(Por Ana Chadicov)
N. de Red: Ana Chadicov ya está de regreso en Uruguay tras su significativa experiencia de voluntariado en Israel , que emprendió con deseo y necesidad de abrazar al país y su gente tras los horrores del 7 de octubre. Pero llegó también con el aprendizaje que le dejó haber luchado exitosamente contra el cáncer. Le agradecemos enormemente por este valioso aporte. Le deseamos salud hasta los 120 y que siempre esté del lado que puede dar y apoyar a los demás.
A continuación, el texto escrito por Ana.
Pero antes, la invitación a la charla que dará próximamente sobre esta singular experiencia.
Siempre me gustó pensar que al cumplir años, no sólo vamos envejeciendo sino haciéndonos más sabios. En el año 2021 atravesé un cáncer que puso mi vida al límite, me sentí paralizada de miedo en el momento de enterarme y supe lo que es ser y sentirse finito. Pero en vez de preguntarme porque a mí, recuerdo haber pensado por qué a mí no. Y esa perspectiva sobre mi enfermedad me ayudó a encararla de otra manera. Y aunque hay un miedo latente de que este monstruo vuelva, sigo adelante viviendo e intentando ser una mujer fiel a mis convicciones.
El 7 de Octubre del 2023 Israel es brutalmente atacado por un monstruo. Lo sucedido ya lo conocemos todos. Pero además de la masacre perpetrada de la forma más salvaje e impactante, el mundo se levantó no solo en contra de Israel sino de la comunidad judía en todas partes. Cómo si todo esto hubiera sido un plan orquestado para que estallara el odio al mismo tiempo.
Entonces empecé una lucha personal en Instagram. Centré mis esfuerzos en poner un grano de arena para ayudar. Y esta vez no pregunté por qué a Israel no, sino que volví a la pregunta de por qué a Israel. Y empecé una búsqueda de información y de respuestas que fui encontrando.
Hamas es un cáncer y hay que erradicarlo. Hamas es terrorismo en un nivel de crueldad inimaginable para quien no lo sufre.
Israel lo sufrió y lo sufre, y hoy necesita la ayuda de todos. En la forma que sea. Donando plata, luchando e informando en la redes sociales, dejando de consumir todo lo que tenga vínculos de apoyo a quienes nos quieren destruir.
He intentado hacer todo esto. No solo porque soy orgullosamente judía y sionista. También porque el 7 de octubre no estaba en los planes de nadie y humanamente es inconcebible lo sucedido. Y el mundo no condenó lo suficiente, muchos pusieron el dedo acusador sobre Israel y el pueblo judío cuando Israel empezó a reaccionar para defenderse.
Y entonces decidí venir a Israel con el programa Restart. Y aquí, en un país en guerra, me siento más tranquila que todo este tiempo en Uruguay.
Visitamos Sderot y el kibutz Mefalsim. Allí conocí dos lugares donde la gente vivía tranquila y en cuestión de segundos llegaron parapentes con terroristas armados para matar sin piedad. Lugares hermosos que hoy están vacíos, hasta que la población pueda sentirse suficientemente segura como para volver.
Tristeza absoluta.
Llegar a Nova, el lugar en el que se llevó a cabo aquel festival de música en el que fueron asesinadas cerca de 380 personas y numerosas secuestradas, es indescriptible.
Hay un silencio ensordecedor que te lleva directamente a la fiesta, a los gritos, a las corridas, a las atrocidades sufridas el 7 de Octubre. Están sus fotos, te miran, te hablan, y se genera un diálogo interno con cada una de las víctimas. Querés abrazarlos, protegerlos, salvarlos. Su dolor es el dolor del pueblo judío. Sentís que es la Inquisición y el Holocausto al mismo tiempo. Y el mundo nos volvió a dejar solos.
En la base Shura (o majané Shura, o sea compamento) , los voluntarios de la organización ZAKA –que tanto en rutina como en situaciones de emergencia se encarga de rescatar los cuerpos sin vida de un determinado incidente a fin de que se le pueda dar digna sepultura- nos contaron que allí reciben los cuerpos de soldados y civiles. Allí los preparan para ese últimp paso. Sepultura, palabra que tanto miedo le tuve durante mi enfermedad. Aquí, nos contó Bentzi Mann, preparan, despiden, acompañan, no sólo a quienes ya no están, sino a sus familiares que lloran, gritan, se desgarran. Aquí llegan los soldados que entran a Gaza a buscar a los muertos, cuerpos y partes de ellos. Pelean, los recogen, y vuelven a Israel. La espiritualidad de estos elegidos es tan grande que todos deberíamos agradecerles.
