“El humor para el judío es como la coraza para el soldado”
Hace pocos meses nos reunimos con Claudio Konfino en Montevideo para una entrevista sobre el serio tema del humor y su propio trayectoria.
Lo primero pues, el pequeño resumen que compartió con nosotros en escenario improvisado, tras terminar la conversación. Show particular en unos segundos.
P: ¿Está bien presentarte como humorista? ¿Es lo que más te define?
R: Sí. Para hacer humor no alcanza con ser gracioso y chistoso, hay que tener un alma especial, hay que levantarse todos los días con ganas de hacer reír al otro. Mucha gente aprovecha la fama y la hace pasar por humor, pero simplemente es famoso, no es humorista.
P: A mí se me ocurre otra cosa: para que uno se defina como humorista, o para que otros lo hagan, tiene que surgirte en forma muy natural, no simplemente porque tenés un show.
R: Por eso, es todos los días, en todo momento. Voy a un velorio o a donde sea, un amigo me cuenta algo que le pasó y enseguida se me ocurre una broma…Es cosa seria el humor, te va llevando a analizar todo y te va haciendo muy crítico, porque te ponés a mirar los defectos en cada situación, para poder hacer humor.
P: Aún en situaciones que parecerían no apropiadas para eso.
R: Claro, porque el humor sale de los momentos difíciles… El humor para el judío es como la coraza para el soldado. Y no todo el mundo está dispuesto a escucharlo…
P: ¿Te parece que la gente en Uruguay tiene buen sentido del humor?
R: Lo que yo conozco es Uruguay y Argentina y te diría que a la gente le falta sentido del humor.
P: Y el humorista quiere hacer reir a la gente…Es toda una misión.
R: El humorista de verdad siempre siente que tiene una misión, que el otro pase bien. Hasta te diría que es como un servicio, como un mozo.
P: Antes hablábamos de lo natural que debe surgir, pero me imagino que a veces hay que pensarlo…
R: A veces tienes que pensarlo, muchas veces más por lo políticamente correcto…Hace un tiempo habían puesto en la rambla unas cosas que parecían matzeives, las lápidas de las tumbas. Y yo me puse ahí, en mi personaje de rabino, y dije “acá estamos en la matzeive, a la intendencia se le ocurrió hacer esto. Y acá, un judío tiene vista para Pocitos por si quiere ver quién pasa, y si no, vista al mar”. Y hubo gente que me dijo “ No, no juegues con eso, cómo vas a jugar con eso”. Pero yo no estoy jugando con la muerte, estoy jugando con eso que hicieron, que es horrible, pero no subí el video ni nada porque tres amigos a los que les mostré me dijeron que mejor no, que puede caer muy mal.
P: Se dice que cuatro ojos ven más que dos…realmente parece buena idea mostrarle a alguna persona cercana a vos, que te va a dar una opinión sincera. Te pueden hacer ver algo de lo que no te habías percatado.
R: Sí, porque me pareció que capaz que la gente no lo entendía, porque la gente no tiene sentido del humor, no ve que es una burla, no lo entiende.
P: No sé si la interpretación tiene que ser “no tienen sentido del humor”.¿No es legítimo decir “de esto no hay que reirse”?
R: Este es un mercado chico, eso lo podés hacer en Estados Unidos o Argentina, que no te importa. Si acá vos hacés algo que está fuera de contexto no trabajas más.
P: Mi pregunta va más allá de eso: ¿está bien que haya temas que queden afuera?
R: No, el humorista hace todo
P: Yo me acuerdo que en Israel tiempo después del asesinato de Rabin apareció su figura en algún programa satírico, y con el drama que fue aquello uno se preguntaba si eso también, si la Shoa también…
R: Es que en la Shoa había humor, en los guetos había humoristas
P: Eso es otra cosa…¿A vos te parece legítimo hacer bromas sobre la Shoa?
R: No, no.
P: O sea, ¿sí hay límites?
