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¡No Seas Demasiado Humilde! - La Eterna Llama Interior - Control de Impulsos - Preparativos para Pesaj

 

                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

No. 249

Tzav Para

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Horario de velas de shabat en Montevideo 

Viernes 22 de marzo 18.24

                                                                                        

¡NO SEAS DEMASIADO HUMILDE!

Por Yossy Goldman

Golda Meir le dijo una vez a alguien: “No seas tan humilde. No eres tan grande”.

La humildad se valora mucho en el pensamiento judío. Pero lo creas o no, demasiada humildad (como demasiado de cualquier cosa) puede ser perjudicial.

Como Moisés los verdaderamente grandes son verdaderamente humildes, pero hubo un momento en que incluso Moisés fue demasiado humilde.

Moisés estaba cuidando las ovejas de Jetro cuando notó la Zarza Ardiente, su primera revelación Divina. Allí, al sencillo pastor se le dio el mandato de convertirse en el fiel Pastor de Israel y redimir al pueblo de la esclavitud egipcia. D-os le dijo a Moisés que regresara a Egipto y le dijera al viejo Faraón que liberara a los israelitas. ¿Y cuál fue la respuesta de Moisés? Dio al Todopoderoso una larga lista de argumentos. Eventualmente el Todopoderoso pareció perder la paciencia con su mensajero elegido y acuñó la ahora famosa expresión: “¡Simplemente hazlo!” Entonces Moisés fue a Egipto y, por supuesto, el resto es historia.

Pero, ¿sabías que cuando Moisés inicialmente se negó a ir a esa fatídica misión, su hermano Aharón se convirtió en el portavoz de D-os y, más tarde, en el primer Sumo Sacerdote, privilegios que originalmente estaban destinados a Moisés? Así es, a veces demasiada humildad puede ser contraproducente.

Entonces, ¿dónde usamos la humildad y dónde no? El gran maestro jasídico del siglo XIX, el rabino Simja Bunim de Pshischa, enseñó una vez: Cada persona debe tener dos bolsillos. Y dentro de cada bolsillo debe haber un pedacito de papel. El papel dentro del bolsillo derecho debe tener las palabras Bishvili nivra ha-olam (“el mundo entero fue creado para mí”). Y el papel dentro del bolsillo izquierdo debe tener las palabras Va’anochi afar va’efer (“No soy más que polvo y cenizas”).

Necesitamos ser capaces de encontrar la actitud adecuada para cada ocasión y situación. Si nos sentimos deprimidos, debemos recordar que “el mundo fue creado para mí”. D-os nos puso aquí; Debe pensar que tenemos una contribución que hacer. De lo contrario, ¿para qué fuimos creados? Esa idea debería hacernos avanzar. Pero si nos dejamos llevar por nuestra propia importancia, también debemos recordar las palabras de nuestro ilustre padre Abraham, quien dijo: “Yo no soy más que polvo y ceniza”. En el gran esquema de las cosas, realmente somos "nada".

Y sí, hay una gran tensión aquí. Se trata de dos enfoques de la vida claramente diferentes. Pero necesitamos ambos. Y ser conscientes de estas dos perspectivas opuestas nos proporciona un equilibrio saludable. Como bien se ha dicho: “Eres único. Cómo todo el mundo."

La otra cosa acerca de tener demasiada humildad es que a veces podemos usarla para evitar la responsabilidad. Cuando se nos pide que hagamos algo por la comunidad o que participemos en un proyecto, podemos fingir humildad. ¿No estamos a la altura de la tarea o simplemente nos estamos escapando? Es fácil decir: "No puedo", "Lo siento, nunca lo lograré" o "Lamentablemente no puedo". ¿Sabes por qué es fácil? Porque es conveniente. Negar nuestras capacidades innatas nos exime convenientemente de responsabilidad.

Pero si tenemos lo necesario, se espera que hagamos el trabajo. Optar por no participar por motivos de humildad puede provenir de una sensación de miedo, pereza o un poco de ambos, pero claramente también puede ser una evasión. La humildad nunca debería ser una excusa para tener malos resultados. Sí, reconocer nuestras fortalezas probablemente resultará en que se nos pida que asumamos más. Pero para eso estamos aquí. La vida no es un accidente y nuestro perfil de personalidad no es una herencia irrelevante. Es un regalo, una bendición y, sí, una responsabilidad. El privilegio siempre conlleva responsabilidad. Como dijo una vez el rabino Shalom Dovber de Lubavitch: “Así como una persona debe conocer sus propios defectos, también debe conocer las cualidades positivas que posee”.

