Israel

El kibutz Beeri, entre el horror y la resiliencia

El kibutz Beeri, nacido en 1946, o sea antes de la fundación de Israel, el kibutz más grande de la zona adyacente a Gaza y también uno de los más hermosos, se convirtió a su pesar, en un nuevo símbolo. Ubicado a menos de 5 kms de la frontera con la Franja de Gaza,  fue el segundo escenario más cruento del asalto terrorista del 7 de octubre, con 101 muertos entre sus miembros además de 19 soldados y 7 policías que combatieron en el lugar. También tuvo una treintena de secuestrados, de los cuales 11 aún están en Gaza, 7 de ellos muertos, asesinados por Hamas. En el mejor de los casos, 4 volverán con vida. 

El primer escenario del horror, en términos de cantidad de víctimas mortales, fue el lugar del festival musical Nova aledaño al kibutz Reim, donde fueron asesinadas 404 personas, tanto en el lugar mismo como en los campos aledaños y la carretera 232 por la que numerosos jóvenes trataron de escapar de los terroristas.

La primera investigación

Este jueves  Beeri volverá a estar en el centro de la atención, cuando a las 10 de la mañana hora de Israel se publique el resultado de la investigación sobre los hechos en el lugar el 7 de octubre, llevada a cabo por las propias Fuerzas de Defensa de Israel. No se ha abierto aún ninguna investigación de parte del Estado ni sobre Beeri ni sobre las fallas generales, en todo el sur, que hicieron posible la masacre. Lo que se publica este jueves fue investigado por el ejército.

Sobre Beerí, la investigación que se está por publicar se abocó a estudiar la problemática general de la forma en que actuó el ejército, aunque no pocas tropas llegaron al kibutz una hora y media después de la infiltración de cerca de 300 terroristas. En primer término, está la problemática de la demora, aunque a otro kibutz,  Nir Oz, el ejército demoró tantas horas en llegar que cuando entraron las tropas, los terroristas ya se habían ido.

Otro problema es que aunque la actitud de numerosos efectivos fue osada y heroica, se considera que el caos era tal que no fueron tomadas las decisiones correctas en muchos puntos del kibutz, lo cual hizo por ejemplo que en muchos casos, se haya dedicado esfuerzos y tropas a misiones secundarias, en lugar de concentrarse en el rescate de los habitantes encerrados en los refugios . Y uno de los hechos que mayor polémica ha desatado, fue la decisión del Brigadier General Barak Hiram, que se hizo cargo de esa zona, de disparar dos proyectiles de tanque hacia una de las casas de Beeri, en la que decenas de terroristas tenían a 14 civiles de rehenes. De ellos, 12 murieron, pero según investigaciones preliminares anteriores, fueron asesinados por los terroristas antes del disparo del tanque. Los combates en el kibutz terminaron recién el lunes, casi dos días y medio después de la infiltración terrorista a Beerí.

 

El que la primera investigación de lo ocurrido el 7 de octubre que se hace pública sea la dedicada a Beerí, no hace menos que agregar simbolismo al lugar.

El dolor, la destrucción, la masacre

 

Una dimensión es el sufrimiento, el dolor y las pérdidas irreparables causadas por la masacre: 101 muertos, entre ellos 10 niños, incluyendo una bebé de 10 meses.

Nueve de los 10 menores de edad  de Beerì asesinados el 7 de octubre

 

También, el ya mencionado tema de los 30 secuestrados a Gaza. Familias enteras destruidas. Cerca de 90 personas, tanto bebés como niños y adultos de hasta 45 años, perdieron a  sus padres. Y 110 perdieron a sus abuelos. Hoy Beerí quedó con 1100 miembros, el más grande de la zona también después de la matanza.

Están también las pérdidas de lo material: 150 casas de las casas atacadas no podrán ser reconstruidas, otras 150 requerirán sendos arreglos que llevarán años y aproximadamente 20 puede que estén prontas para ser habitadas totalmente dentro de un año.

 

 

Pero la comunidad está dispersa por distintas partes de Israel. La mitad de los miembros, aproximadamente, están viviendo en hoteles del Mar Muerto, hay algunos en Tel Aviv y en Ein Gedi. A fin de agosto se mudan a Hatzerim, en el sur. Sea como sea, está claro que habrá familias que por 5 años no podrán volver a vivir en el kibutz. Se estima que entre un 15% y 20% de la comunidad aún no decidió si volver a vivir en Beeri.

Pero de fondo, de todos modos, el gran tema será siempre qué pasará con la situación en la vecina Franja de Gaza. La población no aceptará volver a vivir bajo la misma amenaza del lado palestino.