R: Es cierto, hay límites. Me parece que son personales. Yo jamás haría chistes con chicos discapacitados, por ejemplo, es un límite que tengo porque es algo que me bloquea, con eso jamás haría humor. Pero con el resto… yo hago chistes de muchos temas. El tema es que sea un chiste, no un juicio.
P: Incluso en los temas más duros uno puede distinguir cuando el chiste es una burla despectiva y cuándo es una broma, un intento de mirar el tema con una sonrisa.
R: Claro, no es lo mismo. Inclusive hoy en día en Uruguay, en estos lados, no hay programas de humor, hay programas con espacios de humor, porque el humor dice mucho.
El camino hacia el humor
P: Vamos para atrás, ¿cómo empezaste con esto? Creo que se te asocia ante todo con el rabino.
R: Claro, el rabino Bengazara. Era un chiste que siempre le hacían a mi madre: venga, Sara. Y ahí quedó …El rabino surge a raíz de un viaje a Israel con el conjunto de baile en el que yo bailaba. Perdimos todos los vuelos y en los aeropuertos estuvimos tres o cuatro horas -en San Pablo, en Londres, en Melbourne, paramos en 20.000 lados. En esa época estaba en la Kehilá el rabino Eliahu Birnbaum, que era de Paysandú, y le pregunté por qué hablaba así si era de Paysandú.
P: Sí, él tiene un acento un poco raro…llegó de jovencito a Israel, pero seguro que su acento no es sanducero.
R: Exacto. Y ahí me salió la imitación de él y arrancó el personaje del rabino, divirtiendo al grupo mientras esperábamos los aviones. A la vuelta me dice una madre que era el cumpleaños de su marido y que fuera a su casa a hacer algo del rabino, y ahí fue una fiesta, y me siguieron invitando y acá estoy.
P: Ahí ya empezaste a cobrar como un trabajo.
R: En las primeras fiestas no, iba porque era un hobby, estaba en exportación de electrodomésticos, nada que ver. Pero ya le fui tomando el gustito y en el 2006 o 2008 dejé todo y me dediqué al humor.
P: ¿Y se puede vivir del humor?
R: Sí. Se puede vivir de lo que quieras, el tema es hacerlo bien, nada más.
P: Hasta que llegó lo de Adrián Suar, lo del rabino.
R: Claro. Fue una gran experiencia hacer aquella tira con Suar. Algo distinto.
P: Seguro te aportó mucho ¿no?
R: Lo importante es el éxito, la fama va y viene…
P: No tenés remedio…¿Qué es para vos el éxito?
R: El éxito es vivir del humor, que la gente se ría con lo que hacés. Y sobre lo del trabajo en Buenos Aires, es a lo grande, te muestra mucho profesionalismo para trabajar.
P: Me imagino que habrás juntado todo un anecdotario…
R: Te cuento una de aquellos días con Adrián Suar. Estábamos en uno de los diálogos, y le digo: “¿Y tu mamá y tu papá no te dieron religión?”, y él me dice “Mirá, mi papá se fue cuando yo tenía seis años, mi madre lo único que me trae son problemas…”.
P: ¿Eso fue mientras estaban filmando?
R: Hablando en la tira, lo mío era un guión, yo respondía a los pies que él me daba, no conocía su guión. Y me dice esa línea, quedó bárbara la cosa. A los dos días me dice un amigo: “¿Viste lo que te decía ahí? Es la vida de él…”. El padre los abandonó cuando tenía seis años, era muy famoso allá en Argentina, y la madre está no estaba bien. Era verdad, él lo decía y era su propia vida. Se ve que quería decirlo y justo el personaje del rabino era el elemento que lo ayudó.
P: Y más allá de ese programa, vos fuiste pasando etapas.
R: Claro, evolucioné. Antes era chistólogo, uno atrás del otro en una fiesta, después hice un curso de comedia en Buenos Aires y aprendí técnica.
