El Complejo de Langosta - Recordando la Fuente - El Comerciante de Estampillas - El Shemá
No. 262
Shlaj
Horario de velas de shabat en Montevideo
Viernes 28 de junio 17.25
EL COMPLEJO DE LANGOSTA
Por Elisha Greenbaum
Ya es bastante malo que los espías enviados por los judíos para investigar la Tierra de Canaán hayan vuelto con un reporte malicioso. Es triste que la gente les haya creído tontamente y hayan comenzado a lamentarse y quejarse. Es peor aún que D-os haya castigado a la nación con cuarenta años de deambular por el desierto. Sin embargo, la verdadera tragedia puede ser que toda esta triste historia se podría haber evitado con una sesión de consulta con un buen psicólogo...
Los especialistas modernos de cualquier orientación concuerdan en que la falla básica que nos impide alcanzar nuestro verdadero potencial, atravesar nuevos territorios, superar los obstáculos de la vida, acceder a nuevos paradigmas, aprovechar las oportunidades, etc. y etc., es un insuficiente sentido de autoconfianza. Nos informan que la efectividad en la vida se basa en creer en uno mismo, y luego levantarnos, salir y hacerlo.
Y es allí donde los espías fracasaron en su trabajo: falta de confianza.
“No podremos ir adelante contra esa gente, pues son más fuertes que nosotros... ¡Nos veíamos a nosotros mismos como langostas, y así nos miraban ellos también!” (Bamidbar 13:31-33)
Casi todos los comentaristas bíblicos comentan que se ve fácilmente la falta de confianza de los espías. Obviamente su propia baja autoestima llevó a que los cananitas tuvieran también una estimación pobre de la habilidad de los judíos. Cuando actuamos con fortaleza, con expectativas de éxito, los demás tienden a amedrentarse por nuestra aura, y la victoria es inevitable. Por el contrario, cuando caminamos tímidamente, conscientes de nuestra (real o percibida) inmadurez e incompetencia, la opinión de los otros concuerda con nuestras expectativas.
Rabi Menajem Mendel de Kotzk, el “Kotzker Rebe”, extiende esta lógica más allá de los espías. Los expertos nos dicen que mostrar confianza en nosotros mismos eventualmente impresionará a los demás. Desde esta perspectiva, la autoestima es un truco, un método de persuasión. A pesar de trabajar ostensiblemente en mejorar mi propia imagen, la intención subyacente es el efecto eventual que voy a tener en otros.
El Kotzer considera que este enfoque es igualmente erróneo. Mi trabajo es hacer lo correcto, independientemente de los demás. Estamos en una misión de D-os, y no podemos tomarnos el tiempo o la molestia de ni siquiera preocuparnos por lo que los espectadores hagan o digan. Desde esta perspectiva de la historia, el pecado de los espías no comenzó cuando se acobardaron y no se pusieron a la altura de las circunstancias, sino que empezó mucho antes cuando permitieron distraerse de su misión al preguntarse qué pensaban los nativos de ellos.
La verdadera autoconfianza se apoya en uno mismo. Es la certeza absoluta de que estoy haciendo lo correcto y continuaré luchando hasta que se termine el trabajo. Puede ser que requiera coraje salir a un viaje de conquista sin ni siquiera echar una mirada para atrás, pero esa es la única forma de garantizar que uno llegará con seguridad a la Tierra Prometida.
RECORDANDO LA FUENTE
[D-os le instruyó a Moisés que le diga al pueblo,] “Cuando vean [los flecos], recordarán todos los mandamientos de D-os, para que los cumplan.” (Bamidbar 15:39)
Dado que necesitemos los flecos para recordarnos de los 613 mandamientos, pero ¿por qué necesitamos la prenda a la que se atan los flecos? ¿Por qué no cargar los flecos sólos?
La respuesta está en el significado de las prendas. La diferencia entre la ropa y la comida, nuestras dos necesidades principales, es que la comida se vuelve parte de nosotros cuando la comemos, mientras que la ropa siempre permanece fuera de nosotros. La comida, entonces, alude a los aspectos de la Torá que podemos comprender y “digerir”, mientras que la ropa alude a lo que permanece más allá de nuestra captación.
La orden de atar los flecos a una prenda indica que no alcanza con simplemente recordar los mandamientos. El vestir dicha prenda nos ayuda a recordar que la Torá y los mandamientos se originan en la sabiduría de D-os, que trasciende las limitaciones del intelecto humano.
Likutei Sijot, vol. 2, pág. 324-325.
Números (Bamidbar) 13:1 – 15:41
La cuarta sección del libro de Números relata como D-os le dijo a Moisés que envíe (Shelaj en Hebreo) exploradores para espiar la Tierra de Israel en preparación para su conquista por el pueblo judío.
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EL COMERCIANTE DE ESTAMPILLAS
Por Eliyahu Touger
“No puedo entender por qué no he recibido aún la bendición del Rebe para este viaje,” meditó consigo mismo nerviosamente el Rabí Nemes. El vende estampillas y sus transacciones lo ponen en contacto con autoridades postales y coleccionistas privados en América Central. El visitaba Nicaragua periódicamente en el invierno y ya había marcado sus citas para el viaje del año. Como siempre, antes de finalizar los preparativos de su viaje él escribió al Rebe para una bendición. Pero en vez de recibir una respuesta inmediata, esta vez, tuvo que esperar.