La esperanza y la resiliencia

El duro ataque sufrido por Beerí es ampliamente conocido por su envergadura. Lo que se conoce menos, pero debe ser ampliamente destacado, es que en medio de los numerosos escenarios que recuerdan el 7 de octubre, aproximadamente 70 miembros del kibutz volvieron ya meses atrás a vivir en Beerí. Algunos, porque trabajan en la famosa imprenta Beerí, que volvió a funcionar ya una semana después del ataque, o en los campos agrícolas y la industria local. Otros, porque ideológicamente consideran que eso es lo correcto para poder recuperar paulatinamente la normalidad. Y hay quienes emocionalmente sienten que no pueden estar en otro lado, aunque no logren explicarlo en palabras que suenen racionales después de todo lo vivido.

Uno de ellos es Jaim Jelin, ex alcalde de la zona de Eshkol,una figura muy conocida y querida en la sociedad israelí, y consultado a menudo por los medios por la claridad de sus mensajes y la forma de transmitirlos. Jaim  llegó de jovencito a Israel proveniente de su Argentina natal y sabe que Beerí es su único hogar. Al principio viajaba varias veces por semana entre el Mar Muerto y Beerí, hasta que muy pronto decidió volver definitivamente al kibutz.

Jaim, meses atrás, con el trigo que volvió a crecer en el kibutz

 

Y desde entonces está abocado a lo que va mucho más alla de su entorno personal. Ha ayudado mucho a empujar el proyecto especial del Comando sur del ejército llamado “Ófek Jadásh” –que significa “nuevo horizonte”- destinado a impulsar la reanudación del trabajo agrícola e industria en la zona. “Hoy, el 98% de la agricultura y la industria en toda esta región ha vuelto a funcionar, y es clave porque sin eso no hay vida, y eso será lo que traiga a la gente de regreso”.

 

Un testimonio personal

A las 09.22 le escribimos aquella terrible mañana a Jaim Jelin para saber cómo estaba. “Estamos encerrados en la pieza segura”, nos contestó. No está claro si en ese momento ya sabía que el refugio se estaba convirtiendo para muchos en trampa de muerte.  No podía hablar. Y cuando pregunté si estaba bien, respondió “por ahora”. Este miércoles nos dijo que “no puedo explicar por qué nos salvamos, por qué no entraron a mi casa”.

Horas más tarde , casi al anochecer, volví a escribirle. “Nos evacúan en autobuses. Hay muchos muertos y secuestrados. Beeri no volverá a ser Beeri. Todo está negro”.

Beeri no volverá a ser Beeri, nos escribió Jaim y esa frase, que la dijo por radio y la escribió en sus redes, se convirtió en un símbolo del horror. Pero ahora, al volver a hablar esta semana, aclaró: “Mi intención no era decir que después de la masacre todo queda perdido en Beerí sino que precisamente por lo ocurrido, tendremos que crecer y fortalecer más aún a nuestra comunidad”.

Claro que tuvo momentos de profunda preocupación. Pero irradió confianza, aunque nunca ingenuidad. Su mensaje era que Beerí  volverá …pero recalcando que para que eso sea posible, el gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel deben garantizar que del otro lado de la frontera no haya Hamas, que no pueda repetirse un 7 de octubre.

“Pero para que eso pase, tiene que haber un cambio radical del otro lado, porque si sigue gobernando Hamas, que indoctrina al odio, será imposible, será sólo cuestión de tiempo hasta que quieran cometer otra masacre. Hamas no puede quedar allí”, sostiene. “El ejército explica que la guerra puede continuar 10 años, en referencia a la necesidad de combatir al terrorismo. Pero lo que puede cambiar todo es que Hamas no esté más. Tienen que venir fuerzas de afuera a modificar la situación, también países árabes moderados”.

A modo de conclusión

A pesar de las quejas, de las frustraciones, del horror y del hecho que aún se espera el regreso de varios secuestrados del kibutz, en la zona adyacente a Gaza recalcan el empuje a seguir desarrollando la zona. “No es sólo la imprenta de Beerí”, recalca Jaim Jelin en referencia a este muy exitoso emprendimiento que constituye una fuente central de ingresos para el kibutz, cuya economía sigue siendo por ahora la del modelo original sin salario diferencial ni privatización. Hay también cultivos variados, y todo ha vuelto a trabajar. Pero no sólo en Beerí.

Días atrás se informó que en Beerí comenzarán a construir un nuevo barrio. Y ya hace meses, volvieron a plantar semillas de trigo en los campos del kibutz. Vimos a los tractores trabajando.

 

Y sentimos claramente: no eran sólo semillas de trigo sino de esperanza. Semillas de resiliencia y continuidad.

 

Ana Jerozolimski
(10 Julio 2024 , 18:21)

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