La parashá Tzav nos recuerda este mismo acto de equilibrio. También se esperaba que el mismo Kohen que disfrutaba de la sagrada tarea de trabajar con las ofrendas en el Altar de D-os limpiara las cenizas. Aquí tenemos a un santo ministro de D-os ocupado en el más espiritual de los servicios, ¡y su siguiente trabajo es limpiar la basura! ¿Te imaginas al presidente de Estados Unidos o a cualquier otro líder mundial sacando la basura en la Casa Blanca?

El Rebe enfatiza que el mismo Kohen que hace los trabajos populares tiene que estar preparado para hacer los impopulares. No puedes escoger y elegir. Eres importante. Pero bueno, tal vez no seas tan importante después de todo. El Kohen no puede desistir de las tareas desagradables en el Templo. Todas ellas son santas. Las ceremonias honorables son agradables y gratificantes, pero a veces debemos ponernos el guardapolvo, arremangarnos, ensuciarnos las manos y hacer los trabajos desagradables.

Sí, ciertamente deberíamos ser personas humildes. Pero nunca debemos ser tan humildes como para perdernos nuestra misión y propósito en la vida, y todo el increíble potencial que podemos lograr. Si D-os hubiera liberado a Moisés del apuro en la zarza ardiente, tal vez nunca hubiéramos oído hablar de él, y podríamos seguir siendo esclavos en Egipto.

LA ETERNA LLAMA INTERIOR

"[Dijo D-os a Moshé que el sacrificio es válido aun si se coloca sobre el Altar durante la noche], porque el fuego del Altar debe mantenerse encendido en él [durante la noche]." (Vaikra 6:2)

El fuego del Altar que se mantenía encendido durante la noche era encendido durante el día.

El Altar alude al corazón judío. Incluso cuando nos encontramos en situaciones de oscuridad espiritual, debemos mantener el fuego del entusiasmo por D-os, Su Torá y Sus mandamientos ardiendo siempre en nuestros corazones.

Ver Or HaTorá, Vaikra, vol. 1, pág. 13.

Levítico (Vaikrá) 6:1 – 8:36

La segunda sección del libro de Levítico es la continuación y conclusión de la sección anterior, y abre con D-os diciéndole a Moshé que ordene (Tzav en Hebreo) a Aharón y sus hijos los procedimientos a seguir para la ofrenda de los sacrificios. La segunda mitad de la sección describe los ritos de la semana de instalación a través de los cuales los sacerdotes y el Tabernáculo fueron inaugurados.

Siendo este el Shabat anterior a Purim, en el que celebramos el fracaso del complot de Hamán el amalekita para destruir al Pueblo Judío, la parashá semanal se complementa con la lectura de Zajor (Deuteronomio 25:17-19) en la que se nos ordena recordar el mal de Amalek y erradicarlo de la faz de la tierra.

 

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CONTROL DE IMPULSOS

Por Sara Aurebach

No se porqué las cosas pequeñas siempre me superan. Cuando mi hijo de siete años, Ernie, hace algo malo en la casa, suelo estallar.

Ernie tiene Síndrome de Asperger, una forma de autismo de la que se ha hablado bastante últimamente. En realidad su diagnóstico antes era “Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado” también conocido como “Parecido al autismo pero no tanto, así que lo tenemos que llamar de otra forma”. De entre todas sus cuestiones autistas, su mayor problema es la impulsividad. Cuando le entra un pensamiento en la cabeza, actúa instantáneamente. No espera el momento oportuno, ni decide si está bien. Lo hace. “Quiero jugar afuera” y ya está afuera, sin preocuparse la hora que es, si tiene puestos los zapatos o si tiene permiso. (Si tenemos suerte, lo dice en voz alta en lugar de sólo pensarlo, y sabemos que es lo que va a pasar). Sólo recuerda las reglas después. Hemos hecho mucho progreso con la terapia de conducta, pero queda mucho por hacer.

Así que suelen suceder cosas dramáticas en la casa. Aparece comida tirada cuando tiene hambre, se sacan libros y Lego de los cuartos de otras personas, y le encanta la cámara digital de la familia por lo que tenemos que esconderla.

