Rebetzin los detalles, ella sacó su chequera y, para mi sorpresa, extendió un cheque por el monto total y me pidió que se lo entregara al comisario.

El alguacil hizo una llamada telefónica al banco y luego ordenó a sus trabajadores que llevaran todo a la casa. La Rebetzin inmediatamente me instó a que me fuera rápidamente, antes de que la mujer se diera cuenta de lo que había sucedido.

Estaba completamente asombrado por lo que había visto. Más tarde, cuando estábamos en el parque, no pude contenerme y le pregunté a la Rebetzin qué la había impulsado a darle una suma tan grande a un completo desconocido.

"¿Realmente quieres saber?" preguntó la Rebetzin.

"Sí", respondí.

“Entonces te lo diré”, dijo. “Una vez, cuando yo era niña, mi padre me llevó a caminar por el parque. Me sentó en un banco y comenzó a hablarme de la idea de hashgajá pratit (providencia divina específica). Cada vez —dijo el Padre— cuando algo nos hace desviarnos de nuestra rutina normal, hay una razón divinamente ordenada para ello. Cada vez que vemos algo inusual, hay un propósito por el cual se nos muestra esta vista.

“Hoy”, continuó la Rebetzin, “cuando vi el letrero de 'Desvío' que nos indicaba desviarnos de nuestra ruta habitual, recordé las palabras de mi padre e inmediatamente pensé: Todos los días pasamos por esta calle; De repente la calle se cierra y nos envían a otra calle. ¿Cuál es el propósito de esto? ¿Cómo se relaciona esto conmigo? Entonces escuché el sonido de una mujer llorando y gritando. Me di cuenta de que nos habían enviado por esta ruta con un propósito”.

LAS PLEGARIAS DE SHABAT II

Las plegarias del Shabat por la mañana comienzan tradicionalmente más tarde que las plegarias matutinas del resto de la semana, dándonos la oportunidad de entrar en un estado mental meditativo preparado para la plegaria. Pase unos minutos profundizando un texto jasídico y entre en el mundo luminoso del alma.

Las plegarias del Shabat por la mañana siguen el mismo patrón que las plegarias de la semana, Pesukei d’Zimra (‘Versículos de Alabanza”), luego el Shema con sus bendiciones anteriores y posteriores, seguido por la Amidá de Shabat (la plegaria silenciosa). En el medio agregamos varios himnos y Salmos en honor al Shabat. La Amidá es seguida por el Salmo 92 y luego la lectura de la Torá y el servicio de Musaf especial de Shabat.

Más sobre la lectura de la Torá: Los Cinco Libros de Moshé se dividen en 54 porciones. Una porción (parashá) se lee cada Shabat. (En ciertas semanas se leen dos porciones). 

El procedimiento de la lectura de la Torá es el siguiente: Se abre el Arca y el que dirige el rezo lleva una Torá a la mesa de lectura. Se llaman a siete hombres, sucesivamente, para “subir” mientras el lector canta una se las secciones de la parashá. (Al honor de ser llamado a la Torá se lo llama aliá). Una aliá adicional, llamada maftir, se le da a la persona que luego lee la haftará, una sección de los Profetas que refleja el tema de la parashá. 

Luego de la lectura de la Torá, se recitan breves plegarias pidiendo a D-os bendiciones para la congregación. Se regresa la Torá al Arca, y comienza la plegaria de Musaf. El Musaf, que literalmente significa “adición”, es una Amidá adicional en lugar de la ofrenda adicional que se llevaba al Templo Sagrado en Shabat. La Amidá de Musaf es seguida por el himno Ein k’Elokeinu y el Aleinu.

Todo el servicio matutino y de Musaf en la sinagoga dura, en promedio, unas tres horas.

La plegaria de la tarde de Shabat es relativamente corta: unos pocos recitados introductorios, una corta lectura de la Torá (el comienzo de la siguiente parashá), y la Amidá de Shabat, seguida por breves plegarias de cierre.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Guayaquí 3193
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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