La Torre de la Tecnología - Elevando lo Terrenal - Un Posadero en Vohlyn - Modé Aní
No. 279
Noaj
Horario de velas 1 se noviembre en Montevideo
Viernes 1 de noviembre 18.57
LA TORRE DE LA TECNOLOGÍA
Por Menachem Feldman
En la parashá de esta semana leemos acerca de los descendientes de los sobrevivientes del gran diluvio que buscaron unirse construyendo una ciudad con una gran torre. La Torá relata:
Toda la tierra hablaba un solo idioma, y tenía una causa unida. Luego, cuando migraron desde el este, encontraron un valle en la tierra de Shinar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: "Vengan, hagamos ladrillos y cozámoslos bien"; de modo que los ladrillos les sirvieron de piedras y usaron arcilla para revestir. Dijeron: "Vengan, construyamos para nosotros una ciudad con una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, para que no seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra" (Bereshit 11:1-3).
D-os se alarma por sus acciones e interviene para frustrar su plan. Él perturba su unidad y el proyecto se derrumba. Como D-os le dice a los ángeles:
“Venid, descendamos y confundamos su lengua, para que nadie entienda la lengua de su compañero”. Y el Señor los dispersó desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de construir la ciudad. (Bereshit 11:7-8)
¿Por qué construir una ciudad era un pecado terrible? ¿Qué hay de malo en construir una torre?
La historia de la torre es relevante hoy, quizás más que nunca, porque no es una historia sobre un antiguo sitio de construcción, sino sobre el desarrollo de tecnología de vanguardia.
La construcción de la Torre de Babel representa un salto dramático en el desarrollo de la industria. Hasta ese momento, la gente construía casas de piedra. La piedra es una creación divina. Lugares como Babilonia, donde no había montañas y, por lo tanto, no había piedras, se consideraban inhóspitos para la construcción de ciudades. Sin embargo, el ingenio humano creó una nueva tecnología: el ladrillo.
Fascinados por su capacidad de crear una piedra hecha por el hombre, buscaron demostrar que el ladrillo era muy superior a la piedra creada por D-os. Querían demostrar que el ladrillo, no la piedra, era el material elegido para construir la torre más alta del mundo, dentro de la ciudad más grande del mundo.
La Torá no dice claramente que se rebelaron contra D-os, para que no pensemos equivocadamente que desarrollar tecnología es un pecado.
¿Cuál era entonces el problema?
El Midrash relata que durante la construcción de la torre, cuando una persona se caía de la torre y moría, a nadie le importaba. Sin embargo, si un ladrillo caía y se rompía, todos se detenían para llorar la pérdida del ladrillo. Este es un Midrash poderoso. Nos enseña que un impulso unidireccional por alcanzar el poder y la independencia, sin un propósito superior, puede conducir al totalitarismo, donde la vida humana se devalúa.
El mensaje de la historia es relevante, ahora más que nunca. El siglo pasado fue testigo de “inundaciones”, de las guerras más devastadoras en la historia de la humanidad, así como de la explosión del conocimiento científico y de los avances tecnológicos.
El mensaje de la torre de Babel es que las torres y las ciudades que construimos deben tener un propósito más elevado. Los avances en la tecnología no necesariamente significan avances en los derechos humanos, y ciertamente no nos llevan automáticamente a ser mejores personas con una relación más cercana con D-os.
Todos y cada uno de nosotros podemos elegir cómo abordar las tecnologías cada vez más numerosas que se introducen en nuestras vidas. Podemos convertirnos en los constructores de la torre de Babel, o podemos emular a Abraham.
El Midrash nos dice que Abraham observó la construcción de la torre y vio la falta de un significado más profundo. Comprendió que un edificio sin un propósito más elevado es peligroso. Se dio cuenta que el propósito de la humanidad no puede ser simplemente hacerse un nombre, alcanzar el éxito material.
En la parashá de la próxima semana leemos cómo, en contraste con los constructores de la torre, cuyo único propósito era hacerse un nombre, Abraham se propuso como misión de su vida proclamar el nombre de D-os. Se propuso como meta y propósito enseñar a todo aquel que quisiera escucharlo que todo logro humano debe ser simplemente una herramienta para un propósito más elevado y espiritual.
ELEVANDO LO TERRENAL
[Di-s dijo] “Nunca más habrá un diluvio para destruir la tierra.” (Bereshit 9:11)
Cuando la Torá dice que Di-s “destruyó la tierra”, significa que Él destruyó “lo terrenal”, es decir la creencia errónea que el mundo existe independientemente de Di-s. El Diluvio sumergió completamente al mundo en consciencia Divina, y fue así purificado de su degeneración moral y se hizo receptivo de una manera permanente a la consciencia Divina. Por lo tanto, ningún otro Diluvio sería necesario.
Ahora, gracias al Diluvio, podemos traer consciencia Divina incluso a nuestras vidas “terrenales”. Primero, debemos sumergirnos periódicamente en Divinidad, en plegaria y estudio diario de Torá, la observancia semanal del Shabat y las festividades judías anuales. Luego, debemos llevar esta percepción Divina a cada faceta de nuestras vidas diarias. Estos esfuerzos acelerarán que el mundo obtenga una consciencia Divina completa en la Era Mesiánica.
Likutei Sijot, vol. 30, págs. 21-23.
Génesis (Bereshit) 6:9 – 11:32
La segunda sección del libro de Génesis se llama como su protagonista Noé (Nóaj en Hebreo), y comienza con la historia del gran Diluvio que limpió al mundo de la depravación y degeneración en la cual había caído la humanidad desde la creación del mundo. Esto es seguido por el relato de cómo el mundo fue dividido entre los hijos de Noé, la dispersión de la humanidad causada por el incidente de la Torre de Babel, y el preludio del relato de las próximas secciones del siguiente gran héroe de la humanidad, Abraham.