P: Empezaste a profesionalizarte.
R: Claro, porque ahí le buscás las técnicas…estirás con el silencio, contando una historia y no metiendo 300 chistes en una noche, los bajás a 50… Rematás con silencios, con un acting con algún elemento… fue variando y de chiste se fue a monólogo.
P: Aparte entendiste que si ahora ya trabajás, sos profesional y cobrás, tenés una responsabilidad.
R: Indudable. Y dedico mucho tiempo. Para hacer un show de una hora tenés que tener dos horas y media de material, porque no sabés con qué público te vas a encontrar.
P: Vos preguntás de antemano.
R: Yo pregunto e igual después pruebo, porque la gente a veces te dice “ay, no, tal cosa no porque van a estar las abuelas o las tías viejas”…pensando en qué tipo de chistes podés hacer. Cada fiesta es un desafío.
P: Pero con lo que más estás identificado es con el rabino, es tu símbolo principal.
R: Así es, los videos circulan por todo el mundo. Me ha pasado que la gente está en un casamiento y me manda mensajes: “Gordo, me estoy matando de risa porque veo al rabino y te veo a vos”. Caminando por Buenos Aires me dicen: “Rabino, rabino”. Te cuento que me llama poderosamente la atención la cantidad de gente no judía a la que le encanta el rabino. Hice “¿Y dónde está el rabino?” con Raúl Medina y Edison Mouriño en el Undermovie y el 70% no eran judíos. Y la gente decía: “Tenés que hacer más de rabino”. Llegaron a compararlo, que para mí es un orgullo, con Norman Erlich, que hacía el personaje del rabino, un grande.
Entre humor y estereotipos
P: ¿Cómo se maniobra entre usar elementos que pegan para el humor y el riesgo de que estés entrando en los elementos que usan los antisemitas para un estereotipo negativo del judío?
R: Hay chistes judíos para judíos y chistes judíos para no judíos. Cosas que un judío va a entender y un no judío no.
P: ¿Pero no hay cosas que alientan un estereotipo negativo?
R: Sí, cierto, pero creo que siempre va a estar ahí, hagas o no humor. Por eso yo digo no hay antisemitismo que dure 100 años, dura mucho más …[risas]. Y a la gente le gusta, no todo el mundo lo toma a mal. Y la inteligencia está en tomarlo bien. Pero uno se da cuenta dónde se puede hacer esos chistes y dónde no. Uno capta al público. Pero el promedio se mata de la risa.
RAÍCES
P: Antes hablábamos de la historia del propio Adrián Suar…¿Y de dónde salió Claudio Konfino?
R: De un padre humorista, pero que nunca se animó a hacer nada afuera, sólo en casa. Mi padre es de Turquía, se vino a Montevideo en el 30 y pico, con seis o siete años, y se fue para Durazno. Él imitaba en aquella época a Stalin y a hitler. Siempre fue muy gracioso, muy chispeante, siempre con humor. Hablaba armenio pero no hablaba armenio, lo hacía sonar así. Mi padre trabajó en comercio, lo cual no le gustaba, así que…
P: ..Por algún lado tenía que canalizar lo que sí le gustaba…
R: Exacto. Y en mi casa había chistes todo el tiempo. Permanentemente, con los vecinos, hacía bromas, iba al baño de unos amigos, sacaba la cabecita y decía: “Ana, no hay papel” y la mujer se ponía como loca…La gente se moría de risa. Hasta el día de hoy todos lo recuerdan. Falleció hace 23 años. Y te cuento que mi madre, ama de casa, también es turca pero ya nacida en Uruguay. Éramos una familia muy unida, nos juntábamos todos los sábados en distintas casas con mis primos. Después, por distintas razones de la vida nos fuimos separando, cada uno tomó su camino, pero creo que en el fondo siempre está ese recuerdo y esa cosa linda que había en la familia. Y lo disfrutaba bien.
P: ¿Y tu humor en qué medida está inspirado, por ejemplo, en tu papá?