Y frecuentemente, cuando hace algo destructivo o inconveniente, me molesto mucho y me enojo con él. Supongo que ese es mi principal problema de conducta. Sé que no debería enojarme ni gritarle, por muchas razones. Cualquier instructor de padres le dirá que el mensaje se pierde en el grito. El niño se concentra en el miedo, o en intentar que pare el ruido. Así que no tiene sentido. Además, miren a quién le estoy gritando. Él no es uno de mis otros hijos que tienen una habilidad más desarrollada para pensar antes de actuar.

En el libro de Sara Yocheved Rigler, “Holy Woman”, a la Rébetzin Jaia Sara Kramer se le pregunta cómo es que nunca les gritó a los niños y adultos con enfermedades mentales que cuidaba. “No había a quien gritar”, respondió.

Y eso es grandeza, porque muchos de nosotros gritaríamos de todas formas. ¿No me cree? Piense en alguna vez en la que rezongó a su hijo de dos años. Están en esa edad en la que uno está convencido que saben, y no deberían hacer manchas de ketchup en la alfombra. Así que le grita. Por lo menos yo lo hago.

La pregunta es: ¿por qué me molesta tanto? Sé que esas cosas pasan, mi hijo tiene una discapacidad. Parece desobediencia y desconsideración, pero no lo es. Y le lleva mucho tiempo aprender un comportamiento, a veces meses o años, a pesar de que logró memorizar mi número de tarjeta de crédito en menos de cinco minutos.

¿Quién le dio esta discapacidad? D-os. ¿Y quién me dio este niño a mí? D-os. Así que adivinen de acuerdo a la voluntad de quién mi hijo continúa comportándose mal.

Debe de haber una razón por la que me fue dado este hijo. Creo que, principalmente, D-os me está tratando de enseñar a tener paciencia. Me está intentando enseñar a que resista mi impulso a gritar para liberar mi frustración. Necesito parar y pensar, evaluar la situación y determinar cómo actuar. Porque ambos estamos trabajando sobre nuestra impulsividad, Ernie y yo. Me pregunto quién está progresando más. Ernie está trabajando duro en su comportamiento, todos los días, y tiene un sistema que lo ayuda. Puedo aprender mucho de él. Y me está ayudando a trabajar en mi autocontrol, dándome muchas oportunidades para practicar.

PREPARATIVOS PARA PESAJ

Jametz significa “grano fermentado”. En Pesaj, no solo no comemos jametz, sino que ni siquiera debemos tenerlo. Si una comida o bebida contiene incluso un vestigio de trigo, cebada, centeno, espelta, avena o sus derivados, y no fue cuidada para que no leude o fermente, es jametz. Lo que significa que cualquier comida o bebida procesada hoy se puede asumir que es jametz a menos que se haya certificado que no lo es.

El problema es que nuestras casas están llenas de esto. Es por esto que nos embarcamos en una limpieza completa y en una misión de búsqueda y destrucción durante las semanas anteriores a Pesaj. Limpiamos todas y cada una de las áreas donde pueda entrar comida (no se moleste con los lugares donde no entra nunca comida). Movemos los muebles, horno y heladera; buscamos debajo de los sofás; limpiamos sillas, armarios y bibliotecas. También la oficina, los bolsillos de la campera y el auto.

El mayor trabajo es, por supuesto, la cocina. Después de limpiarla, use papel de aluminio o papel para cubrir todas las superficies que puedan entrar en contacto con la comida.

Lo mejor es tener vajilla y utensilios de cocina separados para ser usados en Pesaj. Si esto no es posible, algunas cosas de la cocina se pueden hacer kosher para Pesaj. 

La Venta

Ahora estará pensando, “¿Qué hago con mi exclusiva botella de whisky de 30 años?”. Para estas cosas hay una alternativa: asegúrese simplemente que no le pertenecen a usted durante Pesaj.

Tome el jametz que quiere salvar, la comida, bebidas y utensilios usados durante el año (y no kasherizados para Pesaj), y guárdelos en un armario o cuarto que cerrará con llave o sellará. Luego, autorice a un rabino con experiencia a hacer una venta legalmente vinculante tanto de acuerdo a la ley judía como a la civil. El venderá todo su jametz justo antes de Pesaj, y lo comprará de nuevo tan pronto como termine la festividad. La noche en que termina Pesaj, luego que el rabino haya recomprado su jametz, ya puede abrir esa botella de whisky para hacer lejaim.

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Guayaquí 3193
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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