Como la fecha de su partida estaba próxima, el Rabí Nemes pidió a uno de los secretarios del Rebe que lo ayudaran. Después de hablar con el Rebe, el secretario pidió a Rabí Nemes un itinerario detallado de su viaje. Cuando el Rabí Nemes transmitió la información al Rebe, el Rebe respondió: “Haga el viaje, pero no ahora.”
El Rabí Nemes encontró difícil comprender el consejo del Rebe. ‘Esta es la época más lucrativa para comprar estampillas’, pensó. ‘Además, ya he concertado encuentros con prominentes comerciantes y posponer este viaje complicará los otros que he planeado. No puedo entender esto, el Rebe nunca me había sugerido antes un cambio en mis planes.’ Sin embargo, los seguidores del Rebe no son disuadidos simplemente porque no comprenden su consejo. El Rabí Nemes pospuso su viaje y canceló sus citas.
Uno no necesita ser creyente devoto de la Divina Providencia para apreciar la inmensa sensación de alivio sentida por el Rabí Nemes y su familia, cuando oyeron las horribles noticias ese fin de semana. Un fuerte terremoto había sacudido a Managua, la capital de Nicaragua, causando miles de víctimas y daños tremendos. “Y yo había hecho una reserva en un hotel céntrico,” pensó Rabí Nemes con un temblor.
Cuando el tiempo pasó y el aeropuerto de Managua se abrió nuevamente al tráfico comercial, el Rabí Nemes consideró hacer el viaje. Su familia estaba aprehensiva. “La ciudad tiene todavía amplias zonas plagadas de robos y con saqueos,” argumentaron ellos. Pero el Rabí Nemes se sentía optimista. “El Rebe no desaprobó del todo el viaje,” les dijo él. “El simplemente sugirió que lo posponga.”
El Rabí Nemes, más adelante, fue alentado por la rápida bendición del Rebe para reprogramar el viaje. El Rabí Nemes no estaba preparado para la vasta destrucción en las calles de Managua. Edificios desmoronados y montones de escombros se extendían por la ciudad. Incontables personas sin hogar vagaban sin objetivo, haciendo que sus distritos conocidos parecieran extraños aún para un visitante frecuente.
Con gran dificultad y ansiedad, el Rabí Nemes fue a la Oficina Central de Correos. En contraste con sus sombrías expectativas, se quedó pasmado al encontrar el enorme edificio de pie, erguido, casi intocado por el terremoto. Apurando sus pasos, se dirigió a la habitación de un oficial con el que a menudo hacía negocios.
Cuando él abrió la puerta, el oficial se puso de pie con sobresalto “D-os mío! Que sorpresa!,” exclamó con deleite. “Nunca hubiera esperado que algún comerciante de estampillas viniera aquí ahora!”
Después de un amistoso intercambio el Rabí Nemes comenzó a hablar de negocios. Sin embargo el hombre lo detuvo. “Como ve, la ciudad está en un estado de cataclismo. Pasará algún tiempo hasta que se reconstruya. El negocio de las estampillas no es obviamente una prioridad inmediata. Ud. es un comerciante confiable y siempre hemos trabajado bien juntos. Tome Ud. mismo las estampillas que necesite. Estaremos en contacto acerca del precio y el programa de pago en una fecha próxima.” “Ese viaje a Nicaragua fue el más lucrativo de los que jamás he hecho,” concluyó el Rabí Nemes.
EL SHEMÁ
Vivimos en un espejismo cósmico. Estamos rodeados de miles de creaciones, todas aparentemente autosuficientes e independientes, pero como judíos sabemos que en realidad hay una sola entidad real. Un solo D-os que es la esencia de todo. Un solo D-os que se manifiesta en una infinita cantidad de creaciones.
Lograr hacer propio este concepto es un gran desafío, pero es clave para desarrollar una mejor relación con nuestro Creador. Para lograr esto, cada mañana y cada noche recitamos el Shema, tres párrafos bíblicos (Deuteronomio 6:4–9, 11:13–21; Números 15:37–41) que comienzan con la frase más famosa y relevante del judaísmo, "Oye, oh Israel. D-os es nuestro Señor, D-os es Uno”. El Shema continúa con varios aspectos básicos del judaísmo como el amor a D-os, el estudio de la Torá, el principio de recompensa y castigo y el éxodo de Egipto.
Meditar sobre estas palabras nos ayuda a ver más allá del espejismo y nos ayuda a vivir acorde nuestras expectativas espirituales.
El Shema es parte de las plegarias matutinas. No obstante, debemos decir Shema incluso si no recitamos las plegarias.
Cuándo
"Al acostarte y al levantarte" (Devarim 6:7)
Por la mañana: Durante el primer cuarto del día, desde el momento en el que hay suficiente luz diurna como para reconocer a un conocido a una corta distancia.
Por la noche: Desde la salida de las estrellas hasta el alba. Es preferente, hacerlo antes de la medianoche.
Cómo
Puedes decir el Shema en tu idioma de origen si no sabes hebreo.
Asegúrate de que el entorno sea limpio y modesto, pronuncia cada palabra cuidadosa y articuladamente. No interrumpas la plegaria.
Cubre tus ojos con la mano derecha mientras dices la primera oración, para bloquear cualquier estímulo externo. Recita el primer verso en voz alta por la misma razón.
Lo ideal es decir el Shema de la mañana con el talit y los tefilin, ya que estos mandamientos son mencionados en la lectura del Shema.
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