R: Todo inspirado por mi papá, y yo me di cuenta después de años. Antes, nunca lo había visto como un humorista, sino como alguien que hacía bromas.
P: Después te diste cuenta del nivel.
R: Ahora me doy cuenta del gran nivel que tenía, que realmente era impresionante, pero que nunca se animó. Yo me animé pero no tengo ese nivel. Después me enteré, con los años, de que lo habían venido a buscar de Buenos Aires en la época del 50, 60 para hacer humor y a él le gustaba hacerlo con los amigos, quería su casa, su mujer…
P: ¿Y cómo es ese tema en tu casa cuando vos te ponés a hacer chistes?
R: Bien, mi señora me alienta, me banca… Porque a veces los humoristas después en casa explotamos… Mis hijos también…
P: ¿Qué quiere decir eso?
R: Nada, que todo con humor, todo con humor calienta también. “Siempre te tomás todo para la broma, esto, lo otro…”. Pero a veces lo decís con humor, pero estás diciendo cosas. Yo digo que hay muchas chicas buscando maridos, y es verdad, pero hay más maridos buscando chicas… debatan. Es un chiste que no genera mucha risa, pero es genial, para mí es inteligente desde el punto de vista de que decís mucho. El humor tira verdad.
P: ¿Sentís la necesidad de usarlo para transmitir mensajes?
R: Si, permanentemente. Y cada vez que uno está más viejo como que ya no te importa tanto lo que piensen… pero tirás mensajes. Todos nos conmovemos pero no nos movemos. La mentira ofende al inteligente y fortalece al incapaz. Eso lo ves todos los días en la política, mintiendo todo el día, ¿quién gana?, los incapaces, el que es inteligente sufre. El humorista sufre todo eso, la política, lo mal que se hace todo, la gente, que todos miran lo suyo, muy poca gente te da una mano, en este país si no hacés Carnaval no llegás a ningún lado, si no sos amigo político no podés trabajar en el Antel Arena nunca… Todo ese tipo de cosas…
P: ¿Podés hacer buen humor sin ser criticón?
R: Si, se puede. El humor es sencillo, es fácil. La gente dice “Ah, humor inteligente”, el humor es reírse, sea por algo lindo o algo choto, es la misma risa, no te cambia la risa, no hay una risa buena y una mala. A veces con tonterías lográs más risas que matándote haciendo un monólogo.
P: ¿Cuáles son los temas en los que te parece que has hecho lo mejor?
R: El judaísmo.
P: A ver, alguno.
R: Es más probable que un judío escriba un libro a que lo lea. El turco te lo vende. Israel es un pueblo que si no duerme no deja dormir. Los franceses se van sin despedirse de una fiesta, son atrevidos, los judíos se despiden sin irse, porque no quieren ser el último en irse, porque ¿qué van a decir?
Todo judío tiene un antepasado, pero muchos tienen antecedentes, que no es lo mismo. Ese tipo de chistes, que son inteligentes, que son críticos, dicen de una forma de ser, están buenos.
Podés hacer chistes de lo que sea. Por eso te decía del sentido del humor y lo políticamente correcto, que primero la gente mira eso…
P: ¿Hay alguna cosa que quieras decir y que no te haya preguntado?
R: Que no hice Carnaval e igual llegué [se ríe]. Más que nada son enojos de uno mismo que a veces uno tiene, de no recibir apoyo, de que la gente se acerca pero… Voy a hacer un espectáculo y todos mis amigos me ponen “Éxitos”, y les digo: “No me pongas nada, el éxito es que vos vengas. Mi éxito depende de vos. Si querés mi éxito vení a verme”. Como que hay algo ahí que no logro entender si soy yo, si es la gente, si así funciona, si así es la sociedad…
P: Crítica social combinada con buen humor, buena receta para un programa. Gracias Claudio y mucho éxito…y fama.
R: Gracias a vos Ana.