Y así lo hicimos. Tratamos de expresar parte del agradecimiento que merecen, preparándoles un barbacue completo.
Hablamos con todos, intentamos por un rato que sepan lo orgullosos que estamos de cada uno de ellos.
En Shura también se guardan los Sifréi Torá, los Rollos de la Torá, del ejército. Es un lugar donde el dolor, el sacrificio y lo sagrado conviven día a día.
Poder tener la oportunidad de hablar con Sapir Cohen, secuestrada por más de 50 días y luego liberada, fue impactante. La chica que llegó con una sonrisa, no porque estaba drogada como dijeron, sino porque estaba feliz de volver a Israel, de volver a casa. También escuchar a Ron Segev, sobreviviente de Nova, un escape de película. ¿Son un milagro? ¿Salvarse es un milagro? Entendí como me pasó hace dos años con mi cáncer, que la vida da segundas oportunidades. Ellos quedaron para contar la verdad; no su verdad, la verdad. Son jóvenes y la vida- o mejor dicho los terroristas- los golpeó fuerte. Pero están acá y saben que nunca más serán los mismos que antes del 7 de octubre.
Vine a Israel a ayudar, así que fui a un naranjal a cosechar naranjas.
El dueño es un judío yemenita que vino a Israel hace 65 años y está con su nieto Idan de 20 años. Quedaron solos ya que todos sus empleados eran palestinos y por razones obvias ya no están trabajando con ellos. Tienen miedo. Así que pasamos el día recolectando naranjas. Me trepé a árboles como cuando era una niña. Me sentí tan viva, tan vital. Así era el Israel de 1948, así se formó este hermoso país.
También estuve en la plantación de frutillas de Shai. Misma historia. Mismos sentimientos, lágrimas de agradecimiento mutuo. Y la sensación que Israel se va a curar. Nunca sentí mis manos tan limpias y poderosas.
Shabat es un día de tranquilidad en Israel. Es el día de descanso. Pero no todos descansan. Nos fuimos en la tarde caminando hasta Kikar Hajatufim, la Plaza de los Secuestrados. Era el día que Kfir Bibas cumplía un año.
Nada tiene lógica. Se llevaron un bebé de 9 mees secuestrado junto a su hermanito de 4 años y nada se sabe de ellos. Se tiraron globos anaranjado como su cabello al cielo. Y el mundo allá. Cuanta diferencia puede haber en los silencios. Cada sábado miles de personas se acercan para pedir por el retorno de todos los rehenes. Viven cada uno de los 136 secuestrados con mucho dolor y desesperación. ¡!Bring Them Home Now!!! – tráiganlos a casa ahora, es el lema.
Y ahí me vienen a la cabeza todos los soldados que están en Gaza buscándolos, intentando encontrarlos, dando sus vidas para que los rehenes vuelvan a casa. Dos caras de una misma moneda. Israel y su derecho a vivir en paz.
Al terminar Shabat nos juntamos con gente del Kibutz Alumim. La historia que más me conmovió fue la de Ayal. Nos contó que dos veces al año va gente del ejército a prepararlos por si hay algún problema con la seguridad. El 7 de octubre invadieron los terroristas. Dejó a su esposa y sus 4 hijos en el refugio, tomó su arma y salió a defender a su gente. Después de luchar, de matar aalgunos terroristas, una bala impacta en su pómulo y tres en su espalda perforando su pulmón. Cae desplomado. Es socorrido y llevado al hospital Soroka de Beersheba donde lo operan y le salvan la vida.
Los terroristas invadieron Israel como las células del cáncer invaden el cuerpo, rápidos y malignos. Su objetivo era eliminar a Israel y sus ciudadanos. Pero también iban cayendo frente a un pueblo que se defendió, que defendió sus hogares. La violencia sacudió el sur de Israel tan rápido como una ola expansiva y sorpresiva.
De esta misma manera se formaron con el correr de los días grupos de ayuda. Así, conocimos a Jasdéi Naomí, creadora del grupo Higging with love. Y ahí nos fuimos a armar cajas con cosas de invierno. Fue una locura al principio pero terminamos haciendo un trabajo casi de máquina llenando cajas con bolsas de agua caliente. Remeras térmicas, pantuflas, guantes, gorros, medias, bufanda y linterna. Trabajo en equipo. Todo lo que está bien. Unión y solidaridad.
