Israel

Analicemos proporcionalidades y reflexionemos

Por Roberto Cyjon

Sufro cotidianamente por la tragedia que los israelíes y el pueblo judío debimos padecer el 7 de octubre de 2023. Una fecha que ya está grabada a fuego y sangre en el “ser” judío de ahora y por siempre, como lo han sido las masacres y exterminio que nos infligieron los nazis, salvando todas sus diferencias con el terrorismo islámico. Me refiero al dolor que nos han generado, no a las ideologías o creencias de quienes nos odian por el solo hecho de ser judíos.

Lamento también las víctimas palestinas, y que la situación que viven los habitantes de Gaza sea tremenda. Se han destruido viviendas e infraestructuras e impuesto el desplazamiento de personas que no tienen claro adónde ir, ni podrán volver a sus hogares finalizada la guerra. 

Hamas es el culpable intelectual, operativo y orgánico de dicha tragedia y obligó a Israel a participar de ello. A Hamas le cabe una doble y diabólica culpabilidad. En contrapartida a todos sus críticos, los irreflexivos y los antisemitas, Israel no perdió sus valores morales, sino que cayó en una trampa ideada por sociópatas que comulgan un concepto de civilización atascada en mitologías religiosas medievales. La discusión acerca de qué se entiende por civilización es permanente, atraviesa siglos y coordenadas. Walter Benjamin postuló que no hay civilización sin barbarie, y coincidimos, la historia global lo puede demostrar. También sostenemos que nadie está habilitado a tirar la primera piedra y condenar exclusivamente a Israel.

¿Por qué dividimos a los críticos de Israel en antisemitas e irreflexivos? Los primeros no necesitan ni pueden reflexionar, los segundos sí. El argumento más usual y sencillo para evitar profundizar en este conflicto tan complejo y doloroso, es la falta de “proporcionalidad”. La perspectiva reduccionista y matemática refiere a cuántos más muertos y destrucción padecen los habitantes de Gaza que los de Israel. ¿Esa es la única proporcionalidad? ¿Cómo habríamos de reaccionar ante ese cálculo? Veámoslo desde otro ángulo, aunque que no dejara de ser reduccionista.

Primero: nos duele la muerte de cada niño, la de un solo niño, sea israelí, gazatí o de cualquier otro pueblo. Quien no mire con pesar la muerte de un niño y solo se estremezca ante la de otro, no podría volver a mirarse al espejo. Quien no se escandalice ante la vejación brutal de mujeres, sean judías o de cualquier otro pueblo, y no condene a quienes asesinaron y mutilaron a las israelíes, no podría jamás lamentarse ante un feminicidio. Sería descalificado y descalificada para sostener ningún postulado de Derechos Humanos. 

Segundo: Israel entró militarmente a Gaza por tierra más de dos semanas después del 7 de octubre, luego de haber sido víctima del lanzamiento de miles de cohetes por Hamas hacia su territorio. Cohetes a granel para matar a quien sea, niño, adulto, mujer, anciano, judío, árabe, cristiano, o de cualquier nacionalidad. Incluyo más aún: para asesinar a quien sea de izquierda, homosexual, religioso, laico, pacifista, feminista, sano o sufriente de alguna discapacidad… Y más aún: para destruir cualquier infraestructura o vivienda obligando a desplazarse a la población afectada. Quien no haya reprobado vehemente en tiempo y forma esas atrocidades de Hamas contra Israel, no podría justificar que su sensibilidad está sesgada en forma irreflexiva. 

¿Cómo se podría reaccionar entonces ante tanto dolor de ambos pueblos? Retomo la proporcionalidad y apelaré a otro “modelo matemático”. Los fieles al islam son aproximadamente el veinte o veinticinco por ciento de la población mundial, léase: 2.000 millones de personas. Asumo que no todos apoyan al terrorismo y su interpretación del Corán. Estadísticas recientes los sitúan en el orden del 20%, léase: aproximadamente 400 millones de islamistas pacifistas y humanistas. 

Si ellos se manifestasen masivamente en el mundo contra el terrorismo islámico, ayudarían a mitigarlo. Si ellos condenasen los vejámenes cometidos por Hamas y elevasen pancartas que dijesen simplemente: NO EN MI NOMBRE, Hamas no sería aprobado irreflexivamente por el progresismo de izquierdas y gente humanista de buena fe. Si ellos censurasen y reprobasen las violaciones a las mujeres judías, el asesinato e incineración de bebés judíos cometidas por Hamas, el Movimiento Feminista Mundial también lo condenaría y Hamas no sería apoyado irreflexivamente. Si ellos reconociesen explícitamente el derecho a la existencia del Estado de Israel y enarbolasen la exigencia que se establezca un Estado Palestino libre y soberano al lado de Israel, los acompañarían y acompañaríamos quienes reflexivamente nos preocupamos por la solución del conflicto entre ambos pueblos. Si ellos admitiesen el derecho a la diversidad de género y lo declarasen a viva voz, el movimiento LGTBI+ mundial los apoyaría, condenaría al islamismo teocrático y no irreflexivamente a Israel el único país de la región donde se aceptan dichos valores. Si ellos condenasen la toma de rehenes civiles como botín de guerra cometido por Hamas, violando todo criterio de “reglas bélicas”, pues un bebé rehén no puede catalogarse de “mérito” militar alguno, quizás la presión internacional, las Naciones Unidas, la Cruz Roja, UNICEF y todas las ONG’s humanistas habrían forzado a su devolución y la respuesta militar israelí habría finalizado.

¿Esta proporcionalidad habría de catalogarse de ilusoria? Acaso ¿de perspectiva imposible? Para los antisemitas sí, para la gente de buena voluntad, ansiosa de ponerle fin a tanto pesar, debería ser un llamado a la reflexión. Bregamos para que se efectivice este punto de inflexión a nivel internacional y tengamos un año 2024 de reconstrucción material y moral en un mundo más moderado y pacífico.

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