UN POSADERO DE VOHLYN
De los maestros jasídicos
El Rabino Schneur Zalman de Liadi le dijo una vez a uno de sus nietos: "Déjame contarte sobre la fe sencilla de los judíos de Vohlyn (Ucrania).
Hace muchos años, estaba viajando de regreso a casa desde Mezritch después de un período de estudio bajo la guía de mi maestro, el gran Maguid. Era una fría noche de invierno y mis pies se habían inmovilizado por el frío. Cuando nos detuvimos en una posada al costado del camino, el cochero tuvo que llevarme adentro en sus brazos.
El posadero, un judío anciano y temeroso de D-os, me frotó los pies con nieve y alcohol hasta que recuperé la vida. Me preguntó cuál era el propósito de mi viaje y le dije que era discípulo del Maguid de Mezritch. En respuesta a mis preguntas, me dijo que había estado dirigiendo esta posada durante casi cincuenta años y que, gracias a D-os, se había ganado cómodamente la vida con ello.
- “¿Hay una comunidad judía aquí?”, pregunté.
- “No”, respondió el posadero. “Somos los únicos judíos en muchos kilómetros a la redonda”.
- “¿Entonces no tienen un minian? ¿Qué hacen en Shabat y en las festividades?”
- “Para mi pesar”, suspiró el anciano, “rezamos sin quórum todo el año. Para las Altas Fiestas, cerramos la posada durante dos semanas y viajamos a la ciudad, a varios días de viaje desde aquí”.
- “Pero, ¿cómo pueden vivir de esta manera?”, exclamé. “¿Cómo puede un judío pasar meses sin un kadish o un borju, sin escuchar la lectura pública de la Torá?”
- “¿Qué puedo hacer? Éste es mi sustento. No tengo nada que hacer en la ciudad.”
- “¿Cuántos hogares judíos hay en la ciudad?”, pregunté.
- “Unos cien”, respondió.
- Si D-os logra proveer de sustento a cien familias”, dije, “¿no creen que podría encontrar una manera de proveer para una más?”
En ese momento, nos separamos. Me dieron una habitación para descansar y el posadero se fue a atender sus asuntos.
Una hora después, escuché un alboroto afuera. Mirando por la ventana, vi varios carros y carretas apiladas con bultos y cajas, muebles y artículos para el hogar. El posadero y sus hijos corrían de un lado a otro, atando los bultos y acomodando a las mujeres y los niños en los carros.
- “‘¿Qué sucede?’, le pregunté al anciano.
- “‘Nos mudamos a la ciudad”, respondió. “Tienes razón, este no es lugar para un judío. Un judío necesita un minian, un rabino, una comunidad...”
- “‘Pero así como así, ¿te vas? ¿Dónde te quedarás? ¿Y qué harás para ganarte la vida?”
- “‘Encontraremos algo. Como dijiste, si D-os puede cuidar de cien familias en la ciudad, seguramente puede proveer para unas cuantas almas más...”
¡Tal era la fe y la confianza en D-os de estos judíos!”, concluyó el rabino Schneur Zalman. "Yo era un hombre joven en ese momento, pero como le había dicho que era discípulo del gran Maguid, él, sin dudarlo, siguió mi consejo. Sin pensarlo dos veces, dejó atrás una empresa que le había proporcionado una vida cómoda durante cincuenta años y partió, esa misma noche, hacia un lugar donde pudiera servir mejor a su Creador.
MODÉ ANÍ
Un nuevo día, nuevos desafíos. En verdad es el mismo desafío de siempre, la batalla constante entre: Yo Quiero y Yo Debo. El primer campo de batalla es la cama, y los primeros tiros comienzan cuando suena la alarma. Yo Quiero se estira para posponer la alarma al menos 10 minutos más; y Yo Debo esta listo para saltar de la cama y comenzar el día.
Por eso la primer instrucción del código de leyes judío es: “Uno debe sobreponerse a su cansancio, como si fuese un león, a la hora de levantarse”. Porque si ya ganas esta batalla el resto es pan comido.
Aquí hay una pequeña reflexión para las mañanas: Piensa como cada noche tu alma asciende a los cielos para recargarse, esta mañana D-os decidió devolverte el alma a tu cuerpo y darte una vez más el regalo de la vida, una clara demostración que todavía queda en este mundo una pequeña esquina que tu puedes iluminar. D-os confía que eres capaz de lograrlo.
Ahora repite:
Modé aní lefaneja, mélej jai vekaiam, shehejezarta bi nishmatí bejemla, rabá emunateja.
Te doy gracias a Ti, Rey viviente y Eterno, que me has devuelto mi alma con compasión. ¡Grande es Tu fidelidad!
Estas son las primeras palabras que pronunciamos al levantarnos, estando todavía en la cama. Nuestro primer momento consciente del día lo dedicamos a agradecer a D-os por el regalo de la vida. No importa lo que hayamos hecho la noche anterior, nada puede manchar la pureza de esas primeras palabras que marcan el comienzo de nuestro día consciente.
¿Sigues con problemas para levantarte a la mañana? Usa tu imaginación. Imagínate acostado mientras un rey o un presidente, está frente a ti, esperando que te alistes para cumplir una importante misión.
Bueno, no es un rey o un presidente. Es el que crea y da vida a los reyes, presidentes, y a todo el mundo en todo momento, y a ti. Cada día. Y hoy también.
¡Gracias a D-os que estoy vivo!
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