Pensé que sabía lo que es ser resiliente hasta que fuimos al hospital Tel Hashomer. Allí conocimos a Avital y Amijai Shindler. Ellos viven en el kibutz Keren Shalom. Padres de seis hijos de entre 10 y 1 año. Religiosos en en kibutz secular. Un kibutz pegado a Gaza. Cuando entraron los terroristas se escondieron en el Miklat, el refugio. Amijai salió a proteger a su familia. Dos terroristas tiraron granadas que fueron como una bomba expansiva. Perdió medio brazo derecho y dos dedos de la mano izquierda. Y quieren volver a su hogar.
Así recorrriendo el hospital, pudimos conocer a jaialim, soldados, que están internados. Muchos perdieron piernas o partes de sus extremidades. Sin embargo, estaban agradecidos de vernos, de que hayamos venido a Israel. ¿Cómo seguirán sus vidas? Me fui de ahí con esa pregunta y con la idea de una generación de chicos que van a quedar lastimados en cuerpo y alma. ¿Cómo ayudarlos?
El último día del programa fue para mi durísimo. Comenzamos yendo al cementerio militar en el monte Herzl en Jerusalem.
Todo soldado que muere en servicio puede ser enterrado allí. Allí están también Biniamin Zeev Herzl, Itzjak y Lea Rabin, Shimon Peres, Zeev Jabotinsky, Ioni Netanyahu, David Elazar y tantos más.Estar tan cerca de esas figuras enormes remueve los sentimientos. Soldados aquí y allá. Honrados, recordados.
Pero nada me conmovió tanto como una familia despidiendo a su hijo de 19 años. Me acerqué, me surgió hacerlo. Saludar a una mamá como yo, le conté que era voluntaria de Uruguay.
Inmediatamente me dio un fuerte abrazo, me miró y me dijo “Estqmos todos juntos en esto, gracias”. Me presentó a su hija, a su marido. Entonces supe a lo que había venido a Israel y lloré. Cuanta compasión y dolor en esa mamá. Y pensé en mis hijos de 16 y 21 años.
Una generación dañada.
Eso hizo el 7 de Octubre el terrorismo y todos aquellos que lo apoyan.
Conocer héroes como Menahem Kalmanson, que luchó tres días sin parar contra el cáncer del terrorismo, que vio a su hermano morir en sus brazos y lo recordó leyéndonos algo que había escrito tiempo atrás, anticipándose a lo que luego sucedió “Si muriera, si cayera en una guerra, quiero que la gente sepa que no es solo una guerra de intifada. A la misma larga guerra por nuestra nación, nuestro país. Trato de ser un hombre justo”.
Y terminamos en Jerusalem. Cuidad bella, única y sagrada.
Más vacía, menos ruidosa.
Lo primero que veo es a dos musulmanes rezando en sus alfombras frente a sus negocio. Y me pregunté “Y el apartheid?”
No existe. Camino por el barrio armenio, tranquilo. ¿Y los disturbios? No están.
Y llegamos al Barrio Judio y esa sensación de “estamos en casa”.
Y allí apareció el Kotel, majestuoso, enorme, único. Me acerqué, apoyé mi mano, lo besé y tuve un diálogo personal pidiendo por Israel, por Am Israel, por los secuestrados, por los jaialim.
Por la paz y el derecho a existir. Luego pedí por mi familia y por la gente que amo y por todos aquellos que hoy necesitan una ayuda especial.
Cuando estuve enferma sentí la solidaridad de la gente y vine al Kotel a agradecer tanto amor. Me sentí protegida y bendecida. Hoy quiero devolver tanto apoyo que recibí.
Encendí velas por los jaialim que murieron defendiendo a Israel. Que sus memorias sean be decidas y su recuerdo una forma de encuentro.
Amo Jerusalem.
Terminamos el día y el programa yendo a una base militar en la zona de Modiin. Allí les volvimos a cocinar. Hablamos, nos comunicamos, reímos, bailamos. Los hicimos felices por un rato y ellos nos hicieron felices para siempre.
¿Quién ganó con todo este desastre?
Hamas dejó en Gaza mucha gente sin sustento económico. No les importa. Los palestinos son presos del gobierno que alguna vez eligieron.
Hamas es un cáncer, es la muerte que destruye todo lo que pasa por su camino. Israel, con los pro y los contra que pueda tener, es partidario de la vida. Israel seguirá luchando por su derecho a existir. Y todo am Israel, todo el pueblo judío, debemos estar unidos.
Vine a Israel a un plan de voluntariado a ayudar, y acá Israel me está ayudando a sanar a mi.
Israel es el hogar milenario del pueblo judío. La nación que Hashem le prometió a Abraham para establecer su pueblo, la tierra de Sion que Herzl soñó para los judíos, el país que fue votado por las Naciones Unidas y se estableció en 1948.
Israel vive, es eterna. Am Israel Jai.
Estoy en casa.