Israel merece obtener la victoria sobre la organización terrorista Hamas, pero para lograrlo no basta con el amplio operativo militar en curso, que por más justificado que sea, también tiene un costo político e internacional nada sencillo.
Claro está que la fuerza de las armas es clave .Ninguna guerra se puede ganar sin ella, y esta guerra, desatada por la masacre del 7 de octubre del 2023, tampoco. Así como se combatió a los nazis y a ISIS, ahora se tiene que combatir a Hamas: con guerra.
Pero la guerra debe incluir también sabiduría política, que no nos parece tenga suficientemente-por decirlo delicadamente- el gobierno de Israel. Tenemos claro que es más fácil criticar que sugerir fórmulas concretas, pero así es. Cada uno con su rol. El periodista opina y los gobernantes tienen el deber de saber qué hacer. Pues consideramos que el Primer Ministro Netanyahu, que tiene razón al decir que Israel no puede dejar que Hamas permanezca en Gaza armado, en el poder, ni que siga sin liberar secuestrados, tiene que hallar la forma de acompañar la guerra militar con iniciativas diplomáticas y pronunciamientos políticos, que aíslen a Hamas.
Materiales de Inteligencia hallados por el ejército israelí en Gaza, confirman que uno de los objetivos centrales de Hamas al lanzar su ataque del 7 de octubre, era socavar y neutralizar lo que en aquel momento parecía acercarse: normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita, el país más importante del Islam sunita. Pues Netanyahu tiene que hallar el camino para que no sea Israel quien esté continuamente a la defensiva , respondiendo a sus numerosos críticos internacionales, sino que sea Hamas quien esté en el banquillo de los acusados. Ceder a presiones de sus socios de la derecha nacionalista, no es la forma de lograrlo. Tampoco lo es callar y no aclarar en forma categórica que los que hablan de asentamientos en Gaza para “el día después”, no reflejan la posición del gobierno, que se lanzó a la guerra para defender a Israel, no para concretar sueños irresponsables de políticos que parece que viven en otro planeta.
Y esto lo planteamos sin olvidar ni por un momento la hipocresía de tantos en el mundo, que tendrían que haber colocado desde un comienzo a Hamas en el banquillo de los acusados, y que con sus presiones a Israel no hicieron menos que fortalecerlo.
En otro plano, las exigencias de Israel a Hamas son tajantes y claras: que libere a todos los secuestrados que tiene aún en su poder-58 en total, de los que se sabe que 35 están muertos, se dice que 20 están vivos y otros 3 no es seguro-, que deponga las armas , entregue el poder y sus líderes abandonen la Franja de Gaza.
Israel siempre vio en la organización terrorista Hamas un enemigo declarado, que no discrepa meramente con el gobierno de turno, con las fronteras del Estado judío o tal o cual política, sino que se opone a su existencia misma. No es una interpretación subjetiva israelí sino un reflejo de lo que dice Hamas reiteradamente. Lo escribió en su carta constitutiva y sus líderes lo han declarado en repetidas ocasiones. Pero el 7 de octubre del 2023 cambió todo. Para mal.
Aquel sábado de mañana en el que miles de terroristas armados –la enorme mayoría de Hamas- violaron la frontera e irrumpieron a territorio soberano de Israel en el sur del país cometiendo una masacre, quedaron empalidecidos los atentados suicidas cometidos por Hamas a lo largo de los años. Con ello, cayó definitivamente la política que había impulsado el Primer Ministro israelí Netanyahu desde el 2014, en coordinación con Estados Unidos y la ONU, de permitir que Catar pague 30 millones de dólares por mes a Gaza. La había concebido como fórmula segura para calmar los ánimos, suponiendo que si hay menos carencias, también habrá menos inestabilidad y deseos de atacar con violencia. Fue un tema de seria polémica dentro de Israel.
El 7 de octubre quedó claro que las cosas funcionaron de otra forma. Hamas se había preparado durante años para el ataque con el que logró sorprender a Israel. Varios de sus líderes dijeron abiertamente que habrá “muchos 7 de octubre más”, explicando que “Israel debe ser destruido”. El más tajante al respecto fue Ghazi Hamad, en una entrevista a una cadena de televisión libanesa antes de fin de octubre, pocas semanas después de la masacre. La promesa era muy clara: Hamas volverá a atacar.
Con ese escenario de fondo, combinando los crímenes del 7 de octubre con la declarada intención de Hamas de continuar en la misma línea, la organización misma determinó los parámetros que Israel seguiría. La visión pasó a ser total, absoluta: Israel no podrá aceptar que Hamas continúe siendo su vecino armado y en el poder en Gaza. Entre la convicción y la implementación, sin embargo, hay una diferencia. Por ahora, no está claro si se logrará concretar en forma inequívoca el plan ideal.
Sin dejar de lado la exigencia a Hamas de que deponga las armas, se rinda y deje el poder, hay en el camino fórmulas intermedias. Esto es producto del hecho que en el diario vivir, se lidia con la guerra por un lado y por otro con negociaciones. En ese marco Israel ha estado dispuesto a términos medios, ceses de fuego temporarios.
Justamente estos días lo que está al parecer sobre la mesa en los contactos en Doha, Catar, es el “modelo Witkoff”-a nombre del asesor especial del Presidente Trump para la zona – en cuyo marco se habla de la liberación de 10 secuestrados vivos y parte de los muertos. Eso desespera a las familias de los secuestrados, que sostienen-entre otras cosas-que nadie tiene derecho a hacer una selección entre los rehenes y exigen que salgan todos juntos ya. Pero si se pacta eso, la sensación es que al menos algo se mueve, aunque se puede estar condenando a mayores peligros a los secuestrados que no salgan, y que seguirán en manos de Hamas durante todo el tiempo de alto el fuego que se pacte a cambio de la liberación de los 10.
Netanyahu se dice convencido de que para que Hamas acepte transar, es imperioso incrementar la presión militar, con lo que concuerda el jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Teniente General Eyal Zamir. Cinco brigadas están maniobrando en Gaza y desde el terreno hay señales claras del avance del operativo. La gran duda al respecto es si acaso hay algo que no se hizo en 19 meses y que ahora sí se logrará y surtirá efecto.
La ciudadanía israelí quiere ver la destrucción de Hamas, pero el clamor por terminar la guerra y recuperar a los secuestrados es